- Un Verdadero Black - II -

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Música recomendada:

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- ¿C...c...cómo? - intentaba preguntar Sirius, sin que las palabras le llegaran a la mente, la cual trabajaba a marchas forzadas, para verificar que había escuchado bien, y no fuera una alucinación. - ¿¡Vivo!?. . .¿¡Harry está vivo!? - volvió a preguntar el hombre levantándose de un salto, comenzando a alterarse. - ¡¿Dónde está?!, ¡¿Quién lo tiene?!

Todos miraron a Sirius, era clara su angustia y su desespero por encontrar a Harry; Annabeth, al ver los grises ojos del hombre, pudo ver que estos estaban  por romper a llorar; ante eso, la pelinegra pensó que quizá no había sido el mejor momento para hablar del tema, pero no había vuelta atrás, ya estaba hecho.

- Tranquilízate Sirius, por favor. - pidió Narcissa tocando su hombro, mientras le invitaba a sentarse de nueva cuenta.

- ¿¡Cómo quieres que me calme cuando me dicen que Harry está vivo, así sin mas!? - el hombre miraba a todos los presentes intentando encontrar alguna señal de que aquello era una broma, una muy cruel, pero broma al fin. Al no encontrar dicha seña, se sintió aún más confundido. - ¿Cómo es que mi pequeño cachorro está vivo, pese a que todos dicen lo contrario?

- Eso es porque nadie sabe que está vivo. - respondió Bertram, en medio de un suspiro. - Lo que vamos a revelarte Sirius, es un tema bastante delicado. - explicó el mayor, ante la seriedad de todos, el ojigris intentó mantener la calma. - Si algo de lo que estamos por revelarte llega a saberse, todos los presentes, no solo seremos llevados a Azkaban; sino que además, el más perjudicado sería el propio Dizban. - Sirius no comprendió lo último.

- ¿Qué tiene que ver tu nieto con todo el asunto de Harry? - preguntó Black.

- Porque, mi hijo, al que todo el mundo conoce como Dizban Kauffman. - contestó Annabeth, aún insegura de hablar. - Es en verdad el niño a quien tu llegaste a conocer como Harry Potter. - Sirius tomó aire, no sabiendo si para hablar, gritar o simplemente llorar; pero cualquiera de esas opciones se vió interrumpida por la voz de Annabeth. - Pero antes de que hables, cuestiones o nos insultes, quiero que veas con tus propios ojos la historia detrás de mis acciones. - la mujer volteó a ver a todos los presentes. - De las acciones de todos nosotros.

- Síguenos Sirius. - pidió Narcisa. Un tanto receloso, el hombre aceptó y se levantó con las piernas temblándole de ansiedad.

Todos caminaron en estricto silencio y tranquilamente hacia los antiguos jardines de Malfoy Manor, introduciéndose en el más antiguo de sus laberintos, cuyas paredes eran arbustos enormes y cuya entrada, quedaba prohibida; a menos que los señores de la casa dijeran lo contrario.

El ambiente que se respiraba dentro del laberinto era palpablemente mas denso que el de los jardines, sin mencionar que conforme más se adentraban en el laberinto, una extraña neblina comenzaba a llenar aquellos confusos pasillos. A medida que avanzaban, los presentes fueron capaces de percibir el sonido de agua corriendo, además de que una extraña ambrosía, empezaba a picarles la nariz; haciendo evidente el aumento en la humedad del aire

Lucius, quien era el guía, disminuyó el pasó en cuanto lograron salir del laberinto. Cuando salieron de este, la neblina permitió la más extraña e irreal vista que hubieran visto antes. 

A lo lejos, en lo alto de una verde colina y cuyo camino era guiado por unas escaleras de blanca piedra; se podía apreciar una extraña construcción. Un relativamente pequeño mausoleo, el cual, por el brillo que sus paredes desprendían al tacto de los rayos del sol; parecía estar hecho de mármol o algún material un tanto reflejante.

Un Ángel de Ojos VerdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora