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"Mejor es oír la reprensión de los sabios, que la canción de los necios"

Eclesiastés 7.5

Aurora.

Al cabo de un par de días, empecé a preguntarme porque había tardado tanto en decidirme en tratar a Adrián. No digo que anteriormente no tuviera ganas de hablarle, pero no me era de mi muy buena confianza, cuando lo veía bromear aquí y allá. Pero pensé, en el momento que me confío sus sueños, que era una persona muy madura espiritual y emocionalmente. Incluso más que yo, y eso admiraba mucho de él. Tenía una visión de la vida con Dios muy bien planeada.

Aquella temporada en el instituto, estaba resultando lo mejor que me había pasado en mi vida.

A primera hora, salía a correr con Laura y los demás chicos o a dar un paseo en la bici. Volvía al instituto y me daba una ducha para prepararme para las clases. A continuación, en el receso me sentaba en el jardín a leer la biblia o un libro o acudía a la cafetería para tomar un café junto a mi lectura diaria. Los fines de semana iba a trabajar y a comprar helado, ahí la necesidad de querer estar ahí todo el tiempo. O daba una vuelta con Adrián. Lo que no pasó desapercibido. Todos nos miraban al vernos juntos en los pasillos del instituto. No había más que decir. Salíamos por ahí y nos divertíamos, Era una distracción sana y agradable.

Aunque en realidad, me estaba engañando a mí misma. Adrián era muy lindo y su acento lo hacía más arrebatador, pero lo que menos me convenía era complicarme la vida cuando había dejado el asunto con Eder inconcluso. Ni siquiera sabía si yo le gustaba. Y de ser así, de seguro que me veía misteriosa por ser residente de otro estado.

Adrián.

— ¡Invítala a salir, no pierdes nada! — me dijo Abraham, uno de mis colegas de instituto.

Mi estómago se revolvió, estaba nervioso de tan solo pensarlo.

— La verdad si me gusta. Y también me he encariñado con ella. Tiene una forma de pensar muy distinta a las otras chicas, incluso de la iglesia. Ella tiene visión de la vida y ganas de servir a Dios. — dije seguro.

— Pues entonces, ¿qué esperas?

— Lo hablaré con el pastor. Necesito el consejo de alguien con experiencia.

— Mmmm...

Más tarde, corrí camino a la oficina del pastor y fundador del instituto. Era muy amigo de mi papa, así que prácticamente, llevaba años de conocerme.

— Espérate. No lo hagas— esa fue la respuesta del pastor ante mi petición y consejo.

— ¿Qué? ¿Por qué?

— Sé lo que piensas, pero, no quiero distracciones aquí. Será mejor que esperes a que terminen el curso y así cuando tengan los dos sus papeles y este todo listo, entonces sí, darle vuelta a la hilacha. Pero siento que es precipitado. Espera, solo falta un mes.

Tragué saliva y entrecerré los ojos, pensando en la posibilidad. Sin embargo, acepté. Tenía que seguir enfocado en Dios y después vendrá todo lo demás. <<Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás vendrá por añadidura>>. Tenía que poner en práctica esa palabra dicha. 

Amar merece la pena [TRILOGÍA #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora