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JaeNo no iba a obligar a RenJun a escucharlo, nunca había sido una persona a la que le gustara forzar las cosas. También porque no le gustaba la idea de obligarlo a hacer algo que no quería, ¿quién era él para hacer eso? No era nadie. Si no quería escucharlo, que no lo oyera. Si no quería verlo, que no volviera su cabeza hacia atrás.

Porque, por más que no iba a obligarlo a nada, JaeNo se iba a asegurar de que llegara bien a su hogar. No quería que le pasara algo por andar tan inmerso en sus sentimientos. Por lo que estaba caminando a unos metros de él.

Pero RenJun se molestaba más y más por sentir a JaeNo casi pisandole los talones, ¿acaso no podía dejarlo en paz? Ya suficiente tenía con todo el circo que había montado. Así que se apresuró, pero el rubio seguía detrás de él.

Sujetaba apenas el cuello de su camisa cada vez que estaba por cruzar la calle y le pagó el boleto del bus porque RenJun había dejado la mochila tirada en el patio de la escuela. Después se sentó en la fila de atrás, observando tristemente como el chino se hacía un ovillo en su lugar.

Había sido doloroso que le dijera esas cosas, pero era más doloroso que pensara de esa forma sobre sí mismo. Asumía que tenía la culpa, pero estando tan cerca del castaño, solo quería tomarlo entre sus brazos y asegurarle que todo estaría bien.

Le mandó un mensaje a DongHyuck y éste le aseguró que guardería bien las cosas de RenJun y que le había dado un pelotazo a unos chicos que estaban hablando mal de él.

Le mandó mensajes a ChenLe para asegurarle de que estaba cuidando a su primo.

Entonces, su teléfono comenzó a sonar. Era su papá. Atendió ciertamente dubitativo. Era poco usual que lo llamara.

JaeNo, ¿es cierto que un muchacho chino se te declaró y lo rechazaste?

— No, pa. No fue exactamente así.

¿Entonces que pasó?

— Yo sabía de los sentimientos de éste chico, creí que estaba haciendo bien al no decir nada porque él no pretendía que yo lo sepa. Sin embargo, no estuvo bien hacer eso. El problema, es que yo no lo rechacé... Y no quiero hacerlo. Ahora, él me odia y salió corriendo.

Su papá se quedó en silencio unos minutos.

Me imagino que fuiste por él.

— Claro que sí, ahora está frente a mí. Pero no quiere saber nada conmigo.

— Creo que es algo familiar. Cuando tenía tu edad, me gustaba mucho tu mamá, pero ella le veía como un matón. Un día, ella me vio golpeando a un idiota y confirmó esas ideas. Por lo que salió corriendo mientras juraba que nunca más me hablaría. Así que la seguí hasta su casa y me quedé en su pórtico hasta que se decidiera a hablarme.

— ¿Y volvió a hablarte?

¿Cómo crees que naciste tú?

JaeNo sonrió, pestañesndo mucho porque recién se daba cuenta que había comenzado a lagrimear.

— Papá, RenJun me gusta mucho.

Uh, uh. Lo sospeché. Quédate con el hasta que llame a la policía.

— Sospecho que te llevarías muy bien con JaeMin.

¡Es un muchacho genial! En algún momento tendrá curiosidad de lo que quieres decirle y querrá escucharte.

— Gracias.

No hay de qué. Intentaré que el resto no se entere de todo este lío. Nadie quiere que vayan a meterse con Huang.

JaeNo alzó la mirada y se encontró con la de RenJun. Sus ojos muy abiertos en su dirección.

— ¿E-estabas hablando con tu papá sobre mi?

JaeNo movió la cabeza, asintiendo.

— ¿Por qué no dijiste nada?

— No me lo habías dicho a mí. Así que pensé que estaba mal escuchar a escondidas. Pero, perdón, realmente lo siento. Tuve que haberte dicho algo mucho antes, así no te enterabas por los demás.

— Supongo que yo también tuve que decírtelo a ti directamente.

— Está bien. Tenemos que decirlo cuando estemos listos.

JaeNo sonrió cálidamente. RenJun volvió a secarse las lágrimas y también sonrió.

El menor se incorporó, parándose mientras se inclinaba sobre el extranjero, sostuvo su rostro gentilmente entre sus manos y lo besó  castamente.

Fue algo incómodo porque tenían el respaldo del asiento en medio de ambos, y el colectivo se movía demasiado. Pero ambos terminaron sonriendo.

se mira y no se tocaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora