A los pocos minutos de haber tenido esa fuerte discusión, ambos jóvenes estaban sentados en silencio en la parte trasera del taxi. Sherlock por un lado se encontraba pensando, concentrado en lo que fuera que ocupara su mente en aquel momento, aunque como no le costó adivinar a Cora, pensaba en el siguiente movimiento de Moriarty, calculando cualquier tipo de eventualidad. La pelirroja por otro lado se encontraba ensimismada en sus propios pensamientos. Casi la mitad del recorrido hasta Baker Street pasó en silencio y calma, pero algo lo interrumpió de pronto: un pequeño televisor que estaba incorporado al asiento del copiloto comenzó a sonar de forma ruidosa.
–¿Puede apagarlo, por favor? –pidió Sherlock de forma respetuosa y calmada, tras ver que se anunciaba en el pequeño monitor un conjunto de joyas. Incluso ante el ruego de Holmes, el conductor del vehículo se negó siquiera a replicar y continuó con su trabajo–. ¿Puede apagarlo? –inquirió Sherlock, esta vez con un tono más molesto y algo brusco por la falta de cooperación del taxista.
La imagen que aparecía en la pantalla comenzó a volverse borrosa y a cortar la emisión, como si otro canal estuviera interrumpiéndolo, para eventualmente, aparecer el rostro sonriente y malicioso de Moriarty.
–Hola, ¿preparado para el cuento? –dijo Moriarty con una voz cantarina, a lo que los ojos de Sherlock comenzaron a abrirse por la sorpresa y la pelirroja palideció al instante–. Esta es la historia de Sir Alardelot... Sir Alardelot era el caballero más valiente y más listo de la Mesa Redonda, pero pronto, los demás caballeros empezaron a cansarse de sus relatos sobre lo valiente que era y cuantos dragones había matado... Y no tardaron en preguntarse: ¿son ciertas las historias de Sir Alardelot? Oh, no. Así que uno de los caballeros se acercó al Rey Arturo y le dijo: No me creo las historias de Sir Alardelot. No es más que un embustero que se inventa cosas para quedar bien. Y hasta... el Rey empezó a dudar... –comentó con un tono serio, antes de gesticular con sus dedos, como si estuviera pensando.
Ante esto, Sherlock entrecerró los ojos de forma amenazante, y Cora cogió su mano realmente aterrada, pues estaba claro que Moriarty tenía en mente destruir al detective por todos los medios a su alcance. Al notar la tensión de la pelirroja, Sherlock simplemente tomó su mano y la acarició, para segundos después esperar a que Jim finalizara su relato.
–Pero ahí no terminó el problema de Sir Alardelot... No. Aquel no fue el último problema. –comentó el criminal con un tono sereno, a lo que Sherlock tensó su mandíbula por la ira–. ¡Fin! –añadió antes de que la televisión volviera a la programación anterior.
–¡Detenga el taxi! ¡Detenga el taxi! –exclamó Sherlock de forma enfadada y casi histérica, pues tenía la impresión de que si permanecían un minuto más en aquel vehículo... algo malo le podría ocurrir a su querida novia.
El taxi se acercó a una leve curva que había cerca, a lo que Sherlock casi saltó del interior del coche llevándose consigo de la mano a la pelirroja.
–¿¡Qué hace!? –exclamó Sherlock de forma enfadada mientras se acercaba al lado del copiloto, para poder ver al conductor–. ¿¡A qué viene esto!? –exclamó una vez estuvo en la ventanilla, solo para observar impotente como el rostro del conductor se giraba, revelando... a Moriarty.
–No le cobro. –indicó Jim con una mueca antes de guiñar un ojo a la pelirroja y acelerar el coche para marcharse de allí.
Sherlock apenas tuvo dos segundos para agarrarse ala ventana del coche, pero como había acelerado tan rápido tuvo que soltarse. A los pocos segundos intentó (sin éxito) seguir el vehículo, quedándose parado en mitad de la carretera, sin darse cuenta de que un coche venía detrás suyo, amenazando con atropellarlo. Por suerte para Sherlock, Cora lo había visto y tiró de su brazo hacia la acera (pues aún seguían de la mano), sin embargo, fue la pelirroja esa vez quien se encontró cerca de ser atropellada por el coche que se acercaba.
ESTÁS LEYENDO
Mi Hilo Rojo del Destino (Sherlock)
FanfictionSiempre apartada de la gente corriente, ella pensó que jamás encajaría en ninguna parte... Él siempre pensó que los sentimientos eran un veneno, una desventaja, una debilidad,... ¿Seguirán ambos pensando eso tras llegar a conocerse? ...