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— Ven, ven a bailar conmigo — pidió SiCheng, extendiendo su mano hacia DongHyuck.

RenJun le dio un codazo, indicándole con un gesto que podía confiar en él. DongHyuck dudó un momento, pero al final aceptó. Se dejó conducir por el muchacho más grande, quién no parecía interesado en tomar o bailar con otras personas.

La canción movida que estaba sonando les ayudó a tomar impulso, no se acordaba de que fuera tan divertido bailar con alguien, quizá porque la única vez que lo hizo estaba lo suficientemente ebrio como para no acordarse de lo que sentía.

SiCheng se movía libremente, como le saliera con la música. Pero más que eso, nadie a su alrededor parecía cuestionarse el que estuviera usando una falda larguísima que brillaba bajo las luces parpadeantes. Por más que se saludó con un par de personas, a nadie parecía incomodarle. Ni siquiera a esas personas que no lo conocían.

El mayor tomó su mano y lo hizo girar, dándole una sonrisa suave. DongHyuck se rió a carcajadas. Y no importó si sus movimientos fueran masculino o femeninos, porque la estaba pasando de maravilla.

Bailaron durante un rato más, antes de ser arrastrado por el mayor hasta la barra. SiCheng pidió algo para sí mismo y para el menor, algo que según él, era suave.

El extranjero se apoyó de espaldas a la barra, con sus codos en ella. DongHyuck seguía observando a su alrededor, sencillamente fascinado por el hecho de que todo el mundo parecía estar haciendo lo que quería.

Sonrió cuando notó a RenJun y a JaeNo bailando como si estuviera sonando una canción lenta.

— Un pajarito me contó que te gustan estas cosas — SiCheng movió un poco su falda.

— ¿Es un pajarito canadiense?

— Creo que sí, no le pregunté dónde había nacido — SiCheng se encogió se hombros, tomando otro poco de su vaso.

DongHyuck se aferró a su vaso, el líquido congelado y fucsia no le daba buena espina, pero lo tomaba porque era muy dulce. Se le hacía que eso tenía tanto colorante que se moriría si tomaba otro vaso.

— Sí, me gusta.

Dejó escapar un suspiro. Era la primera vez que decía (a los gritos, en realidad, para que SiCheng pudiera escucharlo) en voz alta, en un lugar público, lo que realmente le gustaba. Y se sintió como si un enorme peso hubiera desaparecido de sus hombros. Así de fácil, sintió el resentimiento de sus músculos de haber cargado por mucho tiempo con un peso extra.

SiCheng lo observó.

— No te diré que sería tan fácil como si fueras un hombre heterosexual blanco y cisgénero que cumple con todos los estándares sociales. Pero puedes vivir bien a tu manera si sabes por donde moverte. Y mientras no estés solo. Si tienes amistades con quienes refugiarte cuando hayan días pesados, las cosas serán más ligeras. Claro, no todo el mundo tiene que tener amigos sí o sí. A veces no se da, a veces las personas no quieren y está bien, pero si no formas parte de la mayoría lo más recomendable es rodearte de personas que te entiendan, ir a sitios en donde seas aceptado y aprender a discernir en con quién es bueno abrir tu boca y con quién no. Siempre habrán personas que no entiendan, pero a la gente le cuesta ponerse en los pies de los demás y la mayoría prefiere atacar primero, por las dudas, por si es peligroso.

SiCheng tomó otro sorbo.

— No te digo que sea fácil, pero si pasas tu vida esperando la aprobación de los demás, nunca serás feliz.

DongHyuck asintió.

— Al menos ya tienes un sitio al que venir cuando quieras divertirte... Y seas mayor. Ese es TaeYong quien habla por mí.

— ¿Siempre fuiste así de confiado?

— No, por supuesto. En parte se lo debo al que se está tragando a tu hyung — DongHyuck desvío la mirada hacia donde señalaba y vio a Chittaphon y a Yuta besándose. — Me hizo darme cuenta que por más perfecto que seas, nunca le vas a agradar a todo el mundo y está bien. Entonces, de pronto, dejó de preocuparme qué piensen de mí mientras no le haga daño a nadie.

— Cada vez que dejes de hacer algo por lo que los demás pensarán... Solo hazlo. Bueno, eso no tiene sentido y sonaba mejor en mi cabeza. Pero tú entiendes.

— Sí, de alguna forma entendí... Gracias.

— No hay de qué — el muchacho se paró y se llevó lejos a TaeYong para que dejara de molestar a los jóvenes.

JaeMin se acercó a él.

— ¿Quieres ser como él?

— Sí.

— Me gusta, te verás genial.

se mira y no se tocaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora