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Johnny no se molestó en sonreír, podía ser un muchacho sumamente amable, pero su padre bien sabía que la presencia de aquella mujer no era bienvenida en su departamento. Chittaphon miró la escena de mala gana, tomando su mochila.

— Me iré con Yuta — resopló el tailandés, saliendo bruscamente.

— No estaba esperando que viniera otra persona aparte de ti, papá — siseó Johnny.

— ¿No está DongHyuck aquí? — preguntó la mujer, adentrándose en el departamento.

— No, salió con su visita.

Su padre lo miro como suplicándole que fuera un poco más amable. Pero YoungHo solo lo ignoró. Esa mujer no merecía su falso buen trato luego de que había humillado a su pareja.

— Uh, ¿pero volverá esta noche?

— No, se quedó a dormir en la casa de otro amigo. Pero, ¿vienes aquí para preguntar por DongHyuck o a pasar tiempo con tu futuro hijastro? — apretó una sonrisa irónica, haciéndole un gesto a la pareja para que pasaran a la sala/comedor.

Johnny se deslizó y tan casualmente como pudo, colocó música mientras les aclaraba que se pondría a hacer la comida pero que se quedaran allí.

Cuando iba hacia la cocina, miró por sobre su hombro y silenciosamente le echó llave a la puerta de la habitación de DongHyuck y deslizó la llave por debajo de esta.

Mark observó con terror como una llave aparecía al lado de sus converse y suspiró. Al menos, por más que supieran que estaban allí, no podrían entrar por la única otra llave de la habitación, la tenía DongHyuck ahí mismo.

Pero si Mark estaba con el corazón en la garganta, cuando levantó la vista y notó que DongHyuck se estaba aguantando la risa, una expresión de curiosidad se posó en su rostro.

— ¿Qué te parece tan gracioso? — susurró.

— Tu expresión — admitió el menor, soltando una pequeña risa.

Si Mark pensaba enojarse, el paso adelante que dio DongHyuck, lo hizo retroceder hasta chocarse con la puerta.

— ¿No crees que es divertido?

— La verdad, no.

DongHyuck ladeó la cabeza, sonriendo mientras murmuraba un «mh~», a medida que sus manos se iban deslizando por los brazos del canadiense, hasta ajustarse en un abrazo por encima de sus hombros.

— Uh, creí que el ex-playboy de la escuela podría encontrar emocionante esto — canturreó, con un tono de voz que jamás le había escuchado antes, haciendo que sus vellos se erizaran.

No tuvo que esforzarse mucho en atraer tan cerca como pudo a DongHyuck. Su mente desconectándose de todo lo que ocurría fuera de esas cuatro paredes, sus manos sobre su espalda y sus labios sobre los del menor.

Quizá porque todo ese tiempo había estado queriendo ser cuidadoso, porque DongHyuck era lo único bonito que tenía y no quería arruinarlo, pero quizá también se olvidaba de que era correspondido del mismo modo.

Lo acomodó con cuidado en el mismo sitio en el que él había estado apoyado, cuidando de hacerlo tan suavemente como podía, acallando pronto las risitas de DongHyuck entre sus labios.

Y solo se dedicó a disfrutar de lo que tenía ahí, ya no tan avergonzado ante la idea de que él era su novio. También se reía a veces, cuando escuchaba las voces fuera y sabía que probablemente estaban pensándoles.

Un beso, dos, tres, cuatro, veinte, cien. Estaría dispuesto a quedarse toda la vida ahí mismo, rodeado por la calidez del muchacho y el olor a lavandas que inundaba la habitación.

DongHyuck caminó a tientas, empujando ligeramente al mayor, mientras intentaba no reírse del escándalo que hizo el viejo colchón del menor cuando se tiraron sobre este. 

El menor, apoyado sobre sus codos, se inclinó para besar al canadiense, quien estaba tranquilamente recostado sobre la cama, abrazándole perezosamente con una mano sobre su cintura.

— ¿Crees que saben que estamos aquí? — habló bajito.

— Podríamos ser YoonOh tranquilamente.

DongHyuck parecía divertido, así que Mark lo besó de nuevo, abrazándole con entusiasmo para hacerle reír. El menor le dio un golpecito, ahogando su risa contra su hombro.

— ¿Por qué tu mamá me busca tanto?

— Supongo que porque eres, aparentemente, mi único amigo — mintió.

Pero DongHyuck pareció convencido.

— No quiero asustarte, pero deberías ir a trabajar pronto.

Mark hizo un mohín, tentándose con la idea de quedarse ahí, porque estaba demasiado cómodo en ese momento.

— ¿Tengo que salir volando?

— Si tienes ganas de ser osado, hay una escalera de emergencias por fuera del edificio.

— Quiera o no, el deber me llama.

DongHyuck se acurrucó a su lado, negándose a dejarlo ir, aunque todavía tenían unos momentos antes de que tuviera que irse.

Mark apretó la cintura del muchacho, DongHyuck lo miró, como preguntándole qué le ocurría.

— Solo estoy feliz de estar contigo.

se mira y no se tocaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora