- El Principio del Placer -

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Música recomendada:

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       - ¡Ahhh! - gemía quedamente aquella dulce voz. - No. . .ahhh. . .pa. . . ahh. . . - se aferró con más fuerza al uniforme del chico sobre quien estaba sentado mientras echaba la cabeza hacia atrás, recargándose sobre el hombro del otro; presa del placer que le proporcionaba aquella, por lo visto, experta mano.

       - Shhh. - silenciaba el mayor en un quedo susurro, con una felina sonrisa en los labios. - Si haces demasiado ruido alguien podría oírte y entrar por esa puerta. - el joven se acercó al oído del chico víctima del placer. - ¿O a caso te excita que alguien te vea de este modo?

       - ¡Ahhhh! - gimió con fuerza el más joven sin poder evitarlo. Un pequeña risa salió de aquella boca.

       - ¿Quién diría que el pequeño e inocente Neville Longbottom, fuera un descarado pervertido? - el mayor se mordió los labios ante la visión del ojimiel retorciéndose entre sus brazos mientras movía la cadera cada vez más violentamente. - ¿Estás por terminar, eh?, vamos, córrete por mi mano Longbottom, es más. . . - el mayor mordió sensualmente el oído de Neville, quien intentaba, sin éxito alguno; reprimir los jadeos de su boca. - Si quieres, puedes imaginar que es Dizban el que te toca, y no yo.

¿Cómo había terminado Neville en aquella situación? Bueno, para ser honestos, la situación parecía mas un capricho del destino por fastidiar al hufflepuff que como una mera coincidencia. . .

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Después de que Draco lo sacara a patadas de aquel salón.

Neville calló de rodillas al suelo con las mejillas rojas, los ojos llorosos y su orgullo completamente hecho trizas. — "¿Porqué tuve que poner mis ojos en ese ser tan malditamente hermoso?" — pensó el ojimiel.

Para el tejón, Malfoy si merecía estar con su adorado Dizban. ¡Por favor!, era Draco-Jodido-Malfoy.

Nacido en el seno de una de las mejores familias mágicas de Inglaterra, sangre real corría por sus venas; millonario. . .pues el rubio prácticamente nadaba en oro, un mago multitalentoso, su familia formaba parte de los Sagrados Veintiocho, inteligente, poseedor de una belleza extraordinaria y una educación envidiable. En pocas palabras era perfecto. Pues el ojiplata podía conseguía todo lo que quisiera con una simple sonrisa.

Definitivamente, Draco estaba a la altura de alguien como Dizban.

Solo había que verlos juntos para darse cuenta de que eran el duo perfecto, y ni mencionar la chispa que destellaba entre ellos, solo un ciego sería capaz de pasar por alto el cómo le brillaban los ojos a ambas serpientes al verse entre sí.

En comparación, él, Neville Longbottom; solo era un chico más alrededor de semejantes magnificencias, pues era alguien promedio en prácticamente todo. Su familia no era realmente importante en la sociedad mágica, en algún punto pertenecieron a los Sagrados Veintiocho, pero fue eliminada por relacionarse con muggles y squibs. Las bóvedas a su nombre tenían el suficiente dinero para vivir bien en lo estrictamente necesario, pero no era capaz de mantener un nivel de vida lujosa ni extravagante; no como sus amigos.

La casa de su familia no era ninguna maravilla. Sí, podría decirse que era una propiedad grande, sin embargo, el jardín de la casa de cualquiera de sus amigos era mil veces más grande que su casa con todo y jardín.

Ciertamente ese verano su cuerpo había cambiado para bien, pero no llegaba a ser ningún poseedor de alguna belleza llamativa; y su rendimiento académico, bueno. . ., si había alcanzado lo calificación mínima para pasar sus materias, era gracias a la ayuda que Theo y Hermione le daban.

Un Ángel de Ojos VerdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora