Rin sonría con fingida felicidad a las palabras de Kohaku, en su mente maldecía a Sesshomaru por no salir de ese lugar tan peligroso.
Kohaku le robó un beso y ella una sonrisa, una sonrisa falsa que solo una persona podría identificar. Respiró profundo y miró a todas las parejas de aquel lugar.
—Iré al baño, vengo enseguida—dijo levantándose y acomodando la falda que traía.
—Bien, aquí te espero—ella besó la mejilla de Kohaku y caminó hasta el baño. Una vez dentro revisó que estuviera solo para dejar que una solitaria lágrima se deslizara fuera.
Ya me enteré
Que hay alguien nuevo acariciando tu piel
Algún idiota al que quieres convencer
Que tú y yo, somos pasado
Odió a Sesshomaru una vez más, esa maldita canción que le había enviado minutos antes de ella bloquearlo de todas sus redes la torturaba.
Sesshomaru y ella eran parejas, pero las discusiones por lo celos de Rin hacían todo difícil. Tanto que ambos terminaron diciendo cosas dolorosas, pero Sesshomaru ganó la batalla de palabras hirientes. Razón por la que ella ahora tenía a "alguien más" alguien que no le otorgaba ni un segundo de las sensaciones que aquel peli plata.
Ya me enteré
Que soy el malo y todo el mundo te cree
Que estás mejor desde que ya no me ves
Más feliz con otro al lado
Se acomodó el maquillaje y respiró profundo. Kohaku no era mal partido, pero, nada se sentía intenso con él. Ese chico no alborotaba todo en su ser como lo hacía aquel chico frío y de mal genio. No quería nada con Kohaku, pero su mente le decía que era lo correcto. Que él era el indicado.
Rin se mentía, se mentía porque al Kohaku tocar su piel no la sentía arder, al él besar sus labios no sentía que podía levitar. Nada se sentía real, profundo... verdadero.
¿A quién piensas que vas a engañar?
Sabes bien que eres mi otra mitad
Aún lo amo.
Se miró en el espejo y no reconoció a la persona que estaba frente a ella.
Olvídate de ese perdedor
Y repítele
Que yo soy mejor
Que no le eres fiel
Con el corazón
Que eres mía y sólo mía amor
Despídete de ese perdedor
Que imagina que ya no existo yo
Deja claro que, aunque intente no
No vas a querer
La verdad es que me extrañas tanto
Lo sé
Ya me enteré eh eh eh e emm
—¿Qué se siente que no me puedas borrar de tu mente Rin?—Rin se sobresaltó y abrió los ojos. Justo detrás de ella se encontraba ese chico que la hacía perder la razón.
—Sesshomaru—susurró con sus ojos abiertos.
—¿Me amas, cierto?—Rin tragó en seco negando. Mordió su labio inferior.
Regresarás
Estoy seguro de que regresarás
Estás con él por pura comodidad
Aburrida entre sus brazos
Se sorprendió al escuchar a Sesshomaru cantar. ¿Aburrida en brazos de Kohaku? No, ella no admitiría jamás que él no la hacía llegar al cielo porque en su mente solo estaba el estúpido de Sesshomaru recordándole que ella era de él, que solo él podía hacerla arder de esa manera que la hacía lloriquear del placer. Maldito Sesshomaru.
¿A quién piensas que vas a engañar?
Sabes bien que eres mi otra mitad
—Deja a ese idiota Rin—dijo de pronto y ella negó. No, Sesshomaru era un huracán que ella no sabía controlar, o no podía porque nada en él era llevado en lo que clasifican como normal.
—Él no es un idiota—argumentó frunciendo el ceño de una manera que a Sesshomaru le pareció adorable.
—¿A no? ¿entonces qué es?—los labios de Rin se volvieron una fina línea.
—Algo que no te importa—intentó pasar por su lado, pero Sesshomaru sujetó su brazo y la acercó a él.
—¿De verdad crees que no me importa?—Rin respiró hondo.
—Si—dijo despacio.
—Todo lo que tenga que ver contigo me importa, demasiado—susurró en su oído.
Olvídate
De ese perdedor
Y repítele
Que yo soy mejor
Que no le eres fiel, con el corazón
Que eres mía y sólo mía amor
Despídete
De ese perdedor
Que imagina que
Ya no existo yo
Queda claro que
Aunque intente no
No vas a querer, nooo ouhh
La verdad es que me extrañas tanto
Lo sé
Ya me enteré eh eh eh e eyy
La verdad es que me extrañas tanto
Lo sé
Ya me enteré
Ya me enteré, uh uh uh oh uh
—Sesshomaru...
La voz irregular de Rin le hizo saber a Sesshomaru que la tenía en sus manos. Ella era la mujer a la cual él amaba, nadie y menos un niño bonito lo iban a cambiar.
—¿Si, Rin?—preguntó lamiendo su cuello a la vez que lo acariciaba con su nariz.
—Vámonos de aquí—él sonrió.
Él se enteró de muchas cosas, pero lo que más le gustó enterarse, es que la chica aún seguía amándolo como él la amaba a ella.