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Mark es muy bueno ocultando sus sentimientos. Desde que puede fingir ser un condenado mojigato frente a su madre y a ser un completo desastre en la escuela; está seguro que puede fingir no estar interesado en nada en particular. Pero, desde el momento en que conoció a DongHyuck de una forma muy interesante, no ha podido quedarse tranquilo. 

Cuando se pone los auriculares y cierra los ojos, sólo puede notar la imagen del muchachito prendiéndose una falda y MinHyung no sabía que le iban ese tipo de cosas; pero ahí está, esperando desesperadamente por el momento en que la bola de idiotas con los que tiene que quedarse aquel fin de semana se vayan a su dichosa fiesta para poder encarar al chico. 

Casi los echa a patadas mientras los ve alistarse y dar mil vueltas para salir. Ve a Chittaphon corriendo de un lado a otro mientras pregunta a lo gritos si luce lo suficientemente bonito para impresionar a un japonés que no conoce, al mismo tiempo que YoonOh está sentado esperando que su no-novia llegue y Johnny se mueve perezosamente por el departamento buscando sus llaves, mirándolo de forma amenazante cada vez que entraba en su campo de visión.

En el momento en que escuchó las llaves trabar la puerta de entrada, casi salió disparado hacia la cocina, allí donde DongHyuck estaba cocinando mientras cantaba una canción de Melanie Martinez. Hacía caras extrañas mientras cantaba y gesticulaba mucho usando el cucharón como un micrófono. 

 — No hemos tenido la oportunidad de hablar mucho, Lee DongHyuck— comenta, con un tono que pretende ser desinteresado, apoyándose sobre la mesada de la cocina. 

DongHyuck lo mira por debajo de sus pestañas y lo ignora. 

Mark frunce el ceño. ¿Qué rayos le pasa a ese tipo?

— Voy a tu misma escuela, Makku Lee— habla, aún sin mirarlo.— Sé quién eres, sé lo que haces y no quiero meterme en esas cosas. No quiero que alguna de tus admiradoras locas me odien porque saben que pasé todo el fin de semana contigo, así que mejor si fingimos que no nos conocemos, ¿sí? 

El canadiense chasqueó la lengua. Vaya, era incluso más interesante de lo que había pensado.

— Voy a tu misma escuela, Lee DongHyuck— imitó lo que el menor había dicho, antes de acercarse. Muy cerca.— Sé quién eres, sé lo que haces y no quiero meterme en esas cosas. No quiero que Johnny me mate, así que mejor comienzas a cooperar y nos hacemos amigos, ¿sí? 

El rostro del menor pasó por mil expresiones, una más desconcertada que la anterior. Para, al fin, poner una sonrisa divertida. 

— ¿Y qué crees que conoces de mí, eh?

— Sé lo que haces cuando te encierras en tu habitación. 

Un sentimiento de triunfo se instaló en el pecho de Mark cuando notó el terror en reflejado en el rostro del castaño. El isleño sacudió la cabeza, incrédulo y MinHyung asintió, sólo para confirmarle que sí, que lo sabía. Lee DongHyuck gustaba de vestirse como chica cuando estaba solo. 

— Tienes una forma rara de hacer amigos— sentenció al final, cruzándose de brazos y haciendo un mohín. 

— Eres mi primer intento y me salió bastante bien, ¿eh?— contó divertido. 

DongHyuck lo miró por un instante. Él tampoco tenía amigos. Johnny le había dicho que eran amigos, pero era obvio que los tres muchachos eran más como hermanos mayores que amigos. Además, si lo pensaba bien, nunca había visto a Mark hablando con alguien sin estar coqueteando, nunca lo había visto jugando o sencillamente bromeando. Si a eso le sumaba que no parecía asqueado por su pasatiempo, quizá solo era un poco raro. 

 — Vale, seremos amigos— respondió al fin, volviendo a cocinar. Se detuvo un momento, porque realmente tenía curiosidad. — ¿Realmente no te parece mal que me vista de niña?

 — ¿A ti te parece mal me haya acostado con muchas personas?

—  No, es tu vida, aunque no comparto tu pasatiempo. 

— Es exactamente lo mismo, entonces. 

— Entonces, tenemos un trato. Seremos amigos — Mark extendió su mano. 

DongHyuck lo miró divertido y se dio media vuelta para seguir cocinando, dejándolo con la mano en el aire. 

— Johnny-hyung dijo que no puedes tocarme—  la sonrisa que DongHyuck, quedó grabada en su mente. 

Nuevamente, aquella sensación burbujeante vibró en su interior.

— Hazme de comer también.

— ¡Heol! ¿Acaso no sabes la existencia de los modales? — exclamó al chico, con su voz repentinamente más aguda. Aunque, de cualquier forma, ya había estado cocinando para dos personas.

— Hazme de comer, please.

se mira y no se tocaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora