17, 2.

2.4K 465 29
                                    

¿Qué tan genial es que toda tu familia pertenezca a la mafia? 

No demasiado genial, piensa JaeNo. 

— Lee Song es una rata de alcantarilla, no voy a mandar a nadie para que le dejen en claro nada. No vale mi tiempo— sentenció su padre.  Su padrino no parecía satisfecho con que dejaran andar a esos morosos problemáticos por ahí sin ninguna advertencia. Entonces, sus ojos fríos se posaron sobre los del muchachito. 

JaeNo contuvo la respiración, él solo quería jugar póker felizmente. ¿Por qué siempre tenía que terminar metido en asuntos turbulentos?

— Pero es la rata de alcantarilla que se metió con los amigos de tu hijo— espetó. 

— Su  hijo— aclaró nuevamente su progenitor.— Y eso no tiene nada que ver con mi negocio. 

— Heol, No-nnie, no es justo contigo porque su padre se ha metido en el juego de su niño, ¿pero en serio vas a dejar que amenace con buscar al dueño de la cartuchera? Ya sabes que eso no terminará bien. 

JaeNo bajó sus cartas, dejándolas con cuidado sobre la mesa, sintiendo cada músculo de su cuerpo tenso. Su padre lo miró con cierta preocupación. Su padrino sonrió. Lo observó, siendo el viejo zorro que era, seguramente ya sabía la historia del derecho y del revés y si no sabía, pronto se enteraría.

— Yo me encargo, papá— masculló, dándole una palmadita a la espalda de su padre, mientras se paraba y recogía su abrigo.

— Si quieres te presto a mis muchachos, No-nnie— canturreó su padrino.

— No los necesito. 

JaeNo buscó sus llaves, esas que tenían un llavero bastante especial y las colocó en el bolsillo de su abrigo. Ambos adultos observaban atentamente sus pensamientos. Guardó su móvil en el bolsillo de sus jeans. 

— Oh, No-nnie, ¿qué tenía la cartuchera que hizo enojar tanto al hijo del viejo Lee?

Muy en su interior, gran parte de su mente se había tranquilizado de saber que nadie sabía el contenido de la cartuchera. Porque si no, luego tendría que andar explicando por qué es que el hijo de tan importante empresario, andaba defendiendo a un rarito.  

Se dio vuelta y señaló la pegatina de carita sonriente que tenía su chaqueta en el bolsillo, al lado de otras pegatinas como una rosa y un coche de los 80'.  Por supuesto, él estaba haciendo referencia a las famosas pastillas de colores que son tan comunes en Asia del Este. 

Sí, porque así de retorcido era su mundo, en donde un estupefaciente era mejor visto que llevar un labial

— ¡Ah, nuestro JaeNo es más brillante de lo que parece! No sabía que se te daría por ese lado. 

JaeNo rodó los ojos y salió de la habitación antes de verse obligado a darle un puñetazo al estúpido de su padrino. Llevaba dieciséis años queriendo darle una paliza. Porque sí, él jura y re jura que nació queriendo ahorcarlo. 

En cuanto salió de su casa, marcó el número de DongHyuck. 

— ¿Puedes darme el número de Mark Lee?— preguntó ni bien respondió. 

— ¿Qué? — parecía adormilado. 

— El, número, de, Mark, Lee — habló despacito, tomándole el pelo a su amigo. 

— No seas estúpido, espera, mi cerebro anda lento porque recién despierto.  

Unos segundos más tarde sintió su teléfono vibrando, miró la vista previa y era una serie de números. 

— Gracias, Hyuck— iba a cortar, cuando la voz de su amigo le detuvo.  

— Es por simple curiosidad, pero, ¿para qué necesitas el número de Makku? 

— Quiero jugar ajedrez con él— respondió divertido. Entonces cortó. 

Acto seguido, llamó al número del muchacho. Probablemente todavía no ubicaran a DongHyuck entre las miles de personas que había en la ciudad con ese nombre, pero sabía que había muy pocos muchachos con la cabellera intensamente rubia, dispuestos a recibir una paliza. Por lo que llamó, llamó y llamó. Pero Mark no le atendió. Así que optó por dejar un mensaje de voz. 

— Deberías ir con cuidado, Mark— comenzó a hablar. Luego pensó que eso sonaba como una amenaza y no era precisamente él de quien debería preocuparse.— El asunto con los chicos a los que te enfrentaste se está poniendo jodido. Espero ir a solucionarlo ahora mismo, pero con estas cosas no se sabe, no es como si se pudiera terminar así de fácil estando en un círculo violento. 

JaeNo suspiró. 

En esos momentos odiaba mucho pertenecer a la familia a la que pertenecía. 

  

se mira y no se tocaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora