¿Qué era el amor? Esa era la pregunta que agobiaba la mente de Kagome mientras veía la lluvia caer desde el acogedor interior de su casa. Las gotas salvajes se esparcían por su ventana bajando luego de manera rápida para que otras puedan hacer la misma acción.
La pregunta que llevaba tiempo en la mente de Kagome. Pensó en esa pregunta ya que había sufrido tanto que su corazón estaba como esa noche lluviosa sin control, pero en vez de gotas de agua, en su corazón eran lágrimas de dolor.
Yo sé que me miras, pero no me ves
Yo quería tu parte no partirme en cien
Tu prefieres aquí quedó a quédate
Yo prefiero antes la herida que la piel
Tocó el marco frío que guardaba el retrato del hombre que más amaba: Inuyasha. Aún no comprendía el por qué sufría tanto.
Se supone que en las novelas romántica el amor superaba cualquier obstáculo por más fuerte que vengan. Los protagonistas luchan y salen victoriosos. Eso no le pasaba a ella. Eso no le pasó a ella.
Yo digo mañana todo saldrá bien
Tú sigues diciendo no olvido el ayer
A ti te siguen matando dudas
Yo con el alma desnuda diciéndote vísteme
Ella había entregado todo en su ser para que Inuyasha y ella lograran vencer el mundo con tal de que su amor perdurará, pero él no pensaba igual... Nunca pensó igual.
Solo dime cuando, no me digas donde
Miraremos juntos, el mismo horizonte
Vamos dando saltos, sin saber un norte
Solo somos fuerzas, juntas que se rompen
Kagome se tocó su mejilla y se dio cuenta de que lloraba en verdad, ella de verdad estaba sufriendo.
Se supone que el amor no debe doler, entonces ¿por qué ese dolor arrancaba lágrimas de su ser? Dolía mucho, era como si desprendieran cada parte de su cuerpo y lo separaran todos.
Y aquellos planes que no hicimos porque se
Que no hay destino alguno que nos siente bien
La lluvia seguía cayendo sin control y los ojos apagados de Kagome miraban en espera de que Inuyasha venga para darle fin a todo eso. Ya era tarde para arrepentirse, ella terminaría con todo eso. Estaba rota ¿cómo quién te destruyó quiera reconstruirte? Eso no puede ser, Inuyasha solo daña, o por lo menos a ella la daño.
No es contigo en el camino
Es caminar solo conmigo y que te vengas tú también
—Duele mucho todo esto Inuyasha—murmuró al silencio. Con apenas 18 años Kagome había experimentado lo que toda chica teme: Un corazón roto.
Quiero bailar con la suerte y me diga que se viene
Aunque ella me pise los pies
Y un solo error de acertar parece que te falle
Kagome sabía que no podía culpar a Inuyasha de todo. Ella fue quien entregó todo sin guardar nada sabiendo que él podría romperla, pero no le importó, ella lo amaba mucho, demasiado, esa sería la palabra indicada.
Y así fue, que siempre me empeño en volver
Sabiendo que puedo perder
Sabiendo muy bien que se rompe