"¡Tú eres toda hermosa, amor mío! ¡No hay en ti ningún defecto!
Cantares 4.7
Aurora.
Cuando el curso llegó a su fin, yo estaba ocupadísima con los exámenes y pruebas finales, las presentaciones en vivo y demás. Pero me prometí a mí misma que, en cuanto a cavase todo aquello, iría a casa a buscar a Eder. Decidida a hablar de frente.
Un día más y seriamos graduados.
Por mucho que me hubiera encariñado con mis nuevos amigos, extrañaba mucho a Eder y a todos los demás. Cuando estoy con él, puedo relajarme y ser yo misma. Es verdad que era nuestra relación con altas y bajas, pero hasta ahora era con la única persona que podía sostener una conversación de verdad. Pensaba que si me estaba poniendo muy limitante con los hombres me dirían cotizada o que siente que todas las puede, pero la verdad es que había resultado, salvo con Adrián, quien se convirtió en poco tiempo uno de mis mejores amigos de instituto.
—¡Eh, tú! — Eder se acercó a mi corriendo cuando nos entregaron nuestro diploma.
Yo le devuelvo el saludo con una sonrisa, un poco tímida, por cierto.
— Hola Adrián. ¿Quién viene contigo?
Adrián mueve la cabeza, como buscando a alguien.
— Mis padres... deben de estar por ahí, ¿y tú?
— Mi madre nada más, papá tuvo que ir a trabajar.
— ¡Aurora Lobett!
Una voz masculina me sobresalta de momento.
Cuando me vuelvo, un hombre alto, barbón con el cabello canoso se acerca a mi dándome un cálido abrazo.
— Me han hablado mucho de ti — murmura el señor con voz ronca.
Adrián frunce el ceño riendo.
— Pues espero que cosas buenas — digo.
— ¡Claro que cosas buenas, jovencita! ¡Cosas buenas! — dice riendo.
— Lo siento. Te presento. Mira, Aurora, me imagino que lo recuerdas. Él es mi padre...
Lo observo y entonces viene a mi memoria el concierto al que fui con mis amigos de la iglesia.
De inmediato estiro la mano y lo saludo cordialmente, presentándome.
Por dios, el padre de Adrián. Es mucho más de lo que esperaba. Quizá conocerlo a él y a su familia me permitirá ordenar más mis ideas sobre él. De pronto quiero conocer también a su mamá, que pronto se nos une en la celebración, y luego mi madre y luego todos juntos.
La mujer rubia y esbelta, me mira con expresión de agradecida, no deja de dedicarme una cálida sonrisa cada que cruzamos palabras o miradas. Mi madre platica entusiasmada con el señor, padre de Adrián. Y por un momento Adrián y yo nos cohibimos al ver que se han llevado tan bien.
De momento, mientras escucho su conversación sobre las nuevas tendencias de enseñanza bíblica para jóvenes dentro de la iglesia, yo escucho cerca mientras me tomo mi jugo de naranja. Entonces Adrián se aproxima tomándome del hombro:
— ¿Puedo hablar contigo? — su tono suena entusiasmado.
— Si...— pronto noté que yo también me había puesto nerviosa.
— Primeramente... te ves hermosa—murmura inclinándose a mi mejilla.
Yo me ruborizo y sonrío.
Me coge de la mano y me lleva al pequeño bar del jardín.
— ¿Qué quieres tomar?
Esbozo una ligera sonrisa y me siento en el taburete frente al bartender.
— Lo que sea que no tenga alcohol.
— ¡Sabes que aquí no dan alcohol, amiga! — advierte Adrián.
Pide dos piñadas, me la entrega y se sienta frente a mí.
Apoyo los codos en la mesa, tomándome mi bebida. Me vuelvo a verlo con ojos entrecerrados, el también me mira. Me remuevo incómoda ante sus ojos escrutadores, con el corazón latiéndome a toda prisa. ¿Qué me pasa?
— ¿Está contenta? — me pregunta amablemente.
— Si.
— Yo igual.
Muy bien. Presiento algo. ¿Por qué no va directamente al grano?
Sonríe y coge una papa con sus dedos. Se la mete a la boca mientras me dedica una ligera sonrisa. Yo lo miro con el ceño fruncido.
— Quería decirte algo, pero no sé cómo lo tomes — comenzó a decir.
— Muy bien. Pues solo dilo.
— Estoy contento de que por fin hayamos terminado el curso, ahora sí, a empezar nuestro sueño. ¿Tienes planes después de esto? ¿A dónde iras?
— Bueno... regresare a mi pueblo — soltamos una risa burlona —, comenzare a planificar las ideas para el ministerio de alabanza en mi iglesia y quizá abra un devocional en línea para jóvenes. No sé, a donde Dios me lleve.
— ¿Y tu chico?
Me detengo. Mis ojos se posan con los suyos y lo miro de forma extrañada.
— ¿Mi chico? No tengo chico. No estoy saliendo con nadie, y lo sabes.
— Entonces... ¿puedo invitarte a salir?
Frunzo el ceño. Su cara pronto lo empieza a delatar junto a las palabras que acababa de decir.
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Amar merece la pena [TRILOGÍA #3]
SpiritualTras la muerte de su amiga, Aurora lucha por seguir con su vida a pesar de su doloroso duelo. Sedienta por vivir en la presencia de Dios; decide permanecer en su amor. Aurora trata de encontrar las fuerzas para levantarse en medio de la tribulación...