Ten regresa a casa

1.7K 226 67
                                    

Chittaphon sostiene con fuerzas su maleta. 

Toma una larga respiración, después de casi cinco años está de regreso en su país natal. 

Yuta le dedica una sonrisa suave y apoya una mano sobre su hombre, dándole un apretón para transmitirle su apoyo. El más bajo suspira y estira su mano para tocar la puerta, pero justo antes de que lo haga, esta se abre de pronto. 

Su madre lo miró sorprendida, llevaba en su mano el bolso tejido que siempre usaba para hacer las compras, desde que tenía uso de razón. Era verde y azul y era y entraban una sorprendente cantidad de cosas a pesar de su apariencia pequeña. La mujer seguía congelada, observando aquel rostro que tanto amaba y que no había visto en muchos años. 

Desde que se había ido siendo tan solo un adolescente, sus rasgos se habían asentado y había crecido un par de centímetros. Bajo su perspectiva de madre, se había puesto mucho más guapo y ya no parecía un niño.

En cuanto pudo reaccionar, envolvió sus brazos alrededor del delgado cuerpo del chico. Apretándole fuerte, no sabía en qué momento había comenzado a llorar o en qué instante Chittaphon también había comenzado a hacerlo. Yuta observaba la escena a un par de metros y se preguntaba cómo había tardado tanto en volver a su hogar. El tailandés era tan cabeza dura que había tenido que conversar con él durante meses para convencerlo de que sería bueno para él que arreglara todos los asuntos pendientes que había dejado en su país natal. 

 — Oh, por Dios, Chittaphon. No esperaba verte. Pasa, pasa, hijo — lo empujó suavecito. Entonces notó al chico castaño.— ¿Trajiste un amigo? Tú también pasa. 

La mujer no sabía muy qué hacer, iba y venía, ofreciéndole comidas y bebidas, también una ducha fresca o una cama cómoda en la que pudieran dormir. Ellos aceptaban los ofrecimientos gentilmente. Evidentemente estaba esperando que fuera su hijo quien iniciara una conversación seria. No quería atosigarlo cuando acababa de llegar y él estaba agradecido silenciosamente por eso. 

— Chicos, voy a hacer las compras y regreso... Ustedes pueden descansar o comer, están en casa.  

En cuanto la mujer se fue, Chittaphon suspiró, todavía se preguntaba si había sido buena idea regresar a casa. Pero cuánto había extrañado el olor de su casa. Le dio un tour al japonés por la casa, que no era muy grande realmente. Le mostró su habitación y le contó algunas anécdotas, le enseñó la pared en la que habían marcado su altura a medida que crecía. 

 — ¿No te molesta ser presentado como mi amigo?— preguntó el menor, apoyándose por el marco de la puerta  de la que alguna vez fue su habitación. 

— No, está bien, lo importante es que hables las cosas con tus padres. Yo solo estoy aquí para asegurarme que no huyas.  

— De cualquier forma quiero decirles. Bueno, cuando mi padre venga y te vea, será lo primero que pensará. Ya sabes, él piensa que todos los gay le tienen ganas a todo hombre que vean. Así que no hay forma de que tenga amigos hombres bajo su criterio. 

Chittaphon bajó la mirada. 

 — Ni siquiera sé si mi madre me odia o no, o qué piensa sobre mí.  

 — Mira, sé que esas cosas nunca pasan, pero piensa que él podría haber cambiado su opinión en todos estos años al extrañarte porque no estabas aquí. 

 — Sí, como si eso fuera a pasar— Chittaphon rodó los ojos.  

La madre llegó y preparó una cena típicamente tailandesa para ambos. Yuta se encargó de distender el ambiente, contándole anécdotas de Chittaphon en la universidad. Ella hacía muchas preguntas y se reía de la forma en la que el japonés hablaba tailandés con un marcado acento extraño, porque no era ni coreano y el de su país natal. 

De alguna forma, gracias a lo que ella decía se dieron cuenta que ella no tenía ni idea de la sexualidad de Chittaphon. Quizá porque le había preguntado si había conseguido una bonita novia coreana o si prefería salir con muchachas de allí, de su pueblo. 

Pero el descubrimiento más sorprendente había sido que sus padres se habían divorciado aproximadamente un año luego de que él se fuera. La mujer les contó que su esposo todo el tiempo estaba enojado y que le discutía todo el tiempo, echándole la culpa de hasta las cosas más ridículas. Aunque ella dijo que se sentía aliviada, Chittaphon no podía evitar sentirse culpable. Ella ni siquiera sabía la razón por la que su ex marido estaba tan enfurecido. 

  — Él siempre decía "Tú haces todo mal, por eso nuestro hijo salió así" y yo nunca entendí a qué se refería. Es cierto que me hubiera gustado que hicieras otra cosa aparte de dejarme una nota antes de irte, pero con el tiempo entendí que quizás era lo mejor para ti. 

— Yo tengo la culpa. 

— ¿Eh? 

Chittaphon tomó una larga respiración. 

—   Mamá... Papá se desquitaba contigo porque descubrió... Él descubrió que... Que me gustan los chicos. Yo huí de casa cuando él lo descubrió porque él me dijo que no quería volver a verme y que ya no era su hijo. 

— Chittaphon, mi niño... ¿Creíste que mamá tampoco te querría más? 

El chico asintió y se encogió sobre si mismo, tapando su rostro porque había comenzado a llorar nuevamente. 

— Eres mi hijo y te amo, siempre te amará. Si te gustan las chicas o los chicos no cambia nada, sigues siendo el niño de mis ojos. Aunque, bueno, ya no eres más un niño—miedo riendo, medio entre lágrimas. 

Chittaphon rodeó la mesa para poder abrazar a su madre, lo hizo con fuerzas y no la soltó en un largo rato. Le agradecía y le decía cuánto la amaba así como lo mucho que le había hecho falta durante todo ese tiempo. 

  — Por cierto, él es mi novio desde hace un año—  estiró su mano hacia Yuta, acariciando su brazo. El japonés sonrió, haciendo una pequeña reverencia. 

— ¡Él es muy guapo! ¡Elegiste bien, hijo! 

Yuta sonrió divertido, pavoneándose por al alago de la mujer.

Acordaron con que, por más que Chittaphon seguiría viviendo en Corea del Sur, vendría a visitarla durante sus vacaciones y la recibiría cada vez que ella fuera a visitarla. Él ya había organizado casi todo el año de visitar y Yuta solo podía reírse por el entusiasmo del menor en volver a tener contacto con su madre. 

— ¿Deberíamos ir a Siam Paragon?

— ¿Así gastas todo lo que estuviste ahorrando?

— Ahorro para luego gastar desenfrenadamente — contestó Chittaphon, haciendo un gesto como si fuera obvio.  

— Esperemos a tu madre.  

 — ¿Y esos modales, Nakamoto?

— Estoy haciendo buena letra, quiero dejarle claro que su hijo está saliendo con un buen muchacho y no con un bicho raro.  

— Eres un bicho raro. Pero eres mí bicho raro, así que está bien— Chittaphon se rió ante la expresión del japonés. 

En el fondo, su madre los observaba con infinita ternura. Estaba feliz de que su hijo fuera feliz y se hubiera rodeado de buenas personas. 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 25, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

se mira y no se tocaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora