Abrí la puerta lentamente, queriendo no encontrarme a Harry allí mismo con una cara fulminante. Cerré la puerta detrás de mí y toqué mi vientre. "Nada pasará pequeño, nada pasará"
Caminé hacia la cocina y dejé mi cartera allí. No había rastro de Harry en todo el recorrido que hice en la casa, o sea solo la cocina. Encendí la licuadora y saqué del refrigerador bananas. Sí, quería un batido de bananas. Las partí en pedazos y las coloqué allí. Luego saqué leche y eché lo suficiente. Después, saqué unos cubitos de hielo y licué. Cuando estaba listo paré de licuar y serví un poco en un vaso. Me senté en la mesa de la cocina y nada, Harry no aparecía por ninguna parte. De repente escucho fuertes golpes bajando por las escaleras. Aquí viene él. Se paró en frente del umbral de la puerta y me observó, seco, enojado y con el ceño fruncido.
-¿Dónde estabas? -preguntó.
-En casa de Alexa. ¿Dónde estabas tú? -le pregunté.
-Donde mi mamá. -dijo.
-Ah, claro. -dije y tomé otro sorbo de mi batido.
-¿Podemos hablar? -dijo, su furia de fue.
-¿Hablar sobre qué? ¿Sobre tu necesidad de salir de la realidad? Creo que ya lo tengo todo claro.
-Richelle, no me refería a ti, ni mucho menos al pequeño. Ya te lo dije esta mañana.
-Sí, sé que me lo dijiste, Harry. ¿Pero qué querías que pensara? ¿No te pasó por la mente que pensaría que querías salir de nosotros dos?
-No, pensé que serías un poco más inteligente y pensar lo mismo que yo pensé.
-¿Ah, entonces no soy inteligente? ¡Ay, Harry! Cada minuto vas y cagas más la situación. -dije, parándome de la mesa y caminando en dirección a nuestra habitación.
-¡No me des la espalda Richelle! Quiero hablar esto contigo sin ningún berrinche.
-¡No estoy haciendo ningún berrinche, mierda! -dije, acostándome en la cama.
-¿Por qué creíste que me refería a ti? -preguntó, yo me quedé en la cama- Contéstame.
-¿Por qué, Harry? ¡Porque ahora somos tu realidad! ¡El bebé y yo somos tu realidad! Y si dices que te quieres alejar de la realidad, entonces te quieres alejar de nosotros.
-Richelle, dime si te hice sentir mal. Dime si ahora me odias para pedirte perdón. No sabes cuánto odio discutir contigo.
-No quiero decirte que me perdones, quiero que te nazca, Harry.
-Entonces tardaremos mucho. -dijo- No sabes cuánto odio pelearme contigo, pero es que a veces eres muy... muy.
-¿Muy qué, Harry? A ver, sólo dímelo, ¿muy qué? ¿inmadura? ¿descuidada? ¿estúpida? Que conste que estoy diciendo las palabras que me dijiste cuando te enteraste de mi embarazo. -dije, levantándome de la cama y enfrentándolo, él frunció el ceño.
Nuestra cercanía era extremadamente... cercana, sí, esa es la palabra correcta. Sentía su respiración contra mi cabello, sí, él era muy alto. Miraba su rostro y él el mío. ¿Qué pasaría ahora? ¿Por qué sentía que lo odiaba? ¿Por qué?
Agarró mi rostro lentamente, causándome escalofríos. Me miró, lentamente, como observándome y tratando de descifrar algo. Luego acercó sus labios a los míos y me besó, lenta y tortuosamente. ¡No Harry! ¡No puedes besarme cuando estamos peleados! ¡No!