—Señor, su esposa no sobrevivió al parto. Lo sentimos—la voz del doctor se escuchó lejana mientras todo su cuerpo quedaba entumecido. Dejó de escuchar, dejó de ver. Fue como si el tiempo se acabara de detener. Aun cuando el grito agónico dejó los labios de su suegra, él no pudo moverse.
Rin no pudo haberse ido. Ella le prometió que iba a ver a su niña crecer juntos, que le darían todo el amor del mundo. Que cuando viejos sonreirían agarrados de manos.
Yo te extrañaré
Tenlo por seguro
Fueron tantos bellos y malos momentos
Que vivimos juntos
—Sesshomaru—el chico giró el rostro hacia su esposa.
Mi esposa
Las palabras le sabían a gloria. La miró modelar un vestido que él le había comprado en la luna de miel, pero que no tuvo oportunidad de usarlo. Ahora, el verlo puesto en ella le encantó.
—Te ves increíble cariño—murmuró mirándola con tanto amor que la castaña corrió a sentarse en su regazo.
—Te amo—murmuró mirándolo fijamente—soy tan feliz—susurró besando los labios del hombre.
—Estar junto a ti ha sido la decisión más correcta que jamás había tomado—ella acarició con su nariz la de él.
Los detalles, las pequeñas cosas
Lo que parecía no importante
Son las que más invaden mi mente
Al recordarte
—Enséñame a bailar—Sesshomaru giró ante su voz. Iba con ropa deportiva y lo miraba de manera energética—quiero aprender, no quiero seguir pisando tus pies a cada momento—Sesshomaru la abrazó.
—No es necesario cariño, amo hasta los pisones que me das al bailar—la hizo girar y eso causó que ella ría—pero si quieres aprender, yo feliz te enseño—ella dio saltitos de felicidad.
—Eres el mejor—aseguró besándolo.
—Si obtengo otro beso, te enseño siempre que quieras—aseguró.
Ojalá pudiera devolver el tiempo
Para verte de nuevo
Para darte un abrazo
Y nunca soltarte
Sesshomaru sentía que alguien tocaba su hombro, pero no podía dejar de llorar en silencio. Las lágrimas bajaban, pero visualizar un mundo sin esa castaña energética, no había nada. Solo un enorme dolor que visualizaba a lo largo de los años. Un mundo gris, sin sentido, un mundo donde él no quería estar.
No sin su esposa, la mujer que más amaba en el mundo. No quería nada. Y así de rodillas con lágrimas silenciosas en los ojos, todos se dieron cuenta. Porque los ojos de Sesshomaru de pronto no tenían la luz que habían visto a lo largo de los años.
Mas comprendo que llegó tu tiempo
Que Dios te ha llamado
Para estar a su lado
Así él lo quiso
Pero yo nunca pensé
Que doliera tanto
Sesshomaru no había visto a su hija. No podía porque él no sabía que darle a esa pequeña. Estaba frente a la tumba de su esposa y se sentía perdido sin ella.