XVI

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Por supuesto, le castigaron.

Kendrew fue castigado a limpiar durante cuatro días todo el laboratorio del profesor Snape. La profesora McGonagall creía que se merecía algo más pero afortunadamente el profesor Dumbledore intercedió por el escocés y declaró que defendió a otro compañero por lo que el castigo solo fue eso.

Hubo otro ataque a hijos de muggle y después de ese otro y otro más hasta que hubo uno que llegó al oído de Kendrew: Hermione Granger. Eso le entristecía, de todos los mentecatos de Gryffindor, ella era la que mejor le caía, excluyendo a Fred ¿Lo peor? Kendrew seguía escuchando esa voz en su cabeza, esa voz que le atormentaba y que él solo oía...le volvía loco, le quitaba el sueño la rara vez que lo conciliaba...despertaba tras aterradoras pesadillas. Eso hacían que el humor de Kendrew estuviese bajo mínimos.

Bueno...Limpiar el laboratorio era entretenido. Cada frasco contenía algo distinto, una pócima con decenas de efectos y las cuales apestaban como mocos de trol. Kendrew estaba limpiado un estante lleno de polvo cuando llegó Snape. El profesor le miró, interrogante, para luego sentarse en su silla y empezar a corregir un montón de pergaminos.

-Recuérdeme, McAlvey ¿Por qué le castigaron?

El chico suspiró y dejó un frasco recién limpiado en su sitio.

-Por noquear a cuatro Slytherin que acosaban a mi amigo.

Aunque Kendrew no lo vio Snape sonrió, o al menos emitió un curvado gesto con la boca, lo más cercano a una sonrisa que el odiado profesor de pociones podía hacer.

-Eres igual a tu padre.

Kendrew paró en seco de limpiar.

-¿Cómo ha dicho?

Snape levantó la vista del pergamino que estaba corrigiendo en ese momento.

-En sus años de estudiante, tu padre era el Slytherin más extraño de Hogwarts. Tenía un amigo el cuál era objeto de todas las mofas de sus enemigos Gryffindor y siempre que el estaba enfrente...acometía contra los Gryffindor y acababa con un ojo morado.

El escocés sonrió ¿Así sería su padre? A su mente vino la única imagen que Kendrew tenía de su progenitor: El pequeño retrato que le dio Claudle. En el, su padre aparecía sonriente y con gesto amable mientras sujetaba de la cintura a su madre...su madre. Kendrew nunca la había visto sonreír, sonreír de verdad, solo en esa foto.

-Parece que te agrada- Mencionó Snape.

Kendrew asintió mientras volvía a su labor de limpiar.

-Si mi padre era ese hombre que usted describe, profesor, estoy realmente orgulloso de ser su hijo.

Snape miró a Kendrew durante unos segundos y con un meneo de cabeza señaló la puerta.

-Vete, McAlvey. Ya has hecho mucho por hoy.

-Pero...mi castigo termina dentro de una hora.

-¿Quieres seguir hasta esa hora?

El muchacho sonrió y salió del laboratorio a paso rápido.


Fred estaba realmente cansado, no solo físicamente, también le dolía terriblemente la cabeza al repasar los sucesos de la semana pasada, desde que Kendrew derribó a los Slytherin por proteger a su amigo, el Ravenclaw ¿Por qué le importaba tanto ese renacuajo al escocés? Cada vez que la pregunta llegaba a la mente del pelirrojo, Fred apretaba los puños y suspiraba.

Aún así, fue sorprendente lo que hizo Kendrew. Se le veía tan impasible cuando se enfrentó a Malfoy y sus amigos, tan...divino. En ningún momento mostró temor o control, lo estaba disfrutando, de eso Fred estaba seguro, cada hechizo, cada grito de los Slytherin hacían que la ira que Kendrew tenía en su interior se avivase cada vez más, que su venganza estuviese más cerca de su cenit y volvía la maldita pregunta ¿Por qué ese chico le importaba tanto a Kendrew? Fred solo estaba seguro de una cosa y es que la noticia corrió como la pólvora entre el alumnado. Cada vez que Kendrew entraba en el comedor o andaba por los pasillos todos los alumnos de su entorno callaban...sea pues porque le tenían auténtico pavor o por admiración.

Magia en Hogwarts [Saga de Kendrew McAlvey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora