Rin entró con una sonrisa al lugar más caro de la ciudad, específicamente al bar más costoso de Las Vegas, la ciudad del pecado. El vestido rojo pasión que adornaba su curvilíneo cuerpo hizo que inmediatamente todos los ojos de los hombres se posen en ella. Su boca pintada de rojo y su cabello en hondas salvajes que le daban el toque exacto para ser la tentación más peligrosa de esa noche. Iba del brazo de un hombre bastante peligroso. Kohaku no se andaba con rodeos y cuando alguien o algo le pertenecía difícilmente podía escapar de él.
Hola, me llaman Romeo
Es un placer conocerla
—Este lugar es increíble Kohaku—dijo Rin sin perder esa coqueta sonrisa que hizo que los ojos de cierto peli plata se posará en ella.
—Sabes que yo solo voy a loa mejores lugares—ella lamió sus labios.
—Lo olvidaba—ella rodó los ojos y él hizo que la mano de la chica se posara en el arma que sutilmente cargaba.
—Con cuidado bonita—murmuró en el oído de la chica—recuerda que esos gestos no me gustan—ella no dijo nada y siguió caminando.
Que bien te ves
Te adelanto, no me importa quién sea él
Dígame usted
Si ha hecho algo travieso alguna vez
Sesshomaru sonrió mirando el cuerpo de Rin moverse con elegancia hasta la barra. Terminó su copa observando al hombre que la tomaba de manera posesiva ahora por la cintura. Con una peligrosa mirada observó a su próximo objetivo. Como amaba hacer caer en pecado a ese tipo de mujeres, esas mujeres que tenían una pareja tan... Peligrosa. ¡Como amaba el peligro Sesshomaru! Era de las cosas que más amaba, esta vez no sería la excepción.
Una aventura es más divertida
Si huele a peligro
Cuando el hombre se alejó de ella respiró con tranquilidad y caminó hacia la barra, exactamente hacia el asiento desocupado al lado de ella.
Si te invito a una copa
Y me acerco a tu boca
Si te robo un besito
A ver, ¿te enojas conmigo?
—¿Qué quiere la dama? Yo invito—dijo sentándose con elegancia.
Rin, quien un momento antes solo tuvo el mal sabor de que Kohaku le recordara que en cualquier momento podía acabar con su vida, miró al hombre que habló con una voz orgásmica.
Lentamente sus ojos y labios se abrieron. Un pantalón y una camisa que ajustaba y ocultaba ese tonificado cuerpo solo hizo que Rin se sintiera atraída, pero luego su mirada se posó en un rostro digno de alguna revista. Cabello corto que caía de manera desordenada por su rostro y solo hacia su atractivo un pecado.
¿Qué dirías si esta noche
Te seduzco en mi coche?
Que se empañen los vidrios
Y la regla es que goces
—Un Martini por favor—el barman rápidamente se ordenó hacer el pedido.
La colonia embriagante de ese hombre tenía a Rin en descontrol. ¿Qué le sucedía? Si Kohaku se enteraba de que su cuerpo reaccionó a otro hombre no quería descubrir que pasaría.