57

182 26 3
                                    

"Las cuerdas del propósito en tu vida nunca se aflojan, están fuertemente atadas a tu futuro en el cielo, y sujetas por esperanza"

Col. 1:5 (MSG)

Allá llegamos y desde bien temprano sentimos que la decisión de asistir a casa de Bertha había valido la pena y las ocurrencias no se hicieron esperar. Sentí que volvía a tener 17 años y estaba de fiesta con los amigos, pasándola bien, aprendiendo a controlar mis deseos sobre algo a lo que soy débil. Pero ya no. Ahora solamente observaba, pero me divertía mientras los demás estaban desenfrenados. Disfrutaba de la música y de la gente. Entre pláticas y sorbetes de sodas o jugos de naranja – porque Bertha si pensó en los jóvenes que no querían tomar alcohol o simplemente no podían -, nos levantamos a bailar o a jugar a los bolos con los vasos de plástico y una pelotita de ping pong. Lo sé, he estado ahí muchas veces. Y también pienso, en que no hay mucho por hacer aquí. Tenemos la escuela, los centros comerciales, fiestas en casas o en garaje. Eso es todo. Lo acepto. Así es como está la mayor parte del país y los jóvenes. No hay un propósito definido y la vida se resume en encontrar "el amor verdadero", tener un empleo estable o ser famoso, etc, etc. No hay algo más allá.

De pronto, un carraspeo me sobresalta de entre mis pensamientos.

Es Bruno.

— Disculpame

— Estas aquí — afirmo, no muy animada.

Sólo finjo ser dura, para que se aleje de mí. No tengo nada contra él, pero no me da confianza el hecho de que trate de flirtear conmigo. Acontecimientos muy malos pasaron cuando se lo permití a uno de los chicos más malos de la colonia. Bueno, nadie es malo, pero si doble moral en sus adentros.

Él se sienta a mi lado.

—No pensé que fueran a venir. Eder y tu son muy conservadores.

—Tu tampoco deberías estar aquí, amigo.

Bruno soltó una risotada.

—Lo sé, pero tenía ganas de convivir. Es el último año de mi amiga y no se la quería perder. Puedo estar en la lumbre sin quemarme como tú.

Le echo un vistazo y sonrío... vaya que si es astuto.

Sat on a roof. Named every star. La letra de una canción suena de fondo. Es Coldplay, una de mis bandas favoritas de hace años. Amazing day es la canción.

Bruno arquea las cejas.

—¡¿Ya oíste?! Esa rola está bien chida. Me encanta. Esta como para ver la luz de la luna y las estrellas.

Río.

—¿Qué? —me pregunta.

—¡Que cursi!

—Nooo. No me digas eso porque tú eres la más enamoradiza del grupito.

Me vuelvo a ver con los ojos entrecerrados.

—Sin ofender. Fue un cumplido —asegura.

Suelto un suspiro y le tomo a mi jugo de naranja.

— Pero tienes razón. Esta hermosa esa canción como para ver la luz de la luna.

— Es una fiesta, ¿Por qué la ponen? Aun no hay chicos tirados al suelo o llorando en el rincón.

Reímos al unísono.

—No es necesario. Siento que es la fiesta más relax a la que he asistido.

—¡Ven! Hagámoslo real y único. ¿Y si vamos afuera? —pregunta entusiasmado tomándome de la mano.

Amar merece la pena [TRILOGÍA #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora