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Silencio.
Dizban no podía articular palabra alguna y ha decir verdad, no quería; temía ahuyentar a aquella hermosa aparición de rubios cabellos y ojos plateados.
¿Sería aquel niño frente a él un Veela*?
La descripción de los libros calzaba con la apariencia. Piel lechosa y a la vista suave, labios carnosos de un color durazno blanquecino, cabello tan dorado y a la vez tan pálido sin mencionar su apariencia sedosa. Aunque pensándolo bien, aquel niño no podía ser un veela, una veela no podría ser tan hermosa.
Un veela no podría tener esas perfectas cejas rubias y aquellas abundantes pálidas pestañas coronando una mirada semejante a una tormenta plateada, profunda y peligrosa. Aquel par de ojos parecían tener el mismo efecto que cualquier hechizo paralizante, un hechizo del que Dizban no estaba seguro si quería ser libre.
Cuando el ojiverde sintió el escrutinio de la plateada mirada sobre su persona, no pudo evitar que los colores se le subieran al rostro y sentir el calor recorrerle las mejillas, dando como resultado un involuntario rubor.
- Diz. - llamó Annabeth a su hijo, haciendo que el pequeño Kauffman regresara a la realidad. - Saluda al joven Malfoy cariño.-
- Hijo. - habló Narcissa casi al mismo tiempo que su amiga. - Preséntate a nuestro invitado corazón.
Ambos niños comenzaron a acercarse el uno al otro a un paso tímido.
Draco podía escuchar su corazón latiendo a un ritmo tan acelerado que le retumbaba en los oídos, y entre más se acercaba al pelinegro, más temía que pudiera escuchar su errático latir. Dizban por su lado, sentía a sus piernas temblar, sus manos sudar y que la respiración se aceleraba con canda paso; dentro de su cabeza se preguntaba ¿qué rayos le pasaba a su cuerpo? no entendía lo que le estaba pasando—¿sería que era la primera vez que socializaba con alguien desde que se había mudado?— entre más lo pensaba, aquella idea le parecía más ridícula, en especial por que el pequeño pelinegro tenía amigos en distintas partes del mundo;. . . . aunque si ese no era el motivo de su nerviosismo y las extrañas reacciones de su cuerpo, ¿qué era entonces?
Una vez frente a frente, ambos pequeños se recorrieron con la mirada. Draco era media cabeza más alto que Dizban, por lo que tenía que mirar ligeramente hacia abajo para verlo a los ojos, y el rubio estaba seguro, que el verde de aquellos ojos frente él se había vuelto repentinamente en su color favorito.
- Dra. . .Draco Malfoy. - se presentó con timidez el pequeño niño rubio alzando su mano hacia el menor de los Kauffman.
- Di. . .Dizban Kauffman. - se presentó ahora el pelinegro tomando la mano del rubio dando un suave y formal apretón.
Cuando ambas manos se tocaron, un leve escalofrío los recorrió a ambos al instante.
Draco pudo sentir claramente lo cálido que era el tacto de Diz. Con solo aquel pequeño contacto, se permitió sentir el agradable calor que aquella pequeña mano le proporcionaba a la suya. Mientras que Dizban notó el frío tacto del rubio, pero esto no le era molesto, pues la suave y fría piel del pequeño Malfoy era agradablemente contrastante y refrescante a su propio calor corporal.
Ajenos a la extraña experiencia que ambos niños estaban viviendo, los adultos se encontraban en lo suyo.
Los patriarcas de ambas familias habían comenzado una formal plática de política viéndose inmersos en un agradable ambiente, siendo una sensación familiar y de entera confianza la que comenzó a fluir entre ellos. Mientras que por su lado, las viejas amigas rápidamente comenzaban a ponerse al día en cuanto a sus vidas durante el largo tiempo que habían pasado separadas; permitiendo así que todos los adultos pronto pudieran sentirse cómodos con la compañía del resto.
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Un Ángel de Ojos Verdes
Fantasy¡¡EN REMODELACIÓN!!- Para los lectores habituales, quisiera informarles que he estado remodelando la historia, sigue siendo la misma y prácticamente no ha cambiado en nada. Más que nada ha sido una revisión de errores ortográficos y de escritura, e...