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No es un trabajo envidiable, el ser asistente de un editor en jefe de la editorial de Nueva York.
Eva Smith, mi jefa, tenía que irse a trabajar a Canadá por un tiempo. Por un momento me asuste, no saber qué pasaría con mi trabajo era realmente agotador y frustrante .
"No tienes por qué preocuparte, tú seguirás en tu mismo puesto, pero con diferente editor en jefe"

Esas palabras en vez de tranquilizarme me hicieron sentir más nerviosa. ¿Quién será mi nuevo jefe?
La señorita Eva era muy amable y juntas nos complementamos para generar un muy buen trabajo.

-quita esa cara
-¡No puedo! -exclamé a mi mejor amiga diana- es que no sabes, mañana conoceré a mi nuevo jefe y estoy nerviosa
-¿que sabes de él?
-la señorita Eva me dijo que es un hombre, se ve amable, pero muy exigente cuando de trabajo se trata
-tú dijiste que Eva también era exigente
-lo sé, pero me pone nerviosa toda esta situación
-bueno, solo da lo mejor de ti y ya, no trates de agradar a nadie, solo has tu trabajo

Me tranquilizó aquella noche en la que me pase pensando que durante el tiempo que trabajé con Eva lo hice de una muy buena manera, ella nunca se quejó y cada mes iba a capacitación, así que todo irá bien, pensé.

A la mañana siguiente me vestí como lo hacía para trabajar : un saco negro, falda negra dos dedos arriba de las rodillas, una camisa blanca y de calzado unas zapatillas también negras.
Tuve que correr para tomar el taxi y para entrar al edificio ya que se me había hecho un poco tarde, tal vez me quedé pensando un poco más de lo que debía.
Entré rápidamente y me encontré con las miradas de mis compañeros. Daniel, mi vecino de oficina se puso de pie para recibirme.
-_________, se te ha hecho un poco tarde
-ni lo menciones -digo mientras llego hasta él.
-el editor en jefe ya está aquí

Al terminar de decir aquello casi siento que me da un infarto. El miedo de darle una mala impresión a mi nuevo jefe se adueñó de mi mente y de mis nervios.

-será mejor que vayas

Me doy la media vuelta para ver la oficina que antes era de la señorita Eva. Está con la puerta cerrada cuando antes siempre permanecía abierta por si necesitábamos algo. Le asentí a mi amigo y caminé acomodándome el saco tratando de seleccionar las palabras para pedir disculpas.
Toco la puerta y no recibo respuesta, por un momento dudo que este ahí, pero vuelvo a tocar la puerta por si acaso. La puerta se abre 10 segundos después y me sorprendo.

W I N EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora