"Por eso no hay justicia entre nosotros y no sabemos nada acerca de vivir con rectitud. Buscamos luz, pero solo encontramos oscuridad; buscamos cielos radiantes, pero caminamos en tinieblas"
Isaías 59.9
Jonathan.
Bueno, al menos llegue a casa. Aun así, me sigo sintiendo ansioso y temeroso. Ya es tarde, el sol está empezando a bajar paso a paso, y la oscuridad de la noche se hace presente. Camino a toda prisa hacia mi recámara, poniéndome neurótico perdido. Una sed incontrolable esta sobre mi cuerpo. Esto no es normal.
Comprendo después de unos segundos, que esta sed me hace sentir un deseo muy fuerte, más fuerte que yo, que no puedo controlar y necesito saciarlo por completo. ¡Mierda! De verdad que se siente como si estuviera en el mismo infierno. Por el momento, cierro todas las puertas y las ventanas de la casa, vuelvo a mi habitación y también cierro la puerta detrás de mí. Comienzo a quitarme la ropa hasta que quedo en calzoncillos, desesperado, sintiendo como quema a cada instante. No quiero que mi familia me vea así, no por favor.
Así que echó a correr hacia el baño, y me humedezco el rostro con el agua, a fin de saciar la sed. ¿Pero qué rayos? Esto no funciona; sigo sintiendo esta sed incontrolable. Me vuelvo hacia el espejo del frente y me miró por un buen rato, y al final digo:
ꟷ Cruda... es pura cruda la que tengo. ¿Será?
Volví a la cocina en busca de agua. Me tome y acabe el grande jalón lleno de agua, a toda prisa, dejando que cayera sobre mi pecho. No funciono. Entonces recurrí a la cubeta de yogurt que mamá había comprado la semana pasada. Tampoco sacio la sed. Comencé a jadear desesperado y me tumbe sobre el suelo, rasgándome el rostro con las uñas. Lo estaba intentando todo: me posicione sobre el suelo de cabeza, brinque, me estire, hice de todo, lo que más pude... y nada.
Me encontraba muerto de sed y el miedo me comenzó a abrumar. Cuando entre, pude ver que en mi habitación reinaba la oscuridad, ya había anochecido. << ¿Cómo es posible que estos demonios existan? ¿Cómo no me di cuenta antes de todo esto? ¡Tengo miedo!>>, pensé cuando los vi. Los demonios estaban aquí conmigo y el miedo se apodero más de mí. No entendía lo que estaba pasando ni aunque lo intentara.
Un rato después, comencé a maldecir a mi familia. Camine hacia mi baño y por mi ventana pude ver a mi tía desde su casa, sentada en el sillón viendo la televisión y riéndose como una estúpida. << ¡Estúpida gorda! ¿Por qué te ríes? Te ríes como idiota>>. Fue cuando le abrí mi corazón a esas cosas espantosas, sean lo que fueren que sean, estaban listos para escucharme. Me aleje de la ventana y entré nuevamente a mi habitación inclinándome sobre el respaldo de mi alcoba. Toque mi rostro y jadeando empecé a llorar y tirar de mis cabellos. Esto me hacía sentir diferente, raro, pero diferente.
Mis hermanos llegaron a casa media hora después, entonces me escondí debajo de la cama sin decir una sola palabra. Cuando mi hermana entro al cuarto, ilumino con su lámpara en mano:
ꟷ Creo que aquí está, pero no lo veo ꟷ dijo mi hermana en un susurro.
<< Por favor que no me vean, por favor que no me vean>>. Desde mis adentros suplicaba que no entraran y me encontraran en este estado de ansiedad.
ꟷ Vamos a dejarlo estar... debe querer un poco de privacidad ꟷ dijo mi hermano tirando de la mano de mi hermana.
Minutos más tarde se marcharon y pude oír la puerta principal cerrarse. Pasé un rato pensando. Dios no cuadraba en esta ecuación dentro de mi vida, ¿dónde estaba? ¿Qué pensaba de todo esto? Necesito oír su voz, necesito que me hable, quiero llamar su atención. Pensándolo bien... Dios siempre se presenta en momentos de dolor, << ¿Y si detono una bomba dentro de la escuela? ¿Qué pasa si mato a alguien?>>, parece ser una tontería pero quería hacerlo. Deseo hacerlo totalmente. Oí sonar el teléfono de la casa a los pocos minutos, pero no contesté.
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Amar merece la pena [TRILOGÍA #3]
SpiritualTras la muerte de su amiga, Aurora lucha por seguir con su vida a pesar de su doloroso duelo. Sedienta por vivir en la presencia de Dios; decide permanecer en su amor. Aurora trata de encontrar las fuerzas para levantarse en medio de la tribulación...