La cara de Alexa se palideció, su sonrisa se fue de los labios y me miró, fijamente. Yo bajé el rostro y suspiré fuertemente.
-¿Trevor? -preguntó apenas, yo asentí- Pero, ¿por qué?
-¡No lo sé! Sabes cómo es él, que siempre quiere arruinarle la vida a las personas.
-Tranquila. Sabes que la rabia y el estrés no nos favorecen, ni a ti ni a mí.
-Perdón, Alexa, simplemente que creo que es imposible. Trevor es mi primo pero él quiere que seamos algo más.
-¡Eso es imposible! -dijo mirándome- Son primos, de la misma sangre. Hay un punto que los une a los dos y es por ser familiares, ¿qué tiene él en la cabeza?
-No lo sé, creo que está todo oscuro, Alexa. -dije y si un suspiro- Me dijo que me amaba y lloró por mí.
-¿Lloró? Ay. -dijo ya harta de lo que le decía- Mejor vámonos para allá, no quiero que se me salga el bebé por tanta rabia.
-Alexa, tranquila, ¿si? Yo le expliqué todo lo que le debía de explicar, él lo tomó con mucha madurez después de todo.
-¡Pero no importa! Vino a Londres para joder tu existencia, la del bebé y la de Harry, para nada más.
-Si vino a joder nuestra existencia entonces fracasará rotundamente, ¿si? No permitiré que haga nada.
-Está bien, si tu lo dices es porque será así. -suspiró- Vamos.
Las dos salimos de la cocina un poco más calmadas. Nos sentamos alado de nuestros respectivos hombres y escuchamos atentas a la conversación que ambos tenían. Hablaban del juego de la noche anterior, lo típico entre dos hombre aficionados al Jockey. A eso de las 8:00 de la noche Dave y Alexa se fueron de nuestra casa. Nos dijeron que vendrían luego y que pasaron una excelente tarde con nosotros, mientras que nosotros les decíamos lo mismo. Cuando se fueron me senté en el sofá con la intención de terminar de ver la película que estaba dando. Harry regresó de la cocina con un vaso de agua en su mano y una mano metida en su bolsillo derecho.
-¿Estás bien? Hace unos minutos estabas bien y luego cambiaste. -dijo sentándose a mi lado.
-Sí, estoy bien. ¿Por qué preguntas?
-No lo sé, te noto extraña, estás pálida. ¿Algo que no me hayas dicho aún?
-No es nada, no te preocupes.
-Me preocupo cada vez que tu humor cambia, ¿si?
-Es solo el embarazo, nada más. -dije, él suspiró y miró a la televisión.
-Mañana iré a ver a Liam y a Danielle, ¿quieres venir?
-Claro, tengo rato de no ver a Danielle, sería bueno estar con ella. -respondí instantáneamente.
-¿Tienes hambre? Puedo pedir comida china.
-No, no tengo hambre. -respondí.
-¿Qué? ¡Grande sea Dios! ¡Richelle no tiene hambre!
-No seas exagerado, el bebé no me pide comida. -respondí haciendo puchero.
-Perdón, entonces. -respondió abrazándome- No sabes cuánto te amo, y me preocupa tu bienestar, ¿entiendes? Sé que no estás bien y que tienes algo guardado en ti que no me quieres contar.
-Harry, ya te dije que no es nada. -dije.
-Está bien.
El teléfono empezó a sonar, yo no me quería levantar del lugar así que Harry fue a contestar. Lo observé mientras agarraba el teléfono y lo ponía en su oreja. Su sonrisa se borró instantáneamente y luego me observó, sin decir nada. Suspiró fuertemente y se pasó la mano por la cara para después ponerme sobre su cadera. Frunció el ceño y respiró fuerte. Continuó hablando al parecer con alguien desconocido. Luego cerró el teléfono y me observó, al parecer molesto.
-¿Cuándo pensabas en decirme que Trevor estaba acá? -preguntó, al parecer muy enojado.