-¿Por qué te quedaste callada? ¿Algo que no le has contado a nadie? ¿Un secreto? –preguntó.
-¡Ay, esto es muy duro John! –exclamé, ya un poco estresada por el embarazo.
-¿Qué sucede amiga? ¿Te puedo ayudar en algo? –preguntó, sí, me puedes ayudar en todo.
-John, estoy embarazada y ahora no sé cuándo carajo decírselo a Harry porque tengo miedo de su reacción. –dije.
Escuché una puerta cerrarse fuertemente detrás de mí. Había llegado y escuchado todo, mierda, mierda y más mierda. Le dije que John que lo llamaría pronto, él aceptó y me deseó suerte, sabía que él había llegado. Me giré sobre los talones y miré su rostro, tenía una línea recta en sus labios y el ceño fruncido. Me miraba con una expresión terrorífica. Se fue acercando a mí, lo suficiente como para matarme de miedo.
-¿Cuándo pensabas decírmelo? ¿Cómo pudiste ser tan estúpida y descuidada? ¿Por qué mierda prefieres decírselo a ese maldito que a mí? ¿Eh? ¡Respóndeme, mierda! –me gritó, no evité empezar a llorar.
-Harry... yo. –dije apenas en un susurro.
-¡Deja de llorar, mierda! Esas malditas lágrimas de cocodrilo no me quitarán la rabia que te tengo. Primero: ¿un bebé? ¿en serio? Tienes más de 10 pastillas en el cajón de allí y ninguna te la tomaste, ¿por qué mierda Richelle? ¿hiciste esto a propósito o qué?
-No, Harry. Claro que no fue a propósito. –respondí, aún en susurro.
-¡Habla más alto mierda!
-¡NO ME GRITES! ¿NO ENTIENDES QUE TENGO UN SER DENTRO DE MÍ? Y AÚN ASÍ QUIERES QUE GRITE. –grité, lo más fuerte que pude, ya estaba harta, completamente harta.
Subí a mi habitación hecha fuego, ignorando los gritos de Harry que me seguía. Me senté en la cama y me crucé de hombros, estaba muy pero muy enojada.
-Quiero que me escuches claramente, ¿entiendes? –dijo, parándose en frente de mí- Mírame.
-¿Qué quieres, Harry? ¿Me seguirás abucheando sólo por qué olvidé tomar las pastillas? ¿Me seguirás culpando de todo esto? Sólo dime la respuesta para poder agarrar mis maletas e irme de aquí inmediatamente.