El verano fue un rollo para Fred. Lo único interesante que había podido hacer era crear nuevos inventos con su hermano pero estaba aburrido. Aún recordaba ese día donde Kendrew le envió-literalmente-a la mierda más absoluta y él sabía que la culpa era suya, y solo suya.
Llegaron las clases y Fred se despidió una vez más de sus hermanos para subir al tren. Hogwarts, por fin volvería al colegio, uno de los pocos lugares interesantes a los que él podía ir.
A medio camino del castillo ocurrió algo. El tren se paró, el ambiente se heló y Fred sintió una extraña sensación, como si la alegría que tuviese en su interior se estuviese disipando paulatinamente, sin descanso. Según decían era un Dementor que registraba el tren en busca de Sirius Black, el famosísimo y cruel asesino. Fred pensaba que ojalá estuviese en el tren, así eliminaba a algún que otro pesado racista...como Malfoy.
Llegaron a Hogwarts.
La elección de casas fue pesada como siempre. Fred no pudo evitar mirar hacia la mesa de Ravenclaw, en busca de aquellos ojos esmeralda pero no los encontró, más bien era porque había tantos alumnos que no podía distinguirlos correctamente.
Un tal Edvard acabó en Gryffindor. Era un chico muy guapo, de ojos azules y mirada traviesa, justo como la de Fred y su gemelo. Charló largo y tendido con ese chico mientras escuchaba el discurso de Dumbledore: Los Dementores protegerían el castillo y un nuevo profesor venía a hacerse cargo de Defensa contra las Artes Oscuras, el profesor Lupin.
Tras el banquete, todos se fueron a la sala común. Fred, como todos los años, compartió habitación con su hermano George y con Lee Jordan, su único amigo en Hogwarts.
Tras bromear hasta altas horas de la noche, los tres se fueron a dormir.
A la mañana siguiente Fred se puso su uniforme y se guardó la varita en el bolsillo de la túnica.
Él, George y Lee caminaron por los pasillos, yendo a su primera clase que era... ¿Cuál era? No lo sabía, una clase.
El pasillo estaba totalmente abarrotado de alumnos. El aire apenas corría y todos se tenían que mover como sardinas en conserva: Apelotonados y empujando al estudiante de al lado para poder moverse.
-¡Que viene!- Gritó la voz de alguien, en medio de la marabunta de alumnos.
De repente, todo cambió. Los estudiantes actuaron como una máquina bien engrasada y todos se hicieron a un lado, dejando un amplio pasillo. Fred y su hermano quedaron quietos, sin saber qué hacer, pero Lee arrastró a los gemelos hacia la pared de la derecha y todos esperaron.
Unos pasos se escucharon acercarse, debían ser dos...no, tres personas.
Los pasos cada vez se escuchaban más cercanos y doblaron la esquina. Fred no lo podía creer...era Kendrew, o al menos el señor que se había comido a Kendrew y junto a él iban charlando sus dos amigos: Anthony Isaac Goldstein y Michale Corner. El McAlvey estaba más alto y más fuerte. Sus ojos verdes brillaban con frialdad, mientras que su oscuro pelo castaño besaba suavemente su frente, desordenado y despeinado. El escocés no se molestó en mirar a nadie pero cuando estuvo frente a Fred...él le miró, una mirada de completa indiferencia y en medio segundo volvió a mirar al frente, dejando a Fred completamente expectante, allí parado.
-Se cree el señor de la escuela- Dijo George.
-Es que lo es- Dijo Lee.
El pelirrojo golpeó la cabeza llena de rizos del chico negro.
-No digas tonterías. McAlvey es solo otro alumno.
-¿En serio, George?- Inquirió Lee, con una ceja levantada- ¿No has visto? Todos le respetan y temen a partes iguales, él les defiende de los abusones, les patea el culo y eso mi querido amigo, le convierten en el príncipe de Hogwarts.
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Magia en Hogwarts [Saga de Kendrew McAlvey]
FanfictionLa vida de Kendrew McAlvey siempre fue de todo menos normal. Era un niño especial, un mago en la familia más odiada de toda Gran Bretaña, una familia cuya larga historia siempre estuvo salpicada de criminales, asesinos, nigromantes y...magos oscuros...