67

138 23 3
                                    

"El amor es paciente"

1 Corintios 13.4

Eder.

Al principio me quede con la boca abierta al ver a Aurora cara a cara. Y la noche se volvió más incómoda a partir de ese momento.

Aurora.

— Que raro verte por aquí. ¿También vienes a cenar o solo unos tragos? — preguntó Carlos mientras Adrián se acercaba.

— No, yo no to...

— Hola— saludo Adrián con entusiasmo extendiéndoles las manos.—. ¿Amigos de Aurora? — intercambió miradas con Eder.

Fue rarísimo. Todos nos quedamos en silencio y viéndonos durante unos segundos, hasta que reaccione.

— Si chicos, él es Adrián, un muy buen amigo del instituto al curso donde asistí— dije con voz temblorosa, no podía fingir indiferencia ante Eder—, y ello son Carlos y Eder, amigos cercanos.

— Este... creo que ya vamos a entrar — comento Eder dándonos la espalda y caminando hacia la entrada.

— Ok. ¡Un gusto! — termino por decir Carlos con su típico acento femenino.

— ¡Igual!

Yo me quede petrificada viéndolo como se alejaba.

Adrián pronto se dio cuenta y me dijo frunciendo el ceño:

— ¿Todo bien?

— Si — mentí.

Un remolino de sentimientos estaba dando torbellinos en mi mente y en mi corazón. Me sentía impotente a no saber qué pensar o hacer de lo que acababa de ver. Der verdad, ¿Eder volvió a las andadas?

— Si, Adrián, vamos adentro a cenar.

Pero antes de que pudiera dar un paso más el tiro de mi brazo.

— ¿Te pusiste así por ese tal Eder, ¿verdad?

Lo miré a los ojos estupefacta.

— No necesitas decírmelo, se nota que tienes pasado con él. ¿Quieres hablar de ello?

— No — contesté tajante cruzándome de brazos y entrando al restaurante como rayo.

Aquella noche, al llegar a casa me solté a llorar sobre mi cama. En el restaurante, aunque nos sentamos en lugares lejanos, podíamos vernos de reojo. Eder y yo nos mirábamos sin que supiéramos que hacer. Qué raro estar delante de lo que era mi mejor amigo y posiblemente mi amor. Me pregunté, sin poder evitarlo, como fue que regreso a eso, si Carlos lo busco o fue el quien tomo la iniciativa. Cuando le platiqué a Adrián toda la historia, miré en su dirección y él se estaba riendo a carcajadas con Carlos. Estaba enojada porque me había llenado la cabeza de fantasías románticas y luego me las había matado de repente. Lamente con Dios lo hecho, porque había puesto toda mi confianza en Eder y no en Dios, por eso estaba así, llorando y triste. Estaba dispuesta a dejarle entrar a mi corazón. A amarlo como creía que él me amaba en algún momento.

Durante los próximos días, fue una tortura hacer mi vida cotidiana y no saber absolutamente nada de él. Sin embargo, devolví la mirada en Dios y me puse a trabajar con el ministerio de alabanza todos los jueves por las tardes y el devocional en grupo los sábados en las mañanas.

Le envié un mensaje a Eder para saber qué era lo que había pasado. No me respondió. Lo vi en el centro comercial, comprando comidas y lo saludé con una sonrisa, pero el parecía demasiado ocupado haciéndose el de rogar como para reparar en mí. Cuando hizo eso, me di cuenta de lo delicada que estaba nuestra relación. A pesar de todo, lo necesitaba mucho y lo extrañaba. Lo consideraba una parte importante en mi vida, que aceptaría todo lo que viniera con él para abrazar sus defectos y amarlo incondicionalmente. Siempre planearía sobre nosotros algo extraordinario. Pero, ¿valía la pena sacrificarme por un romance de nuevo?

Me recordé a mí misma que tengo dignidad y un Dios que me ama. Dentro de diez años, quería estar sirviendo a Dios en la iglesia o poder producir un disco con himnos y cantos alegres. Yo quería creer que aún quedaba mucho por vivir. Me parecía deprimente recordar que alguna vez un chico que era gay, le guste, dejo eso, pero de repente regreso a las andadas. Esto era muy difícil de entender.

Ahora, faltaba solamente dos meses para las vacaciones de verano, y necesitaba organizar el curso de verano para los pequeños y jóvenes en la iglesia. Y se venían congresos, tras congresos, tras congresos. Estaba preparada para uno, y de esa no estaba dudosa de ir. Este o no este Eder en mi vida. Pondría en manos de Dios nuestra relación y esperaría con paciencia. 

Amar merece la pena [TRILOGÍA #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora