Kendrew lo intentó, de verdad que lo intentó pero no fue su culpa que el pastel de chocolate, adulterado con Amortentia, que había dejado en la torre de Gryffindor, concretamente en la cama de Harry acabase en los estómagos del ochenta por ciento de la casa.
El escocés pasó dos tardes seguidas esquivando a todos los alumnos de la casa. Había recibido dieciséis peticiones de salir, al volver a la torre de Ravenclaw le esperaban en su cama cuatro chicas y seis chicos y cuando huyó de eso Cormac McLaggen le pilló y le bajó los pantalones, tampoco fue culpa de Kendrew golpearlo ¡Para nada! Era un genio, había enamorado a todos los Gryffindor menos al importante ¿A Potter no le gustaba el chocolate o qué? El caso, él lo había intentado...ya se excusaría al señor tenebroso. Prefería una tortura diaria durante el verano a tener que enamorar a Potter. Estaba harto.
La tarde siguiente, Dumbledore le llamó.
Kendrew estaba en lo alto de la torre de Astronomía junto a Snape y Dumbledore.
-¿Un Horrocrux?- Inquirió el Ravenclaw.
-Exacto. De esto me encargaré yo pero necesito vuestra palabra de que haréis lo que os he pedido.
El alumno y el profesor se miraron uno al otro y luego posaron sus furibundas miradas sobre el anciano director.
-¿Ha pensado, en algún momento que pide demasiado, que da demasiadas...cosas por sentado? ¿Se le ha pasado por esa mente tan lúcida que no queremos seguir haciendo esto?- Inquirió Kendrew.
-Tanto si es así como si no es irrelevante- Dijo el anciano mientras miraba al cielo- No negociaré contigo, Severus, ni contigo Kendrew.
Ambos miraron con ira al anciano que no les hizo el menor caso. Snape se dio la vuelta, levantando su capa como una cascada negra y bajó por las escaleras, seguido de Kendrew. Mientras el Ravenclaw bajaba dirigió una mirada furibunda a Harry que iba subiendo los escalones lentamente. La mirada lo decía todo, Kendrew estaba más enfadado que nunca ¡¿Cómo se atrevía Dumbledore a pedirle lo que le pidió?! Si las miradas matasen, Potter estaría bajo tierra.
Al bajar de la torre de Astronomía Kendrew y Snape se miraron, serios.
-¿Tienes lo que te traje en secreto de tu casa?
Kendrew asintió.
-Será una noche divertidísima.
Snape le miró con un gesto serio.
-Ya sabes que hacer.
-Sí, lamentablemente lo sé.
Kendrew se dirigió a la torre de Ravenclaw, los pasos se le hicieron pesados y el camino inacabable.
El escocés respondió el acertijo de la puerta y fue a su habitación.
Durante horas no hizo nada, se limitó a esperar hasta que notó que se acercaba la noche, y con ella el momento esperado.
Se levantó y se quitó el uniforme de Hogwarts. Abrió su baúl y sacó el regalo de Snape junto a otra ropa.
Se puso unas botas, vaqueros y un jersey, todos totalmente negros. Luego se puso la oscura túnica azabache de lana que le entregó el profesor y al final dirigió una mirada a la refinada pieza de plata oscura que reposaba entre el pañuelo azul y plateado. La faz era aterradora: Unos ojos vacíos de donde salían unas lágrimas talladas, una boca curvada en melancólico gesto de la que sobresalían dos pequeños colmillos y alrededor de las mejillas habían talladas enredaderas finas y pequeñas espigas. Era terrorífica solo verlo.
Kendrew la tomó en la mano y se miró al espejo.
Estaba horrible, ahora lo veía. Derramó unas silenciosas lágrimas y acercó la pieza a su rostro, cuando se la puso ya no existía Kendrew McAlvey, sino Kendrew...el Mortífago.
ESTÁS LEYENDO
Magia en Hogwarts [Saga de Kendrew McAlvey]
Hayran KurguLa vida de Kendrew McAlvey siempre fue de todo menos normal. Era un niño especial, un mago en la familia más odiada de toda Gran Bretaña, una familia cuya larga historia siempre estuvo salpicada de criminales, asesinos, nigromantes y...magos oscuros...