"Muchas veces Dios los libró, pero ellos, empeñados en su rebeldía, se hundieron en la maldad"
Salmo 106.43
Eder
Logré quitar muchos comportamientos afeminados de mi personalidad, amigos que me inducían a seguir confundido, pero este deseo... el deseo seguía adentro. ¿Por qué me puedo quitar todo lo físico, pero no lo emocional? Sin embargo, quiero saber que sería de mi vida si no hubieran abusado de mí.
La primera oportunidad que tuve para relacionarme con una mujer, no lo pensé dos veces. O sea, tenía que dejar atrás todas estas cosas que no me ayudaban a encontrar mi verdadera identidad, o el sentido de mi vida.
Luego, me di cuenta que tenía que empezar de cero. Envidio a las personas que se gustan y se aman, y pueden ser felices. ¿Notaron eso? ¡Envidia! En – vi – di – a. Envidia. Ellos anhelan y aman estar con la mujer de sus sueños sin dudar de su sexualidad. Los envuelve un aura de amor y locura. Pueden ser el hombre que ellos fueron destinados a ser. Así que, a lo mejor, estoy tomando la mejor decisión de dejar a un lado mis deseos por el mismo sexo. Aparte, no estoy tan dado al caño, así pues, ¿Qué chica se resistiría a mí?
Y por fin llegué a conocer a una chica.
Cuando conocí a Karol, me puse nervioso, porque era muy bonita y sensual. La típica chica popular y hermosa que todos quieren. Alta de ojos azules, cabello rubio, largo, despampanante. Al conocernos, en seguida, al cabo de unos segundos, me hizo saber que le era interesante. El primer día que nos vimos fue en una heladería. Ella estaba con sus amigas platicando mientras yo hacía cola para pedir mi acostumbrada paleta de elote. Esta vez, en medio de la multitud, me sentía diferente. Quizá era porque me comportaba ahora si como un hombre. Mi voz la hice menos aguda de lo habitual y dejé de hacer movimientos con las manos. Me había cambiado el look – de haber sabido que un corte de cabello me iba a convertir en un imán para las chicas, lo hubiera hecho desde que empecé a sentirme gay -, así que si note la mirada penetrante de Karol en ese preciso momento.
Justo antes de sentarme, me acerqué a ella y a su sequito, me presente e intente mantener la calma mientras hablaba. Disimule tener el control de la situación. Sin embargo, sus amigas no dejaban de susurrar y sonreírse entre sí. Me di cuenta en seguida que estaba haciendo el ridículo, ese intento por adaptarte otra vez, era un don juan sin experiencia. Pero esos ojos azules me miraban con interés y recelo.
Una semana después, me encontraba sentado sobre la cama de Karol con ella encima de mí, fajando. Cuando lo hicimos, yo la veía a ella, pero pensaba en un hombre. Mi cuerpo estaba ahí con Karol, pero fantaseaba con que tocaba los músculos de un chico. Entonces cometí un error fatal. Debería de haber seguido mis instintos. Reconocí de nuevo ser gay. Me gustan los hombres. Punto, se acabó. Juro que no volveré a fallarme a mí mismo.
Sin embargo, cuando me volví a desprender de las chicas y regrese a los chicos, nada cambio. En el momento que me encontraba "haciendo el amor" con un chico, vino a mí la pregunta que mi mama me había hecho hace años. ¿Si no hubiese sido abusado, sería gay?
Adicto al sexo. No encuentro paz ni con un hombre, ni con una mujer. Esto era un círculo vicioso para mí. Supuse que, en cualquier caso, yo debería de morir. No era feliz. Era eso lo que me atormentaba, y divagaba cada noche en mi recamara con lo mismo. Mi lucha era conmigo mismo.
¿De qué vas?, me dije una noche. Y expresé conmigo mismo que necesitaba irme, desaparecer de la faz de la tierra. Yo no merecía vivir. No podía más. Necesitaba estar solo. Fue esa noche cuando todo cambio y transformo mi ser. No creo todo lo que veo, y lo que siento tampoco, esperando por... esperando por... todo el tiempo. Y así fue como llegaron, unos tras otros, usados y bateados. Botados por mi falta de paz, por mi inseguridad, ellos faltos de amor, tal vez yo también, pero siempre existe un trasfondo, los gays y lesbianas, ¡todos tenemos una razón de ser!
Mi habito ya no era vivir, consistía en usar y derrochar, ya no era un hombre sencillo, sino malvado. Era desear, usar, disfrutar el placer, sentirme culpable y botar. Era advertirles que les haría daño si permanecían aquí, pero no lo hacía. Si se quedaban, podría lastimarlos, porque mi ser lo tenía bien calculado. No necesitaba nada más, solo excusas, para evaluar e irme de ahí. Pero no sin antes dejar un recordatorio de mi esencia. Karol fue la más lastimada. Recuerdo haberla engañado con varios chicos más de diez veces, y ella ni en cuenta. Fui el novio más cursi y detallista del mundo, pero al final le apuñalé el corazón con mi propio dolor. Tomaba lo que necesitaba y me iba. Me iba como ellos, como el amor que me dejo heridas que no cicatrizaban. Ella al enterarse, no quiso saber nada más de mí.
Tiempo después, cuando la volví a ver, la hice sentir tan mal, que ahora ella me tenía miedo. Y me dijo:
— ¡Eres una basura de persona!
— Me gusta —le respondí —, yo soy así y así nací.
Era bastante cruel. O sea, me sentía el dueño del mundo, pero por dentro estaba que me moría.
En cambio, cuando conocí a Aurora y vi algo en sus ojos, eso que yo tanto quería, ella lo tenía. Todos los demás no se daban cuenta porque estaban demasiado ocupados con sus vidas de mierda, sus fiestas, sus calificaciones, sus novios, en vez de mirar y valorar lo que ella tenía en su ser. Me había repetido hasta el cansancio que la gente como Aurora no la vuelves a encontrar por segunda vez, es ahora o nunca. Entonces pensé... ¿o la exprimo o aprendo de ella? Me sentía como si ella hubiera invadido mi territorio de "felicidad". No había pasado medio día en la escuela cuando comencé a llamar su atención.
Entonces llegó el día de la revelación. Conocí a alguien que puso mi mundo en cabeza, pero a la vez vino a traer orden donde no lo había...
ESTÁS LEYENDO
Amar merece la pena [TRILOGÍA #3]
SpiritualTras la muerte de su amiga, Aurora lucha por seguir con su vida a pesar de su doloroso duelo. Sedienta por vivir en la presencia de Dios; decide permanecer en su amor. Aurora trata de encontrar las fuerzas para levantarse en medio de la tribulación...