XXXVII

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Todos estaban en el comedor, los alumnos de Hogwarts así como las delegaciones de Dumstrang y Beuxbatons, todos reunidos para honrar una última vez a un gran mago. Kendrew estaba sentado en primera fila y miraba con cansancio como Dumbledore le dedicaba unas últimas palabras a Cedric desde su trono de director. Cuando llegó a la parte en la que reveló al asesino de Cedric todo el comedor quedó expectante pero Kendrew solo tembló. Lord Voldemort, era el asesino y había vuelto.

Los pocos días que separaban a los alumnos de las vacaciones llegaron rápido aunque nadie parecía contento o alegre. En la torre de Ravenclaw, todos intentaban consolar a Cho, la novia de Cedric que estaba destrozada.

Kendrew y sus amigos estaban en su dormitorio y comenzaron a empacar todas sus pertenencias, dispuestos a irse. Lo hicieron en completo silencio, no dijeron ni una palabra puesto que no había nada que decir.

El escocés guardó con cautela su libro de hechizos y recogió el retrato de su familia, que guardó sobre todas las demás cosas. Ya no tenía sentido vestir con el uniforme así que Kendrew se puso unos vaqueros grises, una blusa azul marina y una chaqueta blanca.

Esa tarde todos bajaron al patio del comedor para despedir a las delegaciones de Beuxbatons y Dumstrang.

Kendrew estaba despidiéndose de Antón. El corpulento noruego tenía una cara seria y algo triste.

-Bueno, supongo que es la hora de decir adiós- Dijo en su idioma materno- Kendrew, prometer que me escribirás.

El escocés tomó el papel que Antón le ofreció y asintió con gesto serio. Ambos se estrecharon las manos pero luego Antón rió y abrazó a Kendrew. Era muy...caliente, el cuerpo del noruego desprendía un calor inmenso y casi irreal que hacía tibiar el perpetuo frío corporal del escocés.

-Adiós, noruego tonto.

-Adiós, escocés pedante.

Antón se dispuso a marchar pero en última instancia se dio la vuelta con decisión y besó las manos de Kendrew mientras le volvía a abrazar.

-Te voy a echar muchísimo de menos, Kendrew.

Dicho eso, el chico salió a paso ligero, siguiendo a sus compañeros.

Kendrew se dispuso a volver a la torre de Ravenclaw cuando alguien cogió su mano y lo arrastró tras una de las columnas de la galería.

-¿Ya me pones los cuernos?- Inquirió el pelirrojo, con una sonrisa.

-Nah, solo me despedía acaloradamente de mi amigo.

-Bien- Dijo Fred pellizcando con picardía la cintura de Kendrew, él sabía que el escocés surgía unas cosquillas terribles en esa zona.

-¡Vale, vale! ¡Por favor, ya!

-Solo si me das un beso- Dijo Fred, sin parar.

Kendrew accedió y el pelirrojo paró. Kendrew se acercó a sus labios y cuando estuvo a punto de rosarlos salió corriendo. Fred protestó y quiso seguirlo pero ante él había una muchedumbre increíble de alumnos que le bloqueaban el paso.

Poco después cogieron el tren de vuelta a Londres.

Kendrew pilló rápido un compartimento vacío donde se recostó en un sillón, apoyándose en Isaac mientras que Mireya y Michael estaban sentados frente a él.

-¿Me escribiréis, verdad?- Inquirió Mireya.

-Yo y Michael sí pero Kendrew...ahora que perteneces a este círculo de amigos debes saber una cosa, Hufflepuff.

Magia en Hogwarts [Saga de Kendrew McAlvey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora