XXXIX

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El verano estuvo marcado con una rutina constante para la familia McAlvey. La mayoría de los días los pasaban felizmente en la mansión. El comportamiento de María, tal como prometió, no había cambiado, seguía siendo una mujer cascarrabias y un tanto mandona pero ya no amenazaba ni torturaba.

Muchas veces recibían la visita del señor tenebroso que adiestraba a Kendrew, pero claro, adiestrar era sinónimo de torturas una tras de otra y de combates en total desigualdad de condiciones en los que Kendrew, a pesar de resistirse, acababa perdiendo pero con el tiempo fue mejorando aún más sus habilidades y en sus ratos libres practicaba con Edvard a...eso no venía al caso.

Corría finales de agosto y María decidió ir al callejón Diagon para hacer las compras estudiantiles de su hijo y sobrino. Los tres se aparecieron en el callejón y empezaron a comprar. Primero los libros de las optativas que ambos habían escogido, luego los ingredientes para pociones y al final pasaron por Madame Malkin para las túnicas.

Mientras su madre y primo hablaban con Malkin, Kendrew se dirigió hacia otra tienda cercana y observó con parsimonia los distintos uniformes hasta que encontró el que quería. Era perfecto, miró la talla y lo compró junto al resto del equipo necesario.

Se reunió con sus familiares y volvieron a casa.

Por la tarde, Edvard y Kendrew se fueron a Edimburgo y pasaron el día de restaurante en restaurante y de bolera en bolera. Parecía extraño, pero Kendrew le estaba cogiendo gusto a esa vida, sentía que la relación con su primo se había estrechado y al final del día fueron a la peluquería donde Kendrew se cortó el pelo, que lo llevaba largo desde hace meses, quedando como resultado una cabellera corta llena de desiguales rulos castaños.

Al día siguiente, volvieron a Londres para tomar el expreso de Hogwarts.

Kendrew se reunión con Isaac, que seguía como el año pasado solo que más rubio y con Michael que se había dejado crecer el pelo hasta formar una melena cuyos flequillos quedaban tiesos como cuchillas de cuerpoespín debido al calor. También se reunieron con Mireya que estaba casi igual que el año pasado, con sus gafas tamaño XL y su mirada saltona pero en cierta forma estaba más...Kendrew no sabía cómo explicarlo, pero estaba más ¿Mayor? Sería esa la palabra. El caso, había pegado un estirón de curvas.

-¡Hola!- Dijo mientras les abrazaba a los tres y Kendrew contempló como Isaac se enrojecía.

Subieron al tren y el escocés trató de encontrar a Fred con la mirada pero no fue capaz de hacerlo ¡Morgana! Había pensado tanto en él durante el verano, tanto que casi parecía imposible. Fred estaba presente en sus recuerdos, en sus accione y en sus sueños.

El tren arrancó y Londres quedó atrás.

-¿Potter?- Inquirió Michael- No me puedo creer que le hiciesen un juicio solo por defenderse de un Dementor.

-Así va el ministerio de magia- Dijo Mireya- Es denigrante que nuestro gobierno haga esas cosas ¡Estaba defendiendo su vida!

-Es raro que defiendas tanto a Potter- Dijo Isaac, molesto.

Kendrew suspiró, agotado y se levantó.

-¿A dónde vas, Ken?

-A pasear Michael y luego a mear...estoy cansado de escuchar al matrimonio discutir,

-¡¡¿Matri...que?!!

-Lo que oíste, Anthony- Dijo Kendrew saliendo.

-¡¡NO ME LLAMES ANTHONY!!

Kendrew deambuló por el pasillo sin fijo rumbo, no tenía ganas de mear sino de...bueno, mentiría si dijese que no quería ver a Fred aunque lo más probable era que estuviese con su hermano, con Edvard, Lee Jordan y con la recién bautizada Angelina perra Johnson.

Magia en Hogwarts [Saga de Kendrew McAlvey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora