"¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Cómo esta escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!"
Romanos 10.15
Durante unos segundos, no nos movimos.
De cada extremo de la sala donde nos encontrábamos, arriba de nosotros, llegaba el sonido de pies corriendo o que subían y bajaban las escaleras. Un momento después ese espíritu irrumpía por toda la casa.
Entonces Adolfo dijo:
- Vayámonos de aquí.
- Ssssh - siseo Rene, caminando con cuidado, tratando de no hacer ruido.
- ¿Qué es eso? - pregunto uno de los hijos aterrorizado.
Los susurros , los pies, el ruido se apagaron de repente cuando vimos una figura colgando en la esquina del comedor, en la pared, mirándonos. Me sentía con miedo y asustada. Asustada, porque comprendía algunos relatos leído en libros de terror cuando era inconversa, en los que los demonios salían de la gente a dar la cara para aterrorizar todo aquel que se le pasara en frente. En cuanto a la vibra que soltaba aquel espíritu, es difícil de explicar. Se trataba de una sensación de soledad , algo melancólica. Estaba fuera de serie, nada bueno cabe mencionar.
Permanecimos juntos, en circulo, levantando las manos y comenzando a clamar. El gruñir de aquel espíritu se hizo presente y causo que la piel se me pusiera de gallina. El pastor alzo más la voz y clamo sin cesar. ¿Era esto cierto? ¿No es acaso una de mis pesadillas? Recordé aquel sueño donde veía a una mujer demonio, diciéndome que el hijo que había matado ahora era suyo. Mene la cabeza y clame con más fuerza.
Tania y yo vimos que el espíritu abrió los ojos amarillos y espectrales, mirándonos fijamente, abriendo y cerrando las mandíbulas. Sus ojos se clavaron en nosotros, fulminante, yo clame más fuerte y aquello rugió más.
- Dime que esto no es real - murmuro Tania, temblando.
Seguí en lo mío, no deje que el miedo se apoderara de mí. Uno de los hijos, aterrorizado por el gruñido del espíritu, se abrió paso a empujones. Lo vio correr y se movió con una asombrosa rapidez por todo el cuarto, mientras los demás se llevaban las manos a la cara asustados. Tania corrió con él, codo con codo. Ambos se golpearon y cayeron al suelo. Entonces comprendí, que eso era lo que lo alimentaba, el miedo.
Las voces roncas, desgarradoras me invadieron la mente, casi aplastándome el cerebro. Sentí hundirme pero no flaquee, seguí orando y clamando, gritaba en el nombre de Jesús con todas mis fuerzas. Uno de los hijos cayo al suelo, desmayado. Rene corrió a el en apoyo. Tania salio de la casa llorando y el otro hijo se encerró en el baño. Todos estábamos viendo como aquel ser nos acorralaba, pero el pastor y yo no nos deteníamos.
Por un momento temí morir en el intento, pero era ganancia si moría el día de hoy. El ser ataco con sus pezuñas. La señora se golpeó inútilmente contra el suelo. El ser se inclinó hacia ella como para chuparle algo dentro: el alma, quizá. Yo, en lugar de retroceder, me adelante y, en vez de solo gritar, me aproximé y abrí mis brazos. Cubrí a esa mujer con mis brazos, implorando. Entonces ella soltó un grito inarticulado, empujando con fuerza para que la soltara, impulsándose con las piernas. Y logró desmayarse del todo. Aquel espíritu empezó a disiparse, estaba otra vez en la oscuridad del cuarto, escondiéndose. Ahora era ese espíritu el que estaba lleno de terror; sus ojos veían algo, a alguien... a lo lejos. Me volví, vi una luz. Y pude percibir que era: el Espíritu Santo envuelto en una capa de luz. El sonido de mi corazón se tranquilizó.
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Amar merece la pena [TRILOGÍA #3]
SpiritualTras la muerte de su amiga, Aurora lucha por seguir con su vida a pesar de su doloroso duelo. Sedienta por vivir en la presencia de Dios; decide permanecer en su amor. Aurora trata de encontrar las fuerzas para levantarse en medio de la tribulación...