Lo Agridulce del Amor II

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Música sugerida:

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Lo Agrio del Amor

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. . . Tick . . .

 . . . Tack . . .

   . . . Tick . . .

      . . . Tack . . .

El constante sonido del segundero del reloj que había en su despacho, en conjunto con el calmado silencio podría parecerle relajante a cualquiera que quisiera calma y tranquilidad.

Pero no para él.

Bertram Kauffman, quien solo maldecía al irritante sonido, pues el claro recordatorio de que estaba vivo.

Cualquier persona habría bendecido la suerte que él tenia. 

Era guapo y para su edad seguía manteniendo una apariencia joven, era dueño de extensas tierras, propiedades y de una gran fortuna, poseía una excelente salud, tenía amigos y familia que lo querían y estimaban; a su alcance estaba una de las sociedades secretas más poderosas del mundo mágico, y podía tener los amantes que le viniera en gana con tan solo sonreír. Pero eso no era lo que anhelaba. Pues lo que en ese momento más quería y deseaba, era lo único que no podía permitirse: el dulce sueño eterno. 

La muerte. 

Él que había vivido ya lo suficiente. Sentido y experimentado todo lo que había podido durante su vida, que había visto extinguirse vidas maravillosas y muertes horribles; él que había cargado sobre sus hombros demasiadas emociones y responsabilidades. Estaba ya cansado.

Y deseaba la muerte, porque cuando esta llega, todo queda atrás. La sensación de cargarlo todo se desvanece. 

Y él, ya estaba más que listo para desvanecerse, aunque en aquella casa, estaba lejos de poder hacerlo.

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Bertram's POV

Las horas parecían interminables ahí encerrado en mi despacho, que era el único lugar de la gran casona en la que me apetecía estar.

El ambiente como siempre era cálido gracias a la chimenea, pero ahora parecía asfixiarme al respirarlo; el calor parecía recorrer mi cuerpo de un modo desagradable haciéndome sudar más de lo que puedo soportar, y más con la bata que había estado usando en los últimos días.

Si la memoria no quería comenzar a fallarle, había pasado exactamente un mes desde que había sometido a un juicio a Tom, y que tras ordenar a los alphas hacerle un interrogatorio y obtener la respuesta que él quería conocer bajo el precio que fuera, no habían obtenido una respuesta concreta. Por lo que lo había mandado encerrar en una de las celdas más recónditas de la mansión.

Un Ángel de Ojos VerdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora