- Flor de la Adversidad - II -

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Música recomendada:

https://www.youtube.com/watch?v=dcPJn5KxULM&t=1324s

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La luna sobre el cielo—lo que sucede en el presente con Dizban y Annabeth.

La luna sobre el cielo—lo que sucede dentro de la historia contada por Annabeth.

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       - Así que es usted a quien debo agradecerle el haberme salvado la vida. - habló con voz seca el joven desde la cama. - Dígame hermosa doncella, ¿ usted amiga o enemiga?

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No era posible negar que el joven que reposaba en aquella habitación era apuesto, y a pesar de estar en débil y en cama gracias a la profunda herida que Aggie había curado, se veía fuerte y encantador. O al menos esa fue lo que Agatha veía.

       - Debería ser usted menos agresivo joven. - respondió fríamente Agatha. - ¿Así agradece a quien le ha salvado la vida?

El joven sonrió con curiosidad, que alguien no lo reconociera era algo totalmente nuevo para él, pues el joven cuya piel parecía haber retomado un sano color crema, crecido cabello castaño, nariz recta y feroces ojos negros; era nada más y nada menos que Alberto V de Habsburgo, heredero al título de Duque de Bâbenberg.

       - Mis disculpas señorita . . . perdón, ¿sería usted tan amable de decirme su nombre? - pidió él.

       - Agatha. - respondió la pelinegra, acercándose al convaleciente chico con un cuenco lleno de una infusión medicinal para curar la herida y revisar que estuviera sanando de forma correcta.

       - Y dígame, señorita Agatha. - habló él intentando distraerse del punzante dolor que aquel fomento de agua hirviendo provocaba. - ¿Cómo es que una joven y delicada damisela como usted, pudo curar tan terrible herida? - el comentario lleno de sarcasmo molestó a Agatha.

        - Trabajo en una botica en un pueblo cerca de aquí. - respondió ella cortante colocándole, literalmente, sal en la herida. - Y pese a lo que usted pueda pensar o decir, sin mi no estaría vivo en este momento. - le reprochó ella. - Durante años he aprendido de plantas, remedios y medicina; quizá usted piense que las mujeres no somos capaces, ¡pero fue una mujer quien le salvó la vida!

       - Perdón. - se disculpó el castaño ante la evidente molestia de la joven. - No quise menospreciarla ni mucho menos, me he expresado mal, y le ofrezco una sincera disculpa a mi salvadora. - la pelinegra se sorprendió al ver como aquel joven inclinaba la cabeza y aceptaba su reprimenda de manera humilde, cosa que de alguna manera, hizo desaparecer su enojo.

       - Disculpa aceptada. - respondió ella. - Joven. . .

       - Alberto.- se presentó él mientras sonreía y hacía una suave reverencia aún sentado en la cama. - Llámeme Alberto. - él tomó con delicadeza la mano con la que Agatha mantenía un trapo lleno de infusión medicinal sobre su herida. - Y gracias Agatha, por salvar mi vida.

Ambos se quedaron atrapados en los ojos del contrario sintiendo una extraña conexión.

       - No hay de qué. - respondió ella algo sonrojada. - Y puede llamarme Aggie.

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Aunque las tierras y los límites de poderío estaban repartidos y bien definidos entre los poderosos linajes, era de conocimiento general que recientemente, los enemigos del norte, habían estado intentado sumar poderío y hacerse con tierras; por lo que no era extraño escuchar de intentos de asesinato y ataques hacia los descendientes de condes, duques y demás ramas de la familia imperial; incluso se sabía de pequeños poblados que habían sido atacados.

Un Ángel de Ojos VerdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora