Música recomendada:
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La luna sobre el cielo—lo que sucede en el presente con Dizban y Annabeth.
La luna sobre el cielo—lo que sucede dentro de la historia contada por Annabeth.
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Hace muchos años, en un bosque igual a este, en medio del transcurrir de una noche sin luna, una pareja corría entre los árboles de aquel bosque, perseguidos por los guardias del santo oficio.
Más que por su vida, la imperiosa necesidad que los perseguidos sentían de huir, era para proteger la preciada carga que yacía dormida en los brazos de la mujer. Un bebé. Una pequeña niña recién nacida de piel blanca y una pequeña mata de cabello negro que se asomaba de entre las sábanas que la cubrían.
- ¡Tenemos que separarnos! - susurró el hombre a su esposa mientras se mantenían escondidos entre los matorrales, escuchando como aquellos hombres armados hastiaban a sus caballos para alcanzarlos y capturarlos.
- ¡¿Estas loco?! - exclamó ella. - ¡No pienso abandonarte! - más que una orden, aquellas palabras eran una súplica desesperada a su amado. El relincho de los caballos se escuchaba cada vez más cerca, ambos sentían en su nuca el inminente aliento de la muerte. - Por favor. - volvió a suplicar ella.
- No tenemos opción. - el hombre alzó el rostro de su compañera. - Si sacrificarme significa que tu y nuestra hija tengan una posibilidad de huir y vivir. - decía él acariciando la cabeza de la bebé. - Lo haré con gusto. - la mujer sabía que el hombre frente a ella tenía razón, juntos, había menos probabilidad de sobrevivir.
Sin decir nada más, ambos se dieron un último beso como señal de despedida.
Él fue quien rompió el beso para después salir de la efímera seguridad que les otorgaban los matorrales y correr directamente a la vista de los guardias, tras una ultima mirada a su esposa e hija, el hombre salió huyendo atrayendo a los jinetes hacia sí. La mujer miró con dolor y tristeza cómo su amado era perseguido por aquellos hombres cual presa de caza.
Después de esperar varios minutos en que todo quedó en silencio, ella salió también de los matorrales silenciosamente dirigiéndose al lado contrario en que se habían ido los guardias persiguiendo a su esposo.
Pese a la tristeza que la embargaba, y después de varios minutos de haberse adentrado en el bosque sin que nadie la persiguiera, la mujer sentía cierto grado de seguridad en medio de la noche. Todo iba bien hasta que cerca de una cueva, un grupo de guardias, que al parecer ya se esperaban la separación de la pareja, la emboscaron.
- ¡Quieta ahí bruja! - exclamó uno apuntándola con una lanza.
- ¡¿Creíste que podrían engañarnos?! - preguntó otro observando horrorizado que la mujer trataba de ocultar un pequeño bulto entre sus brazos. - ¡Tú y ese maldito engendro de Satanás que llevas arderán el los fuegos del averno!
Aquella amenaza fue la alerta que hizo que aquella mujer saliera corriendo tan rápido como su débiles y lastimadas piernas le permitían. Estaba aterrada, su estado físico era deplorable y sin varita no había mucho que pudiera hacer contra aquellos bárbaros. Con pánico observó como los soldados comenzaban a alcanzarla, así que en un último esfuerzo, dejó salir la poca magia que le quedaba espantando a los caballos haciendo que varios jinetes cayeran al suelo; dándole un poco más de ventaja para huir.
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Un Ángel de Ojos Verdes
Фэнтези¡¡EN REMODELACIÓN!!- Para los lectores habituales, quisiera informarles que he estado remodelando la historia, sigue siendo la misma y prácticamente no ha cambiado en nada. Más que nada ha sido una revisión de errores ortográficos y de escritura, e...