17, 5.

2.4K 471 97
                                    

RenJun caminaba tranquilamente, regresaba de la casa de su tío y, como en cada ocasión, había insistido en que no lo acompañara hasta su casa. Sería una molestia hacerlo ir hasta el otro lado de la ciudad solo por él, así que prefería tomar el bus, aunque lo dejaba a bastantes cuadras de su casa. 

Puede que su vecindario no fuera el más lindo de todo Seúl, de hecho, tenía mucho miedo de andar solo y por eso siempre solía estar junto a SiCheng, su vecido del departamento de en frente. Porque hasta le daba pánico quedarse solo en su casa. O insistía en pasar tiempo en la casa de JaeMin. Cualquier opción era mejor que andar solo por ahí. Aunque su tío siempre le reprochaba que elegía quedarse ahí por su cuenta cuando podría vivir con él en un vecindario un tanto más acomodado. 

Pero quizás era cosa del destino, porque, viniendo desde la dirección contraria, vio una cosa bastante extraña. Sin sus lentes puestos, le dio mucho temor porque veía todo lo distante borroso. Y aquella figura que caminaba de forma extraña, le recordaba a todas las historias de terror que el desgraciado de JaeMin insistía en contarle aún sabiendo lo asustadizo que era. En el momento en que iba a empezar a correr locamente hacia su casa, se dio cuenta que se le hacía conocido. 

Por Dios. 

Llevó una mano a su boca cuando reconoció a JaeNo, pero dos segundos después estaba corriendo hacia él. El estado del muchacho era lamentable, cojeaba y sujetaba su brazo, lo cuál hacía que su andar diera bastante miedo. 

— ¡JaeNo! ¿¡Qué diablos te pasó!?

El chico emitió un gemido lastimero.  RenJun estaba al borde de una crisis nerviosa, así que optó por pasar su brazo por su espalda (lo que ocacionó que volviera a gemir dolorosamente), pero no podía no hacerlo, era la única forma en la que podía ayudarle un poco. Lo llevaría a su departamento y allí vería que hacer. 

Fue bastante arduo tener que soportar el peso de JaeNo mientras caminaban tan rápido como un chico en ese estado podía ir. Sobretodo porque el muchacho no respondía a sus preguntas y tenía la cara roja, seguramente luego le saldrían muchos moretones y un par de obvias cortaduras por aquí y por allá. Era angustioso porque mucha gente pasaba al lado de ellos pero nadie se ofrecía a ayudarles, ni siquiera cuando entraron al edificio y el portero les miró con mala cara porque estaban llenando de barro la entrada. 

Para variar, el ascensor no andaba. RenJun quiso llorar porque les tomaría mil años llegar hasta el último piso. 

Entonces, sintió un tarareo suavecito que solo podía pertenercerle a una persona. 

— ¡Kun! ¡Por Dios! ¡Necesito ayuda!

El muchacho seguramente se estaba preguntando qué hacía con alguien así, pero no sería la primera vez que veían a RenJun arrastrando a alguien malherido. Él mismo había sido cuidado por él cuando, recien llegado a Corea, le habían dado una paliza en la universidad por "estar robando sitio". 

Así que, juntos, fue más sencillo aunque igualmente cansador arrastrar al muchacho hacia el último departamento. 

Sin importarle lo mucho que le gustaba Lee JaeNo, fue tan duro como tenía que ser mientras lo arrastraba al baño, le quitaba la ropa y limpiaba cada una de sus heridas. Ante sus ojos, era básicamente como un cachorro malherido que necesitaba atención. Anduvo corriendo durante horas mientras buscaba vendas y alcohol etílico, luego alguna pastilla que aliviara un poco los dolores del muchacho y -más tarde- algo con qué poder cocinar algo para cuando despertara y estuviera hambriento. 

— JaeNo, si no quieres que te eche a patadas de aquí, tienes que explicarle qué rayos pasó— habló, cruzándose de brazos. 

El muchacho, acostado cómodamente en su cama, sonrió. Aunque luego hizo un gestito de dolor. 

— Joder, sí necesitaba ayuda— masculló al fin.— Fue un poco injusto porque en serio eran muchas personas. No es como en las películas, ¿sabes? No puedes solo salir de allí con un rayón en la cara. 

RenJun supuso que algo tendría que ver con alguna pandilla, porque la ropa de JaeNo tenía varios manchones rojizos que no eran precisamente de él. Pero la idea le causaba escalofríos. El muchacho menor se mantuvo observándole con una expresión seria. Ahora sí, el chino podía permitirse sentirse intimidado por su espesa mirada. Su rostro se puso colorado y se removió, avergonzado. 

— ¿Qué harás cuando termines la preparatoria?— preguntó JaeNo. 

El mayor ladeó la cabeza, intrigado porque no era el mejor momento para hacer esas preguntas.

— Quiero ir a Busan, vivir ahí, sobre el mar o en algún pueblito pequeño de esa zona. No tiene que ser en la ciudad, de hecho, es mejor si no es en la ciudad. 

— ¿Puedo ir contigo?

— Yo puedo ir allí porque no tengo ninguna familia realmente cercana que me detenga, pero tú... ¿qué pasará con tu padre? 

— Quiero irme, Ren, a un sitio donde nadie me conozca, donde no conozca a nadie. No quiero formar parte de lo que hace mi familia. No soy igual que ellos. Cuando golpeé a esos chicos, no pude dormir en tres días por lo culpable que me sentí por eso. Hasta le dejé dinero anónimamente a sus madres por un "concurso ganado" para que puedan pagar algún medicamento o algo así, aunque tampoco fue como que los haya lastimado seriamente. Pero algo tenía que hacer para sentirme mejor conmigo mismo. Ellos no son buenas personas, pero yo tampoco soy mucho mejor si he reaccionado de la misma forma violenta que ellos. 

RenJun se sentó en el borde de la cama, con mucho cuidado, cerca de él y con más suavidad incluso, empujó las hebras de cabello fuera de la frente del muchacho, pasando sus dedos por su cabelllera con suma ternura. 

— Cuando nos graduemos tomaremos un tren y nos iremos lejos de aquí, tan lejos como quieras. 


+

estaba pensando acerca de publicar o no estos dos capítulos o solamente seguir de largo, pero se me hizo que están lindos para conocer un poco más a los chicos y hablar de dos cosas que suceden, como la plaga de iljins que hay en corea y lo mal vistas que son ciertas nacionalidades :'c 

se mira y no se tocaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora