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Para nadie era secreto que algo pasaba con el pequeño grupo de segundo año de la casa de Slytherin, habían cambiado, y no precisamente para bien. Se les podía ver tensos, molestos, y quizá lo peor de todo; divididos.
Era especialmente obvio en cada comida, donde se les podía ver separados en la mesa. Por un lado, Dizban Kauffman, con la cabeza gacha y mirando hacia un punto inexistente en la mesa de profesores; del otro lado, Draco, con un rostro más serio que de costumbre y una actitud agresiva que no se le había visto antes; este, siempre observando con molestia su comida. El resto de sus compañeros de segundo, sin mirar a ninguno de los dos, todos sumidos en un incómodo silencio que nadie se atrevía a romper.
Ambos sin dirigirse una sola mirada.
Nadie sabía exactamente porqué, pero desde aquella noche en dónde se habían encontrado las sangrientas palabras, que hablaban de la cámara de los secretos, sobre la pared del pasillo principal, ambos amigos, se habían dejado de hablar. Y Draco, para colmo, había dejado claro que estaba terminantemente prohibido que Neville Longbottom se acercara a los Slytherin, ya fuera en la mesa para comer, en clases, o en cualquier otro lugar; ni que decir que al pequeño tejón lo habían vetado de por vida de la sala común de las serpientes.
Tampoco era raro que nadie argumentara nada.
Slytherin mantenía un código de comportamiento muy específico, que quizá para aquellos que o no habían sido criados de la misma manera o no habían entrado en la casa, no entenderían. La casa de Salazar se manejaba casi como una monarquía, que seguía una jerarquía donde el poder dentro de la casa, te era otorgado por tu nombre, tu sangre y tus amigos. Y si bien los mayores de la casa siempre eran respetados, no había duda que incluso ellos se dirigían con respeto a aquellos que se mantenían por en cima de la pirámide.
Los de segundo, se habían colocado muy por en cima en la pirámide al instante de ingresar al colegio; pero Draco y Dizban se habían puesto en la punta. Lo que vulgarmente era conocido como los príncipes de Slytherin. Y ahora, había un conflicto interno bastante serio, pues ambos, con el mismo nivel de poder sobre la casa; nadie sabía a quién obedecer.
Afortunadamente, Dizban parecía haber cedido ante las agresiones de Draco, y no había interferido en ninguna de sus órdenes, y cómo príncipe de Slytherin que era; tampoco nadie se atrevió a contradecirlo en nada. Así que al pequeño tejón no se le veía cerca de ningún miembro de la casa verde y plata en ningún momento, quizá únicamente Dizban, pero era este último quien se acercaba a Neville, dejando como excepción la sala común y la mesa en el gran comedor.
Y bueno, la confusión era demasiada para un grupo que estaba más que encariñado con Dizban, con Draco y con Neville. Los muchachos no sabían que hacer pues no querían dejar de hablarle a ninguno y mucho más al saberse ignorantes de la poderosa razón que seguramente era la causa de todo aquel embrollo. Pero ninguno de los tres quería hablar del tema.
Neville, mas asustado que de costumbre, escondiéndose de sus amigos, siempre diciendo que no le correspondía decir nada, y esquivando los asesinos ojos plateados del heredero Malfoy.
Draco, con humor terrible, malhumorado y con la boca cerrada como una tumba con respecto a lo acontecido aquella noche. Siempre mirado asesinamente a Neville y viendo acusatoriamente al ojiverde.
Y Dizban, bueno; el pobre parecía un fantasma melancólico caminando de un lado al otro; sin encontrar su lugar. Cuya chisma parecía haberse apagado de la nada y siempre con la mirada llena de culpa y remordimiento. A este último era a quienes los hechos de aquella noche, lo perseguían en modo de pesadillas.
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Un Ángel de Ojos Verdes
Fantasy¡¡EN REMODELACIÓN!!- Para los lectores habituales, quisiera informarles que he estado remodelando la historia, sigue siendo la misma y prácticamente no ha cambiado en nada. Más que nada ha sido una revisión de errores ortográficos y de escritura, e...