XLIX

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El verano en la mansión McAlvey estuvo marcado por diversas jornadas sumamente placenteras. Muchos días, la familia se ausentaba del hogar para pasear y acampar en los prados de escocia, pasando felizmente la tarde. Por contraste, el señor tenebroso llamaba a la familia de Kendrew a misiones de las que siempre volvían: Atacar Muggles, provocar desastres o arrasar sitios conocidos como la tienda de Ollivanders, cuyo asalto había sido dirigido por Fergus McAlvey, cosa que ya se daba a conocer en todas las noticias del mundo mágico.

Corría el segundo mes de verano y Kendrew se despertó temprano, o mejor dicho, le despertaron temprano. El tío Kendrick saltó sobre él mientras reía.

-¡Feliz dieciséis cumpleaños, sobrinito!

Kendrew se quitó a su tío de encima, se vistió y bajó al salón.

Toda la familia estaba despierta y reunida.

-¡La tarta!- Ordenó su madre.

Claudle entró por la puerta, con una gran tarta de seis pisos flotando a su lado.

-¡Felicidades, amo Kendrew!- Dijo el elfo, con una sonrisa voluminosa.

El escocés le agradeció y luego apagó las velas.

-Estás a un año de ser mayor de edad- Le dijo su padre- Y te tengo una sorpresa.

-¿Cuál?- Inquirió Kendrew, con una sonrisa.

-Ejem.

-Eh...claro, querida. Tu madre ha conseguido que, pagando un poco más, puedas aparecer las clases de aparición antes de los diecisiete.

Kendrew alzó la mirada.

-¡¿Enserio?!

-Para el dinero no hay nada imposible- Le recordó Robert.

-¡Y tenemos mucho!- Concordó Kendrick.

Pasaron la mañana comiendo el pastel y tras el almuerzo su padre le dio a Kendrew unos galeones.

-Ve al Callejón Diagon con Claudle, cómprate algo para el Quidditch ¿No decías que necesitabas un kit de mantenimiento para la escoba? ¡Pues a por él!

Kendrew sonrió y asintió.

Se vistió con unos vaqueros azules, una camisa gris, una chamarra blanca y un abrigo negro y en compañía de Claudle, fue al callejón Diagon.

Estaba abarrotado pero al paso de Kendrew la gente se iba apartando silenciosamente mientras murmuraban comentarios despectivos. Kendrew avanzó sin escucharlos, no le importaba y al parecer a Claudle tampoco. El elfo doméstico caminaba tras Kendrew con la cabeza bien alta. Cuando su padre volvió le preguntó si quería ser libre, dejar de servir a los McAlvey y el elfo simplemente bajó la cabeza y dijo que su hogar era esa casa, esa familia. Sí, los McAlvey eran Mortífagos, pero tenían su lado...dulce.

Kendrew se detuvo ante una gran tienda de fachada roja de la que salía un gigantesco muñeco pelirrojo que se quitaba el sombrero y dejaba ver un conejo. Sí, sin duda alguna esa era Sortilegios Weasley, nadie en el mundo podría ser más extravagante.

-Eh...Claudle.

-¿Sí, joven amo?

-¿Puedes tú ir a buscar el kit de mantenimiento a la tienda de Quidditch, por favor?

-Claro señor pero...¿y usted?

-Voy a visitar unas tiendas, tardaré mucho.

-¿Qué debo hacer al terminar la compra?

Magia en Hogwarts [Saga de Kendrew McAlvey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora