"Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza."
Jeremías 29.11
Nazaret.
El viento golpea mi cara fuertemente. El verde irradia en las hojas de los árboles, las flores predominan en medio de la atmósfera. La primavera ya yace aquí.
Observo a mi lado a mi mejor amigo de la iglesia y me pregunto si sería difícil olvidarme de él. Parecía imposible, ya que manteníamos una unión fuerte desde que comencé a ser líder de alabanza de esta iglesia evangélica.
Cuando me instalé en Monterrey, Alex y yo éramos nuevos integrantes de la familia cristiana de la iglesia "La Paz", nuestros padres se volvieron amigos a distancia, así que de vez en cuando conversábamos o pasábamos tiempo juntos. De un tiempo acá, cogíamos las bicis y salíamos a pasear juntos, a conocer las calles y respirar el aire de la ciudad.
Me ponía feliz cada que Alex pasaba por mi cada mañana, porque era la persona más divertida, extrovertida pero entregado a Dios como a nadie más había visto. En esta tarde en cuestión, se había puesto unos shorts cafés y una playera azul de polo pegada. Yo al verlo, me fui a poner lo mismo. Parecíamos hermanos gemelos.
Alex tiene un extraordinario don con el violín y la guitarra, algo que lo ha ayudado a ser parte del grupo de alabanza. He aprendido más de él que el de mí. También viene de intercambio de una iglesia llamada "Cosechando la mies". Me parecía grato saber que no sería el único con los nervios de punta al saber que soy el único nuevo del grupo, me reconforta el haberlo conocido.
Ahora bien.
Aurora...
Todavía resonaba en mi cabeza la frase "Hasta luego. Te quiero" que habíamos pronunciado juntos en el aeropuerto, antes de partir. Por alguna misteriosa razón, esas palabras me alentaban todos los días y me impulsaban a no rendirme. Era cierto que nos veríamos después de un año, dos, o tres; lo que Dios quisiera, pero Aurora se encontraría haciendo otras cosas para el Señor aunque con el mismo nivel de pasión e intensidad a como cuando la deje. Un año. Después de todo lo que nuestra relación había vivido (el conocernos, el rechazo, el aborto, Mauricio, la muerte de Diana), pero esta etapa la sentía más crítica y severa a comparación de todo eso. Tengo que reaccionar igual a como todo lo que había dejado atrás antes de Aurora. Ya no había vuelta atrás.
Respiré con dificultad, luego emití un gemido leve y me moví. Alex se volvió a mí. Él se encontraba con las manos levantadas cantando. Por un segundo perdí la noción del tiempo y del lugar. Aun estábamos en medio del servicio, tocando corazones con la alabanza.
Pero la calma me invadió como ráfaga. Dios estaba en control. Lo sabía.
Me sentía en paz y esa sensación tranquilizaba todo mi ser. Aurora y yo no teníamos alternativa. Esto era lo que queríamos hacer desde un principio. Ella seria misionera y yo serviría en la música a Dios. ¿Cómo podíamos vivir así día a día con la idea de sacrificar nuestras ganas de vernos? ¿Acaso alguien ya lo había hecho? No había tiempo para extrañar o sentir tristeza porque era para sentir todo lo contrario. No era para desear que las cosas fueran de otra manera. La realidad era que Dios estaba cumpliendo el propósito para nuestras vidas... era lo que tenía que suceder.
Mis pensamientos se evaporaron y quedaron suspendidos cuando alce mis manos y cante con fuerza. Sentía su presencia en mis manos, en mi pecho, en mis pies, en todo mi ser. ¡Aleluya mi Rey! Había encontrado el equilibrio de mi vida gracias a Él.
(...)
Junio.
Nos encontrábamos en medio de la abarrotada gente. Unos caminando en una dirección y otros formados esperando entrar al auditorio. Alex, Max y yo nos manteníamos unidos, charlando y bromeando a la vez. Me sentía emocionado de poder asistir a un concierto de Bethel Music en México.
Tras una larga y pesada temporada en el que preparamos al grupo de alabanza de la iglesia e integrábamos gente nueva a la misma, nos dimos un break y decidimos ir a un tour por todo el país para presenciar los mejores conciertos y las mejores conferencias cristianas. Esta era una de esas.
La gente vociferaba emocionados y saltaba cuando las puertas del auditorio de abrieron y comenzaron a avanzar. Las luces de colores destellantes rodeaban todo el oscuro y grande lugar. Las personas caminaban como hormigas en medio del nido. La música retumbaba y todos comenzaron a cantar.
La introducción empezó con "How he loves", y yo cantaba con todas mis fuerzas y amor. Podía sentir la música deslizarse de pies hasta las puntas de mis cabellos. Cada palabra pronunciada resurgía desde lo profundo de mi corazón: me estaba conectando y entrando en un ambiente espiritual muy fuerte. Imaginé a Jesús sentado en su trono. Su rostro resplandecía como el sol al amanecer. Sus pies tenían las cicatrices y sus manos también... todo él era nuevo, pero mantenía la marca que lo había vuelto Rey sobre todo hombre.
Entonces oí su voz. Mi corazón dio un vuelco porque Él hablaba a mi corazón:
<<Quiero hacer esto con tu vida...
Quiero que tú y tu esposa compartan el espacio, un lugar, un espacio... para llevar el evangelio. Lleven mi palabra a otros. >>
Caí de rodillas.
Lo entendí todo.
Dios estaba reduciendo en pocas palabras todo lo que tenía que hacer con mi vida. Cuando decidí hacer todo a mi manera... Él viene a decirme que hacer. Esta convicción se ha vuelto más fuerte. Lo sé. Él me ha confirmado lo que tanto le había pedido en oración y ayuno.
Entiendo que la mujer de mi vida tiene que ser una mujer que va a tener que estar dispuesta a sacrificar muchas cosas por el evangelio. Llevar la palabra de Dios a las personas que están en necesidad. Eso es lo que tengo que hacer.
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Amar merece la pena [TRILOGÍA #3]
SpiritualTras la muerte de su amiga, Aurora lucha por seguir con su vida a pesar de su doloroso duelo. Sedienta por vivir en la presencia de Dios; decide permanecer en su amor. Aurora trata de encontrar las fuerzas para levantarse en medio de la tribulación...