"Pero el no quiso escucharla; como era más fuerte que ella, la forzó, y se acostó con ella"
2 Samuel 13.14
Aurora.
Nos están haciendo esperar. Llevamos aquí hace media hora y todavía seguimos sentados frente a la recepción de la comisaria, mientras yo hojeo la biblia que tengo en mis manos. Estoy pensando en levantarme y entrar a la fuerza, no puedo esperar más. Nazaret me toma de la mano y la aprieta ligeramente, en señal de tranquilizar mis nervios. Volteo a verlo y él me niega con la cabeza.
ꟷ Tranquilízate, todo va estar bien ꟷ me susurra sin soltarme.
Mi corazón se apacigua. Creo que se debe a su dulce voz, baja y serena. Este chico siempre logra en mí lo que solo Dios puede hacer. Estrechándole la mano, le regreso el gesto que él me envía. Trago saliva y me pierdo entre mis pensamientos.
Pienso en Diana, recuerdo su esencia, y su ligera pero hermosa sonrisa que me regalo la última vez que la vi. Ese día pasaba algo y trataba de decírmelo, pero yo no supe escucharla. No debería haberla dejado sola. Sólo empeoro la situación y deje que mi amiga se sumergiera en su propio vaso de agua. Sin embargo, he venido aquí por respuestas, y trato de entender la posición de Fernando a todo esto. Él necesita mi ayuda tanto como Diana lo necesitaba aún a pesar del mal que le hizo, y yo sé que debe tener motivos catastróficos y una justificación a todo esto. Al menos así es como lo siento, por contradictorio que parezca. Vi cómo trataba a Diana. Era cariñoso y atento. Un tanto violento y celoso, pero esa era su forma de demostrarle su amor – aunque sé que eso no es amor-, esto me recuerda al versículo de Corintios: "El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso, ni jactancioso, ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor".
Pero el venir aquí ha sido un reto para mí. El miedo me mantiene nerviosa, y en el fondo sé que el ayudar a Fernando no es del todo el motivo por que el que este aquí. Hay algo más. Quiero, necesito entender por qué lo hizo, y de ahí partir, ayudarlo y sacarlo de esta pocilga. Tiene setenta y dos horas para demostrar su inocencia, de lo contrario, estará encerrado sea lo que el juez dicte.
La puerta al lado del mostrador en la recepción se abre, para entonces, ya estoy sudando y temblando de miedo. Mis ojos se abren como platos cuando veo a los padres de Fernando. Nazaret y yo nos levantamos y caminamos hacia la puerta, al pasar, la madre me ve de pies a cabeza con los ojos hinchados y brillosos de tanto llorar. Me invade la vergüenza más que a ella, así que inclino la cabeza y la dejo marcharse sin decirle una sola palabra. Una vez adentro, he estado a punto de dar media vuelta e irme a casa, pero Nazaret me toma del brazo con su mano, encaminándome a la habitación que el sargento nos manda ir. Luego nos han llevado a otra habitación más sombría y totalmente apartada.
ꟷ Ok, tienen media hora nada más. Sus padres no estaban de acuerdo, pero curiosamente los han dejado a ustedes pasar tras irseꟷ comentó el sargento, antes de cerrar la puerta.
ꟷ Sólo venimos a saber cómo esta, es todoꟷ comente con voz temblorosa.
ꟷ ¿Son amigos íntimos? ꟷ preguntó el sargento frunciendo el ceño.
ꟷ ¡Sí!ꟷ contesto diligente, Nazaretꟷ. Estamos muy preocupados por él.
ꟷ Está bien. Entrará sin su abogado, siendo ustedes amigos cercanos al muchacho.
Ahí permanecimos cinco minutos, esperando hasta que apareció Fernando junto a un policía que lo tenía encadenado de las muñecas con unos grilletes. Él pareció sorprenderse de vernos. Su aspecto expresaba tristeza, pero a la vez, ira y sarcasmo. Sonreí al verlo y Nazaret solo lo observaba perplejo. Sin embargo, Fernando no me devolvió la sonrisa.
ESTÁS LEYENDO
Amar merece la pena [TRILOGÍA #3]
SpiritualTras la muerte de su amiga, Aurora lucha por seguir con su vida a pesar de su doloroso duelo. Sedienta por vivir en la presencia de Dios; decide permanecer en su amor. Aurora trata de encontrar las fuerzas para levantarse en medio de la tribulación...