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"La trampa del malvado son sus propios pecados: pero el hombre honrado vive alegre y feliz."

Proverbios 29.6

Mauricio (en la actualidad)

Estoy de pie al lado de la puerta, sacudiendo la ceniza del cigarrillo y con la otra mano sosteniendo la botella de cerveza. Heme aquí solo y vacío. Con gente a mi alrededor, pero solo.

Estoy sobreviviendo ante el rechazo obstinado de Aurora. Ha pasado mucho tiempo y he estado entre nuevas caras, nuevos amigos, nuevas costumbres, un nuevo trabajo, nuevas y mejores fiestas. Pero eso no basta para llenar el vacío dentro de mí, un vacío que en soledad te arrastra y te recuerda lo infeliz que eres.

Veo a una chica pasar a mi lado, haciendo un gesto sensual posando sus ojos sobre mí. Y eso me recuerda a la única persona que quizá si le llegue a importar más que mi propio padre, más que mis amigos, más que Aurora. Diana... vagos recuerdos vienen a mi mente y el corazón se me estruja al pensar en su muerte. Entonces también Dios viene a mi mente; pienso en que ni su poder, su palabra, ni su iglesia pudo contra los arrebatos y los mismos demonios de ella. No pudo con Diana... ¿Por qué? ¿Qué pasa? Por alguna razón ella había decidido morir. Muchas veces la vi llorar y trataba de comprender por qué lo hacía si según ella ya había recibido a Dios en su corazón o como sea que mierda digan esos cristianos locos. Las mujeres son complicadas, pero Diana, carajo, ella sí que era de armas tomar. Yo también intenté suicidarme, pero en ese momento el recuerdo de mi madre me hizo pensarlo una vez más, darle una última oportunidad a la vida. No quiero fallarle. No puedo.

De repente, me volví y observé a mí alrededor. Jonathan y mi nuevo amigo Alberto estaban tumbados sobre el asfalto, fumándose un cigarrillo. Recojo mis cosas, me pongo la chaqueta y camino al interior de la casa. La música hacía vibrar la casa y el murmullo de la gente aminoraba el estruendo de la melodía electrónica.

ꟷ ¡Qué onda, wey!ꟷ

Apagué el cigarrillo y tiré la colilla antes de saludarlo de mano. Le salude con un gesto ameno y le di la mano.

ꟷ Que onda... ¿Qué hay de nuevo?

ꟷ Pues no mucho, mi Mau, ya sabes... al rato te lanzas a la carrera de motos, ¿o qué?

ꟷ No sé ꟷ respondo apartando la mirada hacia las dos chicas que se encuentran sentadas en el sillón.

ꟷ Vamos, habrá cerveza y de ahí nos podemos ir al after ꟷ me dice mi compañero dándome una palmada en el hombroꟷ. ¿Qué traes, carro o moto?

ꟷ Traigo el carro de mi papá, ¿por qué?

ꟷ Vale, pues invita a una de esas sabrosonas y lánzate. Llevas unas amiguitas eh... ¡no seas envidioso!ꟷ me dice bufándose.

Río con él y meneo la cabeza dándole un sorbo a mi cerveza.

Camino hacia las chicas esbeltas y hermosas, y entonces, viene a mis ojos el rostro de Aurora. Ella está sentada a un lado de otra chica con su faldilla y zapatillas, así como me encantaba verla. Parpadeo y me sobo las sienes. En ese momento, el rostro de mi amada desaparece y aparece una chica diferente con una falda corta y un croptop. El largo cabello negro le queda bien. Entonces me di cuenta: tengo que dejarla ir. Me tirare a cualquiera de ellas y así la dejare ir, como siempre. Necesito matar la imagen de Aurora en mi mente y correr tras otra chica para distraerme.

Puse mi cara seductora y me aproximé a ella.

ꟷ Hola ꟷ me dijo sonriendo de oreja a oreja.

Fácil, esta ya es mía.

Amar merece la pena [TRILOGÍA #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora