- Un Ángel en Crecimiento -

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Música sugerida:

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Kauffman Manor desbordaba brillo y algarabía.

El jardín nevado estaba repleto de hermosas flores cultivadas mágicamente para florecer fuera de temporada. Dentro de la casona, la decoraciones plateadas y azules se podían observar por todas partes, luces y velas alumbrando todo el recinto y el techo había sido encantado para simular una lluvia de estrellas.

El Bullicio de voces y risas de los cuantiosos invitados solo era superado por el alegre y festivo sonido de la orquesta. Violines, violas, violonchelos, flautas, oboes, clarinetes y muchos otros instrumentos; todos tocando en perfecta sincronía armoniosos valses y polkas que eran bailados con recatada frivolidad por hombres y mujeres vestidos en opulenta etiqueta. Las damas presumiendo sus mejores vestidos ataviadas en despampanantes joyas, y los caballeros luciendo caras y tradicionales túnicas o elegantes y ostentosos trajes.

Copas de hidromiel, vino y champagne siendo servidas y bebidas por igual, al mismo tiempo que suculentas viandas eran dispuestas en largas mesas por los sirvientes. Kauffman Manor gritaba a todo pulmón, fiesta.

Fiesta ofrecida por la familia mágica más importante y poderosa en Austria, el motivo seguía siendo desconocido para los invitados, pero eso no les impedía deleitarse con la hospitalidad y el lujo que les era ofrecido.

Pocos eran realmente los que conocían la razón detrás de aquella fiesta, pero para los que no sabían la razón, no les resultaba sospechoso, pues no era extraño que una familia sangre pura tan bien acomodada ofreciera fiestas y reuniones como aquella simplemente por gusto y/o formalidad.

Bertram y Annabeth habían dado a conocer a Dizban únicamente a un selecto grupo de familias sangre pura, para que empezara a ser conocido como el pequeño heredero de la familia, de manera discreta y no tan pública; evitando así, ser relacionado con el hasta ahora muy buscado Harry Potter. Pero el darlo a conocer ayudaba a que Dizban no apareciera simplemente de la nada.

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       - Mami-. llamó el pequeño Dizban entrando corriendo al cuarto de su madre. - ¿Cómo me veo? - preguntó el niño mostrándole a su madre su vestuario para aquella noche.

La pelinegra observó con cuidado a su hijo. El elegante traje negro adornado por un pañuelo azul marino y el emblema de la familia bordado en hilo plateado sobre el pecho del saco que el pequeño llevaba puesto, daban a Diz una elegante presencia digna de un heredero sangre pura.

A travez de los años, el pequeño ojiverde había desarrollado una terrible adicción al glamour, la ropa, las joyas y una obsesión de cuidar cada detalle de su vestimenta; lo que por su puesto era completamente heredado y aprendido de su madre, quien para ese momento era considerada la bruja sangre pura más bella de Austria, y tras la conocida muerte de su esposo, una de las solteras más codiciadas en Europa.

Los dos adoraban ir de compras juntos y gastar enormes cantidades de dinero, y Bertram como buen padre y amoroso abuelo que era, no paraba de consentir el pequeño gusto de ambos, ¿y porqué no decirlo? a él también le gustaba aquel pasatiempo; recordando que esa actitud la había tenido también su difunta esposa, a quien también había complacido el mismo gusto.

       - ¡Mi amor! - exclamó ella sorprendida ante lo hermoso que se veía su niño, con su ligeramente largo y ondulado cabello que caía gracialmente sobre su rostro enmarcándolo. - ¡Te vez maravilloso! Voy a tener que advertirle a Lady Heber que aleje a su hija de ti, pensándolo bien, también a su hijo - .

Un Ángel de Ojos VerdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora