"Casi me doy por vencido; este dolor no me deja en paz. Debo reconocer mi maldad; me llena de angustia haber pecado"
Salmos 38.17-18
Eder.
Estoy estancado, incapaz de encontrar una salida. Es doloroso admitir que rápidamente me estaba convirtiendo en la persona que Dios estaba destinado desde un principio a que yo fuera: un chico que le gustara las chicas. Lo que aconteció después de haberme acostado nuevamente con un chico, fue la humillación y suciedad que siento inevitablemente. He pedido a Dios que limpie el desastre que hay en mi corazón.
Cuando Aurora y yo nos encerramos en mi habitación a orar, llego a mí una afirmación, voz, revelación, o como sea que quiera llamarle los cristianos de esta época. Dios me mostró un profundo miedo a admitir la gran lucha que estaba teniendo con mi homosexualidad. La batalla parece un fracaso tremendo, y ahora estoy dispuesto a abandonarla si esto no cambia. Mirando atrás, había tenido demasiado miedo de no ser aceptado, y ahora, ese miedo se volvió peor al recibir mensajes de muerte en mi Facebook e Instagram. El mismo día que recibí a Cristo en mi corazón, borré las fotos provocativas, amigos de fiesta, y la relación que tenía con Carlos. Me estaba negando a reconocer las pequeñas semillas, cuando aparecieron la primera vez al momento que fui abusado sexualmente. Antes, mi reacción inmediata ante esta emoción tan difícil era ignorarla y seguir adelante, como si nada estuviera pasando dentro de mi cabeza. Pero esta vez, era diferente.
Creía tener en mí toda perseverancia y autocontrol, pero en realidad me estaba camuflaje ando, negando la realidad. Mis miedos, el enojo, la vergüenza, la culpa, se estaba acumulando, porque pensar que reconocer estas cosas sería peligroso. Sin embargo, me estaba ensuciando también en una autocompasión destructiva.
— Dios, me has salvado... pero ahora quiero que me cambies — oré en un susurro, hincado de rodillas frente a mi cama.
Aurora deambulaba por toda mi habitación orando y levantando las manos.
— Cámbiame, cámbiame, cámbiame. Tu eres Dios, el Todopoderoso, el Creador, mi Padre— clamaba con fuerza.
—Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar. Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón, y hallaran descanso para sus almas. Porque Mi yugo es fácil y Mi carga ligera.
Aurora había tocado mi espalda con su mano y susurró esas palabras en mi oído, sentí como un escalofrío me paralizaba el cuerpo, de pies a cabeza.
—Eder — me dijo aun cercade mi oído —, descansa en los resultados de Su obra, no en tus propiosesfuerzos.
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Amar merece la pena [TRILOGÍA #3]
SpiritualTras la muerte de su amiga, Aurora lucha por seguir con su vida a pesar de su doloroso duelo. Sedienta por vivir en la presencia de Dios; decide permanecer en su amor. Aurora trata de encontrar las fuerzas para levantarse en medio de la tribulación...