Me estoy cambiando de ropa para ir al SPA con las chicas, no sé si ponerme un conjunto entero o si sólo ponerme un vestido blanco. Opté por el vestido blanco. Me lo puse con unos pendientes negros, me hice una cola de caballo y me puse unas chanclas. Agarré una cartera y la llené con todas las cosas necesarias: maquillaje (no mucho), billetera, celular, etcétera. Bajé las escaleras y Harry estaba hablando por teléfono, sólo logré escuchar que se iba a encontrar con alguien en Plaza Saint. Cuando colgó lo miré, esperando una respuesta.
-Christian, Sebastián y yo jugaremos bolos esta tarde, amor. –dijo Harry, viéndome de arriba hacia abajo- ¿Quieres que te deje en la plaza?
-Por favor. –dije, él me agarró la mano y caminamos fuera de la casa.
Ambos nos subimos al auto y luego de largos minutos me dejó en la plaza. Él se fue a la plaza Saint para encontrarse con sus amigotes Sebastián y Christian, mientras que yo me senté en un banco para esperar a Gemma y Melanie. Mi celular sonó tres veces, oh no, era mi madre. Había olvidado que habíamos quedado en vernos para comprar los vestidos de las damas de honores, mierda.
-¿Si? ¿Madre?
-Richelle, ¿por qué no contestaste mis llamadas ayer amor? Me tenías muy preocupada.
-Mamá, no me he sentido muy bien últimamente. Tengo muchas cosas en la cabeza.
-Lo sé amor, es el estrés por la boda. ¿Para cuándo quedamos en los vestidos de las damas de honores?
-¿Ya Alexa y Jenny llegaron?
-Sí, hoy en la madrugada. ¿Las podrías ir a ver más tarde?
-Tendré que ir a verlas en la noche, Gemma, Melanie y yo estaremos en un SPA.
-¡Qué bien! Así quitan toda mala vibra. Bueno, amor. Te dejo, tu padre me exige un desayuno, adiós.
-Adiós, madre.
Colgué el teléfono. Por unos minutos le agradecí a Dios de que mi madre fuese tan comprensiva y pacifista, porque si no lo fuese, pobre de mí. Me quedé allí sentada por unos minutos hasta que vi a Melanie llegar con Gemma a su lado. Las dos vestían vestidos de diferentes colores, muy llamativas. Ellas llegaron hacia mí. Yo me levanté y besé a mi hermana en la mejilla, bajé y le di un beso en la barriga. Abracé y besé a Gemma en la mejilla también. Nos subimos al auto de Gemma y ella nos llevó a el SPA "Lucinde" Al llegar ya estábamos registradas. Nos llevaron primero a una habitación en dónde nos masajearían. Y así transcurrió toda la tarde.
Llegué a casa en un taxi, más relajada que antes. Ya eran las 6:00 de la tarde e iría a ver a Alexa y a Jenny, las llamaría para saber su dirección. Marqué el número de Alexa.
-Buenas noches. –respondió Alexa al contestar.
-¡Pero qué educada! –exclamé, feliz.
-¡Richelle! Tiempo de no escucharte o verte, amiga. ¿Cómo va todo? ¿Boda eh? ¡Qué emocionante!
-Todo va perfecto, sí, es más que emocionante.
-¿Dónde estás? ¿Por qué no me vienes a visitar?
-A eso voy amiga, ¿dónde están hospedadas?
-¿Hospedadas? –preguntó.
-Sí, tú y Jenny.
-¿John no te contó? Jenny tuvo un accidente hace unos meses, aún está en el hospital.
Al escuchar esas palabras mi corazón cayó al suelo y se destruyó en pedazos. Mis ojos se llenaron de lágrimas. Jenny estaba muy mal, nadie me había avisado. Mi mejor amiga estaba al borde de la muerte y yo nunca la fui a visitar.
-¿Cuándo sucedió eso? –pregunté.
-Hace unos 2 meses atrás. Fue un accidente automovilístico espantoso. Tiene los pies paralizados. Los doctores dicen que hay posibilidades de que vuelvan a funcionar, por eso la quieren en el hospital.
-Iré, donde estás hospedada ¿si?
-Está bien, yo estoy hospedada en...
Minutos después ya estaba en el hotel en donde Alexa se hospedaba. Entré a su suite y las dos nos sentamos en el sofá, quería saber más sobre lo que le había sucedido a mi gran querida amiga.
-Veo que quieres hablar sobre lo sucedido a Jenny.
-Necesito saber más.
-Verás, ella andaba con un tipo llamado Henry. Él era un buen muchacho, la cuidaba, la protegía, le regalaba un millón de cosas, se amaban entre sí. Una noche ella quería darle una sorpresa a él, ya que ella decía que él le daba muchas cosas y que ella nunca le había dado nada. Cuando se subió al taxi, dos cuadras más adelante, se dio cuenta de que el taxista estaba ebrio, completamente ebrio. Le pidió que la dejase allí mismo, pero el taxista se negó y le dijo que la llevaría hacia dónde ella le había dicho a él. Pasó de 40 a 120 kilómetros por hora en un lugar que no era una autopista. Habían muchos autos y el taxista aún conducía rápido. De un frenón a otro el auto quedó destrozado, el taxista sobrevivió sin ningún problema, solo un brazo roto. Y Jenny, la que no tuvo la culpa, quedó con las piernas paralizadas.
-¿Y qué pasó con Henry?
-Se suicidó después de lo que le pasó a Jenny, dijo que todo era su culpa.
-¿Se suicidó? ¿Por qué? Jenny lo hizo a voluntad propia.
-Sí, eso lo sabemos. Pero él aún así no lo soportó, y se mató.
El ambiente estaba melancólico. Ambas estábamos tristes, sentíamos que debíamos ir a apoyar a nuestra amiga, pero en aquellos momentos no podíamos.