Al terminar de comer mi delicioso desayuno coloqué todos los platos en el fregador, los lavé rápidamente y subí a mi habitación para darme un baño tranquilizante. Llené la tina, le tiré jabón y esperé a que éste se transformara en espuma. Me quité la bata y la ropa interior de anoche y me amarré el cabello para que no se mojase. Recosté mi cabeza sobre la cabecera de la bañera y cerré los ojos, oh sí...esto era tranquilidad.
Después de algunos minutos, cuidado horas, salí de la bañera ya lista, más calmada, más tranquila. Me enrollé en una toalla y fui hacia mi armario. Hoy tenía planeado sembrar algunas plantas en el patio trasero. Me puse un pantalón hasta las rodillas y una correa. Una camisa color blanca y me amarré el cabello con una cola de caballo. Hoy habia mucho sol y lo más inteligente sería usar ropa que no dé tanto calor.
Salí a la parte trasera de mi casa con una pequeña pala, agua en una botella de jardinería y algunas semillas para las flores. Abrí un par de hoyos en el césped y puse una semilla en cada una, 9 en total. Luego le eché agua, para después ponerle la tierra encima nuevamente. Eran las 12:00 de la tarde, ¿tan rápido se pasó el día? Increíble. Harry no llegaba y eso me extrañó completamente, ¿dónde se habría metido mi niño lindo?
Fui a la cocina y agarré el teléfono, marqué su número y apreté para iniciar la llamada. Sonó 2 veces y luego de eso escuché su dulce voz. Había mucho ruido en el fondo, ¿dónde mierda estaba?
-¿Dónde estás Harold? –pregunté, seria.
-Estoy en el gimnasio bebé. –dijo, sentí su sonrisa.
-¿Por qué tanta bulla? –pregunté.
-Pues están haciendo aeróbicos con música, es muy divertido. ¿Por qué no vienes?
-Ya te dije que no me siento bien... además, estoy haciendo cosas en la casa. Pásatela bien allá, adiós. –colgué.
¿Así que prefiere hacer aeróbicos que estar con su prometida? Está bien... como quiera.
Me quedé allí parada, sin saber qué mierda hacer. De repente, me dieron ganas de llamar a John para ver cómo estaría. Saqué mi teléfono celular y marqué su número. Sonó 1 vez y luego alguien contestó:
-¿Si, buenas? –preguntó una voz extremadamente ronca, pareciese que estaba en una oficina.
-Eh... ¿John? –pregunté, nerviosa.
-Imposible, Richelle ¡pensaba que habías muerto mujer! –exclamó un poco alto.
-Pues ya sabes que aún sigo vivita. –dije, sonriendo.
-¿Cómo has estado nena? ¿Todo bien con ese? –preguntó.
-Sí, todo bien con Harry. Bueno... no exactamente bien.
-¿Qué sucede? Venga, dime, sabes que cuentas en todo conmigo. –dijo, dándome un aire de protegida.
-Pues, anoche tuvimos algo como una discusión.
-¿Y eso por qué fue? ¿Qué hiciste?
-Pues llegué a casa tarde... pero estaba en casa de Melanie así que aún no justifico nada.
-¿Le llamaste para hacerle saber que estabas donde Melanie? –preguntó, callé unos segundos- No, ¿cierto?
-Lo olvidé completamente.
-Entonces sí le doy justificación a su enojo. Es tu prometido, se preocupa por ti y tu salud, se preocupa por todo lo que vaya contigo, entiéndelo, es otro motivo por el que debes saber cuánto te ama.
Mierda.