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RenJun enarcó una cuando vio a DongHyuck, parado frente a su muerta, a las seis de la mañana del lunes. Tenía un enorme bolso en su mano y una sonrisa culpable en su rostro.

— ¿Me puedo quedar contigo unos días? — preguntó, soltando su bolso para juntar sus manos y lucir un adorable puchero en su rostro.

— Son las seis de la mañana, Hyuck — RenJun habló con el ceño fruncido.

— ¡Por favor! Prometo que solo serán unos días, hasta que YoonOh recapacite.

— Está bien... — se hizo a un lado, dejando pasar al muchacho.

La puerta de enfrente se abrió. SiCheng saludó con un gesto de la cabeza a RenJun, colgando la mochila por sus hombros, yendo a la universidad. Le hizo una mueca con referencia al muchacho que estaba metiendo a su casa. Huang se encogió de hombros y suspiró con fastidio.

Por suerte, DongHyuck era menos escandaloso como compañero de cuarto, era ordenado y no desoarramaba sus cosas por ahí, así que no fastidió tanto la paz de RenJun. Y, por fortuna también, había traído dinero para comprar muchos víveres.

Le contó con puntos y señas la pelea que había tenido con YoonOh y que no soportaba verle la cara, así que mejor se fue, pero no podía decirle a sus padres porque se armaría la tercera guerra mundial. (Por supuesto omitió el hecho de que siempre vestía faldas, de hecho, ni siquiera las llevó consigo).

Se fueron juntos a la escuela y a RenJun le gustó la compañía del muchacho, era distinto a su silenciosa marcha de todas las mañanas y se rió tanto que le dolía el estómago y apenas eran las siete de la mañana.

— ¿Por qué ustedes dos están llegando juntos? — preguntó JaeMin, lleno de curiosidad.

— Ah, Hyuck se está quedando en mi casa porque peleó con su compañero de casa.

— ¡No es justo, JaeNo y yo no conocemos tu casa!

— De hecho yo también me quedé unos días ahí, cuando me dieron esa paliza de la que te conté — musitó JaeNo.

— ¡No me lo puedo creer! — la indignación de JaeMin era real, se cruzó de brazos y le dio la espalda a RenJun. Los otros tres muchachos se rieron entre dientes.

JaeMin se ofendió más porque se reían de sus sentimientos.

— Mira a tus nueve — masculló JaeMin, cuando el almuerzo comenzó.

— ¿A mis qué? — DongHyuck ladeó la cabeza, confundido.

JaeMin bufó y giró la existencia de su amigo.

Mark Lee, con una sonrisa brillante, estaba apoyado por el marco de la puerta trasera de su salón. DongHyuck se disculpó con sus amigos y acudió el silencioso llamado del rubio.

— ¿Qué tal estás? — DongHyuck le había contado todo lo que se había perdido por mensaje de texto.

— Bien, RenJun me recibió en su casa así que estaré bien. YoonOh es un buen tipo, solo... Solo no sabe cómo manejar sus gustos — DongHyuck suspiró.

— Tuviste que haberte quedado en mi casa — Mark estiró su mano, hasta tomar suavemente la corbata de DongHyuck.

— Ya te dije que no — el menor respondió entre risas, sacudiendo su cabeza.

— ¿Por qué no? ¡Oye, me ofendo! — aunque el tono de voz del canadiense concordaba con su queja, en su rostro seguía aquella expresión suave.

— Porque a tu mamá no le gustará nada que un niño con falda bese a su precioso hijo, ese que le dará muchos nietos — canturreó DongHyuck, un poco más cerca del rubio para que nadie escuche.

— No se dará cuenta que estás ahí, porque te tendré encerrado en mi habitación — respondió, aún divertido, sujetando con el índice el cinturón de sus pantalones, para tirar un poco más cerca.

DongHyuck le golpeó en el hombro. Mark se rió.

— ¡Yah, pervertido!

— ¿Qué? Oh, aquí el pervertido eres tú. Tengo una de esas camas preciosas que tienen un colchón retractil abajo y tú andas pensando en cualquier cosa.

DongHyuck enrojeció rápidamente y volvió a sacudirlo, porque seguía siendo un odioso.

— Yah, te dejaré almorzar, princesa — tiró un guiño antes de huir. DongHyuck lo observó irse, todavía sonriendo y sacudiendo su cabeza levemente.

Cuando se volvió, sus amigos lo estaban mirando, totalmente pasmados.

— ¿Qué rayos fue eso? — preguntó JaeMin en un susurro.

JaeNo apenas pestañeaba. RenJun hasta tenía la boca abierta.

— N-nada, ese estúpido. Molestando como siempre — DongHyuck miró su tupper con comida como si fuera lo más interesante del mundo.

— ¡Le estabas coqueteando! — chilló RenJun, saliendo de su trance.

— ¡Claro que no!

— ¿Y qué fue todo eso? — JaeNo sujetó su propia corbata, sacudiéndola.

DongHyuck se hundió en su asiento.

— Nos besamos — confirmó en un murmullo.

—¿¡Se besaron!? — gritó JaeMin en un susurro.

— Bueno, ok. Yo lo besé — se tapó el rostro con las manos.

El cerebro de JaeNo había muerto intentando procesar toda la información.

— ¡La última vez que nos vimos estaban tan "ni si si qiiri silir con ilgiiin cimi íl"! — exclamó bajito RenJun. — ¡Y luego lo besas!

— Así es la juventud de hoy en día — DongHyuck habló con un falso tono serio, poniendo sus labios como una línea recta.

se mira y no se tocaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora