61

198 28 0
                                    

"Pon en manos del Señor todas tus obras, y tus proyectos se cumplirán"

Proverbios 16.3

Adrián.

Después de la universidad, mi intención era tomarme un año sabático, "para pensar" en lo que iba a hacer de mi vida. Mi padre quería que fuera a Hillsong College o a un colegio bíblico como algunos de los hijos de otros pastores, pero al escuchar la voz de Dios eso no fue posible. Y no es que no quisiera que yo creciera espiritualmente, claro que no, sino que los planes de Él para mi vida fueron diferentes, hacia otro sentido espiritual.

Desde que me gradué de la universidad, comencé a trabajar en una productora distribuidora de aguacates. Me encargaba de una bodega, monitoreando y suministrando las entradas y las salidas de la mercancía. Había conseguido ese puesto por las influencias de mi padre, quien la mayoría de la ciudad de Monterrey lo conocía y le tenía mucho respeto. Gracias a su buena reputación entre la sociedad, él pudo mover ciertos hilos y posicionarme en un puesto "alto", dentro de la distribuidora de su amigo. Así que, no me iba nada mal. Laboraba de lunes a sábado y recibía un buen recurso monetario que me ayudaba a vivir de forma decente y pagar algunos gastos escolares y personales. No me podía quejar, la verdad, pero sentía desde hace meses, que no estaba haciendo lo que de verdad mi corazón anhelaba. Sentía un vacío porque no estaba cumpliendo el propósito de Dios en mi vida. Tenía una visión de hablarle al mundo del amor de Dios. Para ser sincero, no estaba contento con lo que estaba viviendo.

Así que pensé, que en cuanto se presentara la oportunidad de entrar a un curso bíblico para crecimiento personal y espiritual, lo aprovecharía y me iría. Me tomé el tiempo, al llegar a casa del trabajo, buscar en internet y entre los influencers de Instagram; un curso, un lugar a donde pudiera ir para poder prepararme mejor junto a mi llamado.

"Hola"

Una amiga me mandó un mensaje de Facebook. Era Paulina, de la iglesia local. De inmediato le respondí:

"Hola, tú"

"Qué haces?"

"Pues... nada. Buscando unos cursillos."

"Jajaja... ¿cursillos?, ¿de qué o qué?"

Suspiré. Me quede viendo la pantalla de mi lap top, pensando. Tenía que decirle a alguien lo que estaba planeando hacer.

"Te acuerdas de la visión que Dios me había dado en un sueño?"

"Sí..."

"Bueno, pues estoy en eso"

"Espera... ¿te vas a ir de la ciudad?"

"Algo así. Necesito, tengo un fuerte deseo de prepararme. Necesito algo que hable de capacitación ministerial y liderazgo"

"¡Wow! Pues que padre por ti. Oye, este fin de semana hay una reunión, un campamento de jóvenes, ¿quieres ir?"

Por un momento me la pensé, pero si tenía hambre de Dios y quería que él me indicara hacia donde debía ir, tenía que tomar todas las oportunidades de reuniones de la iglesia para poder conocer y saber ese llamado en específico. Aún no tenía bien claro hacia dónde Dios quería que fuera.

"Ok, si vamos"

"Paso por ti entonces, nos vemos"

"Bye, Pau"

Así que me pasé toda la noche tumbado en mi cama, pensando, hasta que lentamente me quedaba dormido. Gracias Dios, por quitarme el sueño en esto.

Amar merece la pena [TRILOGÍA #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora