Christian, Sebastián y Harry fueron al patio trasero, se sentaron en la mesa con las barajas y empezaron a jugar. Anne y mi madre fueron a la cocina a hablar de cualquier tema en especial. Gemma, Melanie y yo fuimos a la parte trasera de la casa, admiramos las flores un buen rato.
-Elle, ¿estás bien? Te he notado muy extraña. –dijo Gemma.
-Sí, estoy bien. –dije.
-¿Te sientes segura con lo de la boda, hermana? –preguntó Melanie.
-Más segura que nunca. –acepté.
-¿Y por qué estás así? Desde hace horas que veo tristeza en tus ojos. –dijo Melanie.
-No es tristeza, es preocupación. –dije, aceptando.
-¿Preocupación por tu boda? Hermana, todo saldrá bien. –dijo Melanie.
-Preocupación por un futuro. –dije.
-¿Preocupación por un futuro? ¿Qué te preocupa de tu futuro? –preguntó Gemma.
-Temo el no poder darle a Harry todo lo que quisiese.
-¿A qué te refieres? –preguntó Gemma.
-¿Saben? Sólo olvidemos todo esto, ¿si? Solo soy yo en uno de mis momentos estúpidos. –dije tratando de sonreír.
-Está bien. Hagamos algo. –dijo Gemma- Mañana iremos a Yoga. –dijo.
-¿Practicaremos Yoga? Años que no lo hago. –dijo Melanie- Y además sería sano para el bebé.
-Está bien, mañana iremos. ¿A qué hora y adónde? –pregunté.
-Yo me quedaré a dormir esta noche en casa de mi madre, así que podríamos encontrarnos en la plaza a las 10 de la mañana. –dijo Gemma.
-10 de la mañana en la plaza, listo. –dijo Melanie.
-Chicas, chicos, entren por favor. –ordenó mi madre acompañada de Anne.
-Tuviste suerte esta vez Sebastián, ya te iba a ganar. –dijo Christian.
-Y yo siempre quedaba atrás. –dijo Harry.
Todos entramos y nos sentamos en los sofás. Sebastián alado de Gemma, Christian alado de Melanie, Anne con mi madre y Harry alado mío. Empezamos a hablar de cualquier tema, Melanie nos comunicaba sobre su embarazo, ella esperaba a el parto para saber el sexo del bebé. Sebastián nos hablaba sobre la aparición de su padre, el cual estaba perdido en el amazonas desde hace 3 meses. Gemma nos hablaba de su último año el cual había sido bueno.
Yo no tenía casi nada que decir, solo escuchaba muy atenta a lo que los demás nos decían.
Llegaron las 8:00 de la noche, yo me estaba muriendo de sueño. Me levanté del sofá y subí las escaleras en dirección al baño. Entré, prendí la luz y cerré la puerta. Me lavé la cara y después los dientes. Amarré mi cabello con una cola de caballo y bajé nuevamente a la sala. Mi madre le estaba dando café a todas las personas mientras que Anne colocaba dulces en la mesa del centro, al parecer no tenían intenciones de irse jamás. El timbre de la puerta sonó, dos veces, tres, cuatro. Mi madre fue a atender con una sonrisa en su rostro. Cuando escuché esa voz gruesa me di la vuelta, era mi padre con un ramo de rosas rojas, corrí y me le lancé encima, el sueño se me había ido mágicamente.