- Camino a Hogwarts -

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Los verdes ojos de Dizban se encontraron con los plateados de Draco, observándose directamente, esmeralda y plata encontrándose sin separarse; los dos chicos estando tan cerca y sintiendo lo mismo, la misma emoción que los recorría de pies a cabeza.

       - Es hoy. - susurró Draco.

      - Lo sé. - contestó Dizban sonriendo. - Dray. . . la verdad estoy muy nervioso, ¿tu no?

       - Algo. - aceptó el rubio sin despegar la vista del ojiverde. - Aunque, ha decir verdad me han dicho que no es la gran cosa.

       -¿En serio? - se sorprendió Dizban un tanto decepcionado. - Yo escuché que es asombroso. - la emoción en la verde mirada de Dizban enterneció a Draco, quien pego su frente con la del pelinegro.

       - En ese caso, averigüémoslo. - ambos se sonrieron. - ¿Listo? - Diz asintió.

       - Listo. -

Ambos se levantaron de la cama y a toda prisa corrieron, Dizban al cuarto de su madre, y Draco a la habitación de huéspedes de la mansión Kauffman donde estaban sus padres durmiendo.

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- Habitación de Annabeth -

Dizban, lleno de emoción, se lanzó literalmente sobre su madre, quien fue abruptamente despertada por la falta de aire y el dolor en su estómago que había provocado su hijo

       - ¡¡Mamá, mamá, mamá, mamá!! - llamaba eufórico el pequeño pelinegro sin dejar de saltar sobre su madre. - ¡Vamos! ¡vamos! ¡hoy es el día!

       - Diz. - a penas y podía articula palabra Annabeth por la falta de aire. - Cariño. - comenzó a decir desganada Annabeth. - Ya sé que hoy vas a Hogwarts, pero. . . - observó su reloj de buró. - Son las siete de la mañana, ¿no te parece que es muy temprano?

       - Pero mami. - rezongó Diz queriendo evitar que su madre se volviese a quedar dormida. - Aún falta empacar algunas de mis cosas, debo bañarme desayunar, checar que no me falte nada, despedirme de todos los retratos. . .

       - ¡Ya sé! - exclamó exasperada la mujer que no acostumbraba a ser molestada por su hijo tan temprano por la mañana. - Hijo, sé que estás muy emocionado pero ¿podrías, por favor, otorgarle a tu madre un par de horas más de sueño?

       - ...Pero...-

       - Por favor, mi amor. - volvió a suplicar Annabeth.

       - Bien - aceptó finalmente Diz bajando de la cama de su madre, y dirigiéndose a la puerta. - Pero te quiero levantada a las nueve. - sentenció el niño saliendo del cuarto.

       - ¿Y desde cuándo cambiamos papeles? - se preguntó la pelinegra acomodándose en su cama de nuevo, por un segundo observó el retrato mágico de su esposo. - ¿De verdad ha crecido tanto? - algo nostálgica, Ann sonrió mientras caía en los brazos de Morfeo nuevamente.

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- Habitación de Invitados -

Draco entró escandalosamente a la habitación donde dormían su padres plácidamente.

       - Papá, mamá, papá, mamá. - y mientras llamaba a gritos a sus progenitores, el pequeño rubio se lanzó sobre la cama cayendo de lleno en el estómago de Lucius, que despertó abruptamente por el dolor. - ¡Levántense es hoy!

Un Ángel de Ojos VerdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora