Mi madre y Anne estaban muy felices, un gran peso de encima se les había quitado. Ya se podría decir que teníamos el lugar en dónde casarnos, pero ahora sólo faltaba asegurar que era nuestra para aquel día.
-¿Quién será el diseñador de bodas? –preguntó mi madre, Anne me miró con rostro de esperar una respuesta.
-Pues, no lo he investigado aún. –dije siendo sincera.
-Tómate todo tu tiempo amor, aún hay tiempo. –dijo Harry abrazándome.
Me quedé unos minutos más sentada en el sofá mientras veía cómo mi madre, Anne, Harry y Melanie entablaban la conversación más grande del mundo. Quise caminar un rato. La casa de mi madre tenía un gran patio trasero, así que salí allí. Caminé y caminé, tratando de aclarar muchas cosas. Sentí dos manos rozar mi cintura, para después sentir cómo me abrazaban fuertemente y hundían su rostro en mi cuello, respirando.
-¿Sucede algo? –preguntó él.
-No, no sucede nada. –dije sonriendo.
-¿Por qué vienes acá amor? Algo te sucede.
-Nada me pasa ¿si? Estoy más que perfecta, estoy bien.
-No sé si creerte, pero dejaré la conversación hasta aquí. Entremos, tu madre servirá la comida.
-Está bien.
Entramos a la casa, me senté en el sofá y esperé a que mi madre me trajera mi comida, al llegar me la entregó para después besar mi frente, mostrándome cuánto me amaba. Mi mamá tenía un secreto al cocinar, su comida parecía comida del cielo, parecía que le había robado la receta de las comidas al mejor cocinero del mundo. Comí la comida con mucho gusto, extrañamente al probar el primer bocado el hambre volvió nuevamente. Comí la comida gustosa, quería más así que me levanté del sofá y me dirigí a la cocina, mi madre aún estaba ahí preparando el postre.
-Bebé, comiste todo. –dijo mi madre al ver mi plato vacío.
-Sí, y quiero más. –dije, mi madre me observó seria.
-¿Estás...bien? –preguntó, la miré fijamente y sonreí.
-No te preocupes de nada, madre. No es lo que piensas.
-No quiero que pienses que no quiero ser...abuela, ¿entiendes? –dijo- Solo que me sorprende que quieras más, no eres de ese tipo de chicas, hija. ¿Te sientes...bien?
-Sí, me siento perfecta. ¿Me das más? Quiero más.
Mi madre sirvió un poco más en mi plato, volví a la sala con una sonrisa en mi rostro y empecé a comer lo mismo de la misma forma, gustosa. Al terminar ya me sentía completamente llena, lo suficientemente llena como para no poder levantarme. Me acosté en el sofá y respiré profundamente, wow, estaba muy llena. Escuché el timbre de la puerta sonar, iba a levantarme pero mi madre me ganó. Escuché un grito, Gemma había llegado, y la emoción de mi madre era indescriptible.
-Gemma, querida. Tiempo sin verte. –dijo mi madre.
-Lo mismo digo señora Leen, ¿cómo ha estado? –preguntó Gemma sentándose en un sillón.
-Perfectamente, no sabes cuán emocionada estoy con la boda de Harry y Richelle –dijo mi madre.
-Hola, Gemma. –dije sonriendo aún acostada, ella sonrió y se levantó para darme un beso en la mejilla.
-¿Te sientes mal? –preguntó ella.
-Lo mismo le pregunté. –dijo mi madre.
-No me siento mal, estoy perfecta. Solo que la comida de mi madre me ha llenado. –dije quejándome, aún acostada.
-¡Gemma! –gritó Harry entrando a casa, posiblemente estaba en el patio de atrás con Christian.
-Hermanito, ¿cómo estás? –preguntó Gemma, abrazándolo.
-Mejor, ahora que te veo mucho mejor. –dijo Harry.
-¿Dónde estabas que saliste de repente? –preguntó Gemma sonriéndole.
-Estaba atrás con mi cuñado. –respondió.
-¿Christian y Melanie están aquí? Quisiera verlos. –dijo Gemma.
-Están atrás, ve. –dijo Harry, mi madre y ella nos dejaron solos- ¿Estás bien amor? –preguntó Harry mirándome preocupado.
-Sí, amor. Me siento perfectamente. Solo es que la comida de mi madre me ha llenado demasiado. –dije.
-¿Cuántos platos de comida te has comido? –preguntó.
-Sólo dos. –dije.
-Tienes prohibido el postre. –dijo.
-¡Ey! Sabes que amo los postres de mi madre.
-Tanto como amas sus comidas, amor, solo me preocupo.
-Pues no te preocupes tanto, lindo. Sólo era hambre y ya.
-Bueno, ¿vamos para allá atrás? –me preguntó, hice un rostro de flojera- Yo te llevo cargada. –dijo.
Me levantó en sus brazos, como a una princesa. Me guindé de su cuello mientras él me agarraba por la parte de abajo. Metí mi cabeza en su cuello, hacía mucho tiempo que no me cargaba así, olvidé el último día que lo hizo. Y allí estaban todos: Anne, Gemma, Melanie, Christian y mi madre, conversando muy felizmente. Al vernos hicieron rostros de dulzura. Harry se sentó en una silla y me sentó encima de sus piernas.
-¿De qué hablaban? –preguntó Harry.
-Gemma nos preguntó que Dónde se irían a casar. –dijo Anne.
-Es hermoso que se vayan a casar en Francia, más si es en ese castillo tan hermoso. –dijo Anne.
-Sí, el castillo de Loira es hermoso. –dijo Melanie.
-Mis padres lo han visitado, me han hablado bellezas de ese lugar, pero me han dicho algo que me ha dejado con la intriga. –dijo Christian, todos prestamos atención a lo que decía.