08

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DongHyuck caminó hombro a hombro con RenJun y JaeMin. Claro que Mark le había comentado su inquieto con respecto a JaeNo y teniendo en cuenta también la corazonada del muchacho chino, todos tenían bastantes dudas.

Estando en su casa, era el momento ideal para averiguar qué sucedía mientras esperaban que JaeNo volviera a hacerle el recado que su padre le había pedido.

Los tres curioseaban muy juntos toda la casa. Mirando aquí y allá cómo si estuvieran en un programa de detectives.

— ¿Qué hacen chicos? — preguntó el papá de JaeNo, apareciendo con una bandeja de... Algo que parecía comida.

Los tres chicos se miraron entre sí y se encogieron de hombros, riendo. Entonces, RenJun, como siempre siendo listo, habló.

— ¿Esos son bocadillos?

— Algo así. No soy muy bueno cocinando pero quería que tuvieran algo casero, sin embargo, creo que no es apto para consumo humano.

RenJun sonrió con calidez.

— Oh, puedo enseñarle a hacer unos bocadillos chinos que son realmente prácticos y sirven para toda ocasión.

Su padre pareció bastante emocionado y guió al muchacho extranjero hacia la cocina con una mano sobre el hombro. JaeMin frunció el ceño.

— Maldito Huang, yo también quiero que el papá de JaeNo me toque el hombro — murmuró.

— Qué.

— ¡No tengo la culpa de que sea la versión madura y candente de JaeNo!

— Qué — esta vez fue JaeNo, quién habló, parado detrás de ellos. —  Oh por Dios, qué asco, te gusta mi papá — hizo un gesto como si fuera a vomitar. 

— Estoy muy perturbado en este momento — masculló DongHyuck.

JaeMin rodó los ojos.

— ¿Dónde está RenJun? — preguntó bastante nervioso JaeNo.

— Está con tu papá en la cocina, el muy maldito — respondió JaeMin.

JaeNo abrió mucho los ojos y corrió hacia la cocina. Apareció nuevamente tomando el delgado brazo de RenJun y jalando escaleras arriba, le hizo un gesto a todos para que se hicieran prisa. El más grande de los cuatro masculla a cosas mientras que JaeNo le pidió que guardara silencio.

Cuando llegaron al piso superior, vieron como un hombre se saludaba con el progenitor de JaeNo. Mientras tanto, éste empujó suavemente a RenJun detrás de él. Pronto los apuró para que se fueran a su habitación.

— ¿Qué fue todo eso? — espetó JaeMin.

— Es el Señor Song — murmuró JaeNo. — Él odia bastante a las personas de origen chino y no quiero que le haga nada a RenJun.

— ¿El Señor Song te golpeó? — preguntó el extranjero. JaeNo lo miró confundido.

RenJun tomó suavemente su brazo para señalar la pequeña marca que ahora parecía únicamente rojiza. JaeNo quitó su brazo y estiró hacia abajo la manga de su remera. 

— Eh, no... — DongHyuck lo miró sorprendido. — Tampoco fue mi papá si es lo que piensan.

JaeMin pensó unos instantes, entonces sus ojos se abrieron mucho.

— ¿¡Acaso fue Mark Lee!? — chilló.

— Qué — dijeron los tres al mismo tiempo.

— Eso no es un golpe, tontos — empezó JaeMin, hablando con un aire superior y su flamante sonrisa. — Esa es la marca de alguien que clavó muy fuerte sus dedos en su brazo... Así que si no fue algo violento, quizá cierto canadiense necesitaba un poco de agarre sobre ti.

— Tienes una imaginación muy grande — JaeNo habló entre risas. — Jamás en mi vida me acostaría con Mark Lee... Además, yo sería quién lo agarrara.

RenJun tapó su cara con cansancio: — ¿Por qué siempre que interviene JaeMin hablamos de temario turbios?

— Es mi encanto — el aludido se encogió de hombros riendo.

— ¿Quién te agarró así de fuerte, JaeNo? — insistió el extranjero. Entonces, DongHyuck se dio cuenta.

— JaeNo... ¿Tú fuiste el que le dio una paliza a los chicos que golpearon a Makku?

La sonrisa divertida en su rostro, se borró y entonces, se dejó caer en su cama. Parecía bastante contrariado, como si estuviera pensando qué decir, RenJun se sentó a su lado, mirándolo con preocupación.

— Sí, fui yo.

Los tres pusieron expresiones sorprendidas.

— Yo realmente no quería, pero tuve que hacerlo. Sin embargo, no puedo decirles porqué.

— ¿Estás metido en problemas, JaeNo? — preguntó JaeMin.

El aludido sacudió la cabeza, aún bastante contrariado. DongHyuck se sentó a su otro lado. Cuando iba a darle un abrazo, un golpe se escuchó en la parte de abajo. JaeNo se levantó como un resorte y cerró la puerta detrás de él. Volvió un par de segundos después con una cara no muy amigable.

— Chicos, creo que es mejor que se vayan. Tú, Ren, mejor te quedas aquí — el chico lo miró con sus ojos muy abiertos por la preocupación. — Ustedes pueden irse normalmente, si alguien les pregunta algo, sólo digan que sus papás los llamaron o algo así.

Los chicos asintieron y JaeNo se giró hacia RenJun, se arrodilló frente a él y sujetó sus manos entre las suyas. Murmuró que todo estaría bien.

DongHyuck miró sobre su hombro, tranquilo al saber que se quedarían juntos, pero preocupado.

Cuando los dos muchachos llegaron a la calle, DongHyuck pudo ver un camión con el logotipo de un restaurante muy conocido fuera.

La mamá de JaeMin los buscó un par de minutos después, tiempo en el que los muchachos miraron la bonita casa con un sentimiento extraño. No era la primera vez que habían estado allí, pero se sentía distinta a todas las otras veces que JaeNo les había pedido repentinamente que se fueran.

— ¿Crees que RenJun estará bien?

— Seguro que sí, JaeNo no dejará que se Señor Song le haga nada — respondió JaeMin llenó de confianza. — El papá de JaeNo es empresario gastronómico, debe ser que están negociando cosas y que las conversaciones no son del todo amigables.

DongHyuck lo miró extrañado.

— ¿Alguien que no sabe cocinar es dueño de restaurantes?

se mira y no se tocaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora