Un Ángel de Ojos Verdes

- La Calma, Antes de la Tormenta -

Música recomendada:

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       - ¿¡Que hiciste, qué!? - preguntó Annabeth a Severus, totalmente enfurecida. - ¡¿Cómo se te ocurre desvanecer a una pobre serpiente de esa manera?! - seguía cuestionando la mujer al hombre de negras túnicas.

       - No es como si yo lo hiciera a propósito, ¿sabes? - respondió Snape con su típica voz fría, pero dentro de él, el pocionista sentía su estómago encogerse del miedo que aquella mujer le provocaba con su enojo. - La serpiente estuvo a nada de morder a un estudiante.

       - Hay otras maneras Severus. - respondió Annabeth tomando un sorbo de su té para intentar calmarse. - Bien pudiste pedirle aDizban o alguien que nos contactara a mi o mi padre, por la descripción de Diz, aquella serpiente era mágica. - la mujer clavó con sus penetrantes ojos azules en los negros del contrario. - Las cuales, me permito recordarte, están en peligro de extinción y mi familia es activista en su repoblación.

       - Realmente lo siento. - se disculpó Severus por milésima vez aquella tarde, aquella conversación de la serpiente, le abrió una oportunidad al maestro. - Lo que me recuerda, en ese instante sucedió algo. . . .desconcertante. - comentó casualmente el pocionista, bebiendo tranquilamente de su taza de té.

       - ¿Mmm? - la pelinegra dejó de beber de su té. - ¿De qué se trata? - preguntó Annabeth con curiosidad.

       - Bueno, para mi al menos fue desconcertante. - se corrigió Snape. - Debiste informarme. - la incertidumbre fue clara en el rostro de la austriaca. - Sobretodo para saber cómo actuar, al momento en que tu hijo hablara pársel frente a medio cuerpo estudiantil.

Annabeth se quedó tiesa. Dizban. . . ¿hablaba pársel?, ¡¿Desde cuándo?

Esas y miles de preguntas más se formaron al rededor de la mente de Annabeth queriendo pensar en cómo era que un dato no solo importante, sino de vital importancia; le había sido oculto por su hijo. Aunque ahora que lo pensaba, quizá Dizban tampoco era consciente de que lo hablaba, no es como si el pequeño ojiverde estuviera cerca de serpientes todo el tiempo.

Con esfuerzo, y Annabeth lograba que su hijo se paseara de vez en cuando por los serpentarios.

       - Por su puesto eso ya debías saberlo, ¿no? - continuó Severus, interrumpiendo los pensamientos de su amiga y sin soltar la mirada de su persona. - Después de todo, hablar pársel es una habilidad congénita que se hereda de generación en generación en una familia. - Annabeth tragó seco. - Sinceramente me siento algo. . .ofendido, por decirlo de algún modo, de que nunca me lo hayas mencionado.

Ann, seguía sin poder decir palabra alguna terminó enterrándose las uñas en la palma de su mano, ante la fuerza que aplicaba en cerrar su puño; aguantando el claro sarcasmo que Severus implementaba en sus palabras.

       - Aunque ahora que lo pienso, nunca te he escuchado hablar a ti o a tu padre con alguna serpiente, de hecho hasta donde sé; ni los Kauffman ni los Bakó tienen algún registro de ser hablantes de pársel. - Severus calló unos segundo sin quitar la mirada de la pelinegra, quien parecía una estatua. - La única manera en la que un mago pudiera recibir una habilidad como esta, sin ser heredero de dicha habilidad, solo es por medio de una transferencia mágica, magia oscura; y por lo que yo sé, el último hablante de pársel con vida metido en magia de dicha calaña, era el propio Señor Oscuro. - la pelinegra se sintió descubierta. - Dime, Annabeth, ¿Cómo o cuándo es que tu hijo estuvo en contacto con el Señor Tenebroso?

       - Basta. . . . .por favor Severus. - pidió la ojiazul entrecortadamente mientras se volteaba, internado evitar que el hombre la viera llorar.